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A 13 años

Gianella Aloise | Montevideo
@|Desde que una mayoría circunstancial, que se conformó por un solo voto de diferencia, marcó a Uruguay, convirtiéndolo en un país que permite matar a los concebidos.

El pasado 17 de octubre de 2025, se cumplieron 13 años de la aprobación de la ley que dieron en llamar “Interrupción voluntaria del embarazo” o por su sigla “IVE”.

Entre gallos y medianoche -porque el proceso terminó en la noche, con muchas personas alrededor del Parlamento, que queríamos saber qué sucedía adentro-, una mayoría circunstancial, que se conformó por un voto de diferencia de quienes estuvieron a favor de legalizar el aborto, nos trajo hasta aquí.

Desde aquella noche muchas vidas han acabado en el resumidero, sí, han sido desechadas como el cuerpo humano expulsa el dióxido de carbono, el sudor, la orina y las heces. Las cifras oficiales, hasta fines del año 2024, dicen que han muerto, víctimas de aborto, 117.863 niños por nacer.

Desde aquella noche muchas mujeres sufrieron, sufren y sufrirán las consecuencias de haber matado a su hijo.

Quienes dicen que no hay consecuencias por matar a un concebido en el vientre, o como dice el Sub Secretario de Salud, que las consecuencias son leves y pasajeras, deberían conocer el estudio publicado en julio de este año por la Revista de Investigación Psiquiátrica sobre aborto inducido e implicaciones para la salud mental a largo plazo, un estudio de cohorte de 1.2 millones de embarazos en Quebec, Canadá, que siguió a las pacientes durante un máximo de 17 años después del aborto. Las mujeres de Uruguay están sufriendo las mismas consecuencias que las mujeres de Quebec; las tasas de hospitalización de la salud mental son más altas después del aborto que los partos; el riesgo es elevado para trastornos psiquiátricos, consumo de sustancias e intentos de suicidio, etc.

¿Cuál es la salida para este grave problema? ¡Volver atrás! ¿Cómo volvemos atrás? Derogando la ley de aborto; volviendo a respetar lo que establece la Constitución de la República, reconociendo en todos los niveles, políticos, sociales, educacionales, el valor supremo de la vida humana; amparando a la mujer que cursa un embarazo inesperado, esto es posible, actualmente se hace y se puede seguir haciendo en este país.

Sólo así podremos caminar con la frente en alto, sabiendo que estamos haciendo lo que debemos, cuidando a los débiles y desamparados, y no dejándonos llevar por un procedimiento express que mata y condena desde que una mayoría circunstancial lo legisló.

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