Diana Gastellú | Montevideo
@|Mi intención no es decir mi palabra en un púlpito político, ni es mi deseo hacerlo, sino contar una verdad que observé en la ciudad de Maldonado, que me llenó de orgullo, basada en la limpieza, pulcritud, educación y respeto de todos para con todos.
Allí tuve oportunidad de ver a una señora que recogió una colilla de cigarrillo y dijo: “Acá cuidamos mucho la limpieza de la ciudad, si una mano tira algo, otra la recoge”; y ella misma la puso en el contenedor.
Esto no es casualidad, esto es lo que cada persona siente y debe hacer en su casa, en su ciudad, en este país de privilegio. Esto fue una vivencia pura.
Y debo felicitar calurosamente al Ing. Enrique Antía, Intendente de Maldonado, por lo observado.
No vi a nadie durmiendo en la calle, tirados en rotozos trapos y haciendo sus necesidades en las veredas, casas, garajes o jardines; apropiándose de lo ajeno sin ningún respeto (los sacan hoy y mañana están de nuevo); haciendo de ese lugar un sitio sucio y nauseabundo. Pero eso no es sólo en el Centro y sus aledaños, es en todo Montevideo.
Nadie resuelve nada, ni nadie cuida nada. Los montevideanos dignos nos sentimos miserables porque no podemos luchar contra oídos sordos y ojos ciegos.
Como uruguaya me avergüenza todo esto. Si no saben luchar por la dignidad, limpieza, respeto, orden y conciencia en pro de ubicar bien las cosas en su lugar; por lo menos intenten la humildad de preguntarle al Intendente de Maldonado cómo lo logró.