El espectáculo es deprimente y triste. El maldito picudo hizo estragos en las palmeras de avenidas y rutas del país. En Montevideo está forzando un radical cambio de su paisaje urbano.
El temible insecto es implacable y sus efectos son irreversibles. Basta recorrer el interior para ver como en chacras y casas de campo, donde fue común plantar las llamadas palmeras fénix o canaria, hoy quedan apenas los troncos. Palmeras alineadas en torno a algunas rutas (la entrada a Colonia entre ellas) están también definitivamente afectadas. En Montevideo, el efecto es devastador. Deprime ver las palmeras enfermas, que marcaron durante décadas un perfil característico en Bulevar Artigas. No hay marcha atrás. Muchas están destrozadas, en otras se ven los primeros síntomas y es difícil saber si las pocas que parecen sanas, no están afectadas aunque aún no se perciban las señales.
Bulevar Artigas ya no será lo que era, y urge encararlo con honestidad. Lo perdido, perdido está y no tiene sentido pensar en reponer esas palmeras: correrán igual suerte si no se elimina la plaga de modo definitivo.
Al inevitable drama no debe agregarse uno peor: que languidezca ese espectáculo tan decadente. Por eso, hay que tomar medidas drásticas cuanto antes: talar todas las palmeras y pensar con cuidado como sustituirlas, sabiendo que eso implicará una modificación profunda del paisaje. Bulevar Artigas ya no será lo que siempre fue.
Reponer lo talado por nuevas palmeras canarias es impensable. Queda la posibilidad de usar otro tipo de palmeras que no han sido atacadas por el insecto, aunque está latente el temor a que en algún momento ocurra. Por eso hay alarma respecto a los palmares de Rocha.
Si se comprueba que el ataque es solo a la palmera canaria, y no a otras, quizás lo razonable sea sustituirlas por las llamadas palmeras Pindó, naturales de Uruguay. De tronco delgado y copa espigada, es una palmera usada en parques y plazas. Si se decide que tomen el lugar de las actuales, el típico alineamiento en Bulevar Artigas no sería igual, pero tampoco dramáticamente distinto. Pero antes, debe haber absoluta certeza de que a ellos no los afecta esta plaga.
En caso de descartarse, habrá que usar otras alternativas. Una posibilidad es plantar entre Garibaldi y el monumento a Luis Batlle Berres, el mismo árbol, la tipa, que hay desde Garibaldi hasta Punta Carretas y que le ha dado al bulevar su tradicional y noble aspecto. Son árboles que conservan su follaje en invierno, lo cual podría dar un aspecto sombrío en los meses de días cortos. Pero por tratarse de un bulevar ancho y con veredas amplias, quizás no sea un problema mayor. La tipa era uno de las especies favoritas del célebre paisajista urbano Carlos Thays (que tanto impacto tuvo en Buenos Aires y en Montevideo a comienzos del siglo XX). Si esa es la opción, le daría continuidad visual a Bulevar Artigas en toda su extensión.
Las actuales palmeras en la otra mitad del bulevar llegan hasta Millán. De ahí hasta Uruguayana, se optó por el Ibirapitá (el famoso “árbol de Artigas”), el mismo que se ve en la avenida del Libertador con sus copas frondosas y sus flores amarillas en verano. Quizás ese tipo de árbol pueda usarse en el resto del trayecto, entre Millán y el Nuevo Centro.
Se pueden considerar otras opciones. Por ejemplo, pensar en que esas 20 cuadras sean una especie de “Unten den Linden”, o bajo los tilos, como la famosa avenida berlinesa. Se trata de un árbol hermoso, frondoso y fresco en verano, con un otoño de definido color amarillo y de hoja caduca en invierno, una ventaja que deja pasar la luz en los meses más oscuros. Por su aspecto, tamaño y longevidad, le daría elegancia y personalidad a Bulevar Artigas, si esa fuera la opción.
Otras alternativas serían el Liquidambar, un árbol de inusual belleza, frondoso en verano y de hermosos colores dorados, rojos, violetas y amarillos en otoño. Está el Ginko Biloba, usado en muchas ciudades porque ayuda a limpiar el aire y que en Montevideo se lo aprecia en la calle Sarmiento. Queda el clásico Plátano quizás el más noble y elegante de todos, pese a ser resistido por su molesta pelusa en primavera. En los últimos tiempos se usa una variedad menos agresiva. No sería indicado el Fresno, eliminado de un tramo de Bulevar Artigas por enfermarse con facilidad y por ser muy quebradizo.
A quien le interese el tema de los árboles de Montevideo, además de recomendar el clásico libro de Atilio Lombardo, hay uno de reciente aparición, claro y muy bien ilustrado de Eloísa Figueredo y Javier Lage. Opciones hay y la belleza de algunas especies compensarían el dolor de perder las actuales palmeras.
La Intendencia no puede esperar. Hay que eliminar cuanto antes las palmeras enfermas y sin perder tiempo pensar en su sustitución. Cambiará el paisaje, es verdad, pero peor es seguir con este espectáculo triste y deprimente que dan las palmeras mortalmente enfermas.
Manos a lo obra entonces.