Un país caro

El Presupuesto ambientó el necesario debate acerca del rumbo del país. Las distintas miradas hablaron. Cada una desde su visión y también desde sus concepciones. Hablaron realidades y filosofías. Entendemos al país de diferente manera y leemos al mundo desde otros ángulos. Hoy, más ciertos los nuestros. Estribados en la incertidumbre, ellos.

Plantean un Presupuesto con gasto basado en el esquema y nivel de la Rendición de Cuentas del año 2024. Incremental, comenzando en US$ 140 millones para el primer año y creciendo hasta completar US$ 240 millones en el último. Proyectan un déficit primario decreciente hasta llegar a cero en 2029 (-0,2 más precisamente). Gasto creciente y déficit primario decreciente implican ingresos crecientes.

Con nuevos impuestos y “eficiencia tributaria” piensan cerrar las cuentas.

Ven una aceleración del crecimiento: de 6,4% para el quinquenio a 12,8%. Inflación controlada, sin baja sustantiva respecto al 4,5% actual. Empleo creciente, con una elasticidad producto menor a la del período anterior, exportaciones que neutralizan el crecimiento de las importaciones, un dólar que crece al ritmo de la inflación descontada la inflación de Estados Unidos y una deuda estabilizándose en torno al 65%, aunque cinco años después. Ese es el esquema básico del planteo, al que agregan la frase “en un marco de incertidumbre mundial”.

No le van a errar por la incertidumbre mundial. Le van a errar porque no cierra. Porque no estamos leyendo bien el mundo y porque somos imprudentes.

A este nivel de gasto se lo llamó “carnaval electoral”. Estuvo muy por encima del tope fijado por la propia Regla de Gasto. La rigidez del gasto nominal, sumada a los acuerdos de recuperación salarial y a la baja de la inflación, generaron ese incremento. Fue el proceso institucional de decisiones, no la intencionalidad. Pero fue. Hoy se repite y se agranda el riesgo. En el gasto no hay incertidumbre: es rígido.

Para financiarlo se introducen cuatro impuestos, o cinco si contamos el de los agrotóxicos: el Mínimo Complementario Global de la OCDE, el TEMU y dos impuestos sobre los rendimientos de capital en el exterior y de sociedades extranjeras en Uruguay. Los dos últimos rinden poco y afectan mucho.

El Mínimo Global no incluye a Estados Unidos, China ni India. Tan global no es. Implica un cambio en las reglas de juego para quienes vinieron con promesas explícitas de estabilidad, por lo que el propio gobierno se reserva la facultad de exonerar si complica.

El TEMU es perfecto para el estatista: hace pagar lo que antes no se pagaba y perjudica al comercio, porque eleva el valor de lo que se puede comprar. Se pasa de US$ 600 a US$ 800 de una vez. No vendrá solo “porqueriaje”: vendrá todo. Ese impuesto rendirá varias veces más de lo que se dice.

Luego viene la “eficiencia tributaria”, que es sencillamente que te la van a dar. El POS ya está y los controles cruzados también. Se multiplican las actuaciones de los organismos recaudadores. La presión fiscal es alta y se proyecta subirla de 27,4% a 28,9% en 2029.

El costo de las empresas crecerá. Seguirá el endeudamiento en pesos o UI, el dólar continuará su rezago y el país será más caro. En esto tampoco hay incertidumbre.

El Índice Mensual de Actividad Económica viene en caída. Ya falló la primera proyección de crecimiento del gobierno. Con las expectativas ocurre lo mismo: no son de salto, sino de sobresalto.

La carne bajó de US$ 5,60 a US$ 5,10, la soja sigue lejos de sus mejores precios, el arroz no tiene referencia y cayó el área sembrada, la forestación no muestra un nuevo impulso. No hay nuevo salto productivo.

Argentina, Brasil y Paraguay ajustaron sus relaciones comerciales con Estados Unidos y avanzan con esquemas de competitividad tributaria y logística. La incertidumbre no es si eso impacta, sino cuánto.

Al Uruguay caro lo pagarán productores y trabajadores. Los primeros perderán mercados; los segundos son caros en dólares, pero con salarios de bajo poder de compra porque el país es caro. Eso desincentiva la inversión y pone en riesgo el empleo.

Que somos caros es cierto. Que tenemos un super Estado es cierto. Que la presión fiscal es altísima es cierto. Que los sueldos compran poco es cierto. Que la región se acomodó es cierto.

No hay incertidumbres.

No le echemos la culpa de nuestras desgracias a la incertidumbre.

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