Uruguay sitiado

Al momento de cerrar esta columna la actividad portuaria nacional está parada por medidas sindicales. La superación del hecho en cualquier momento no atenúa el daño causado al país.

Lejos de la noble revolución portuaria iniciada con la ley de privatización de los servicios de carga y descarga de 1991, multiplicando en un 300%, la productividad de un sector que estaba quebrado, el país hoy está sitiado. No por buques de guerra extranjeros sino por una agitación sindical, que desconociendo la negociación laboral civilizada, se cree con derecho a paralizar a la producción y el trabajo nacional, con pérdidas monumentales y en violación de la legislación vigente.

En la realidad queda al desnudo la ausencia de autoridad pública, en este caso en el sector -Poder Ejecutivo y Administración Nacional de Puertos- que haga respetar la legislación vigente que establece que la actividad portuaria deberá mantenerse las 24 horas del día todos los días del año. La huelga conceptualmente es -además- una abstención de actividad reclamando alguna aspiración. Los daños deben limitarse al ámbito natural en que se desarrolla. Cuando sus efectos colaterales son de la envergadura de los que están produciéndose en estos días, la situación deja de ser una protesta gremial para pasar a ser un sabotaje al país, contra decenas de miles de uruguayos de todas las condiciones, en campos carreteras y pueblos. Nada tienen que ver con los convenios internacionales del trabajo de la OIT, sobre libertad sindical y negociación colectiva, que Uruguay ha hecho ley nacional.

Ante la posibilidad de un embarque de ganado en pie para Israel, un colectivo pro-Palestina e integrantes del sindicato portuario se plantaron -incluso- para cortar el ingreso de ganado en pie, con destino a Israel, luciendo banderas palestinas, demostrando hay móviles políticos en la movilización.

Todas las medallas que fue ganando la recuperación histórica del sector portuario, están amenazadas sistemática y sostenidamente por agrupaciones y sindicatos “socialistas”, que de forma inocultable, actuando incluso con operadores portuarios privados interesados, no han ocultado su intención de manejar a su gusto a la gestión portuaria, obteniendo beneficios indebidos con ello, incluso, al comienzo del actual gobierno.

Desde la Unión de Exportadores se ha reafirmado que los cortes de actividad representan “inestabilidad e inseguridad futura de parte de los clientes”. Que conducirá a la suspensión de actividades lo que afectará puestos de trabajo y cumplimiento de compromisos financieros. Una situación de catástrofe -particular- se da por su parte en los frigoríficos que buscan salir con cargas desde Buenos Aires o Río Grande ante los paros en Montevideo. Se están acumulando 600 contendedores, muchos de ellos con carne fresca. Para superar el desastre deberá recurrirse al uso de “feeders” -transporte especial- que saldrían desde aquí a otros puertos de la región con costos y demoras adicionales.

Otra vez, los uruguayos somos trasladados a los tiempos en que particularmente el Puerto de Montevideo era calificado como “sucio”, no recomendable para trabajar en él. Beneficiando a los puertos que nos hacen competencia regional. Es notorio el ministerio de trabajo es dirigido por militantes probados de la protesta radical . No es una buena señal.

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