@|Soy una joven de 18 años. Prendí la tele ayer al mediodía. El noticiero había empezado; homicidios, un femicidio, un infanticidio, un suicidio, una rapiña. Normal. Lo de todos los días. Gente traumatizada, enojada, triste y desganada. Normal. Lo de todos los días.
Un grupo de personas pide por más policías, más patrulleros, más armas: “más seguridad”, dicen.
No les creo… ¿por qué será que no les creo?
Será, quizás, porque termina siendo la misma gente que en lugar de dejar que la Policía haga su trabajo se ponen a grabar Tiktoks. En lugar de dejarles trabajar se reúnen, se potencian, “twittean” en contra de los mismos por quienes piden ahora a gritos en la calle.
“Solo sé que no sé nada”... cada vez entiendo más a Sócrates.
Resulta interesante pensar que cuando ocurre un femicidio todo el mundo se sorprende. “Eran una familia normal”, dicen algunos; “nunca hubo una denuncia”, dicen otros.
¿Dónde están los que escuchaban todo a través de la pared? ¿Dónde están esos otros que los oían desde el patio? Me pregunto dónde están todos los que tenían (y debían) hablar, pero callaron.
Ah… cierto… están en el funeral… cierto… son entrevistados en la tele.
¿A dónde vamos?, me pregunto a veces.