@|Otra suspicacia y van...

Mucho se ha hablado en estos días y seguramente mucho más se hablará, sobre el denominado caso Carrera.

Que si se trató de un acto humanitario y por lo tanto justificatorio de alguna transgresión menor, o si por el contrario lo jurídico debe primar sobre lo ético y lo político, en fin... cosas de nunca acabar, sobre todo cuando esto puede dar réditos en este ambiente preelectoral adelantado que se está viviendo.

Sin embargo, poco se ha mencionado un aspecto que, a nuestro juicio, tiene bastante importancia. Y es el motivo primigenio de todo lo actuado.

¿Por qué esta tragedia que dejó cuadripléjico a un inocente fue tratada de forma tan disparatada y alejada del más llano sentido común?

Dado un hecho relativamente menor en la dimensión nacional de la Policía (como el que en un festejo de posible borrachos se efectuaran disparos), luego con tan patéticas consecuencias, ¿no era de norma una investigación interna, sumario o lo que correspondiera para comprobar responsabilidades y actuar en consecuencia con las posibles sanciones? ¿Y luego de blanqueado el suceso, pedir ahora sí el apoyo hospitalario y económico que no dudamos que ante tales terribles consecuencias nadie habría negado?

Sin embargo, frente a esta situación tan sencilla de resolver, se optó por recurrir a una solución complicada, oscura, con ilegalidades varias y con apariencias sospechosas, acerca de un posible encubrimiento.

¿Qué se temía? ¿Qué responsabilidad pueden caber a las altas autoridades del Ministerio sobre un desmadre a trescientos kilómetros de la capital? Se averigua, se sanciona y listo. Sin embargo, se eligió un camino mucho más sinuoso, complicado y entreverado que nos hace preguntarnos. ¿Por qué?

Sería interesante que alguien respondiera a esta interrogante para aclarar si se trató de simple incompetencia, o existen otras razones que llevaron a un proceder tan disparatado y sin sentido.