El agrio exilio

@|Nos vemos inundados diariamente, desde que empezó la guerra en Ucrania, por un enorme caudal de imágenes del exilio forzoso de los ucranianos hacia las fronteras de Polonia, Hungría, Rumania y Moldavia.

Algunas escenas nos remueven visceralmente: un niño llorando pasa por el puesto de la frontera polaca, otros llegan a sus centros de acogida rotos por la partida.

Son los impactos del exilio.

La herida por la separación de tu grupo, tu cultura, tu lengua, se irá curando poco a poco hasta sentirte integrado a la otra sociedad con la que irás identificándote.

Pero no es fácil, porque vivimos en burbujas. Por lo tanto, no comprendemos el sufrimiento del exiliado, que vive en una nueva realidad, pero atado a sus emociones del pasado.

No será lo mismo, no será la misma vida. Hay una fractura, aunque hay que tener esperanzas en una nueva vida. Es otra vida en la que debemos ligar los recortes de las imágenes que guardamos en nuestra memoria, y como si fuese un rompecabezas, debemos hacer que las piezas encajen suavemente y armónicamente entre ellas.

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