Sin relinchos

El periodista no estaba distraído ni bromeaba. Sabía perfectamente lo que decía. Su intención era clara y apuntaba bien. No propuso sacar del Escudo ni el símbolo de la abundancia, ni el de la fuerza, ni el de la justicia. Le apuntó al caballo. Al símbolo de la libertad. Le apuntó a lo que más molesta a los socialistas. A la libertad. A la de la gente respecto del sistema y a la de la Patria misma.

Quería un tambor en el escudo en vez del caballo, porque un porcentaje pequeño de la población anduvo alguna vez a caballo. Estoy seguro de que es más pequeño el porcentaje de la población que alguna vez aró la tierra con un buey. No deben ser tan grandes las porciones de la población que utilizan la balanza o que han visitado el Cerro de Montevideo en los tiempos actuales. Pero eligió el caballo. Quiso borrar la idea de la libertad.

Al Escudo le tocó ahora. A lo largo del tiempo y en esa idea de desacreditar el valor de nuestras instituciones y de nuestros valores, la izquierda ha ido tocando cada uno de nuestros símbolos patrios. Es una forma de dar su batalla cultural. El advenimiento del nuevo tiempo. Del país que nace con ellos. Del pasado que nunca existió y que si existió no tiene nada que valga la pena. Se encandilan en modelos que existen sólo en sus cabezas. En ideas autoritarias a las que disfrazan de democráticas. Usan ejemplos de afuera para negar valor a lo de adentro. Gozan de los fracasos del país y sufren sus felicidades. Menosprecian las conquistas del pasado. La historia de esta Patria les duele en el alma. Cuando desacreditan los símbolos están expresando su intención. No se puede leer de otro modo.

La Bandera no es un trapo. Es el símbolo de nuestras luchas y de nuestras conquistas. Es el símbolo de nuestra unidad. Es la que encabeza nuestras celebraciones republicanas y es el símbolo de nosotros. Esa Bandera somos todos y es nuestra historia. Cuando hubo bandos, fue bandera de todos los bandos a la vez. Su sol es de lanzas y fuego. Sus colores, los de la bicolor. Sus franjas, los hijos del País estén donde estén. No es un trapo.

Qué respeto pueden tener por la bandera los que se robaron la bandera sagrada de los Treinta y Tres. Hicieron desaparecer la de “Libertad o Muerte”. No sabemos nosotros ni saben ellos cuál fue su fin. No aparece porque no la tienen. Era contra el gobierno. En su revolución de boquilla, que sólo fue relajo. Ahora son gobierno. Fueron gobierno 15 años. Nunca apareció. Vaya a saber el destino que le dieron. Seguro la trataron como un trapo.

Qué distinto a aquellos muchachos que entraron al mercadito del Toba en Buenos Aires aprovechando el cambio de guardia. Que lo arriesgaron todo para que los que se llevaron al Toba no se fueran a llevar su bandera. Que reconquistaron esa banderita como símbolo eterno de la libertad. Que así la tenía Wilson en su pared en su exilio.

Qué distinto a lo de Leoncito Daguerre cuando cayó en 1904 con tan sólo 15 años, y lo único que pidió fue “No dejen caer esta bandera”, y aquel otro niño, Manuel Flores que no la dejó caer.

Al himno lo llevaron a versión murga. El himno no es una letra. Es una letra y una música. Que aprendimos a respetar las dos cosas. Que en señal de nuestro respeto a la Patria no andamos cantando sino en ocasiones relevantes. Que lo hacemos con orgullo y en unidad. Que no cabe andarlo manoseando. Su letra habla de compromiso. De compromiso hasta la muerte. Habla de Patria. Es de todos. No es para que ningún atrevido lo ande toqueteando por más célebre que se auto perciba. Para toquetearlo que antes nos consulten.

Ahora la marcha Mi Bandera le molesta a los docentes. En las Asambleas Técnico Docentes se expresó que los rituales alrededor del concepto de “patria” implican la imposición de actos que constituyen violencia institucional. Que estas prácticas implican colocar a niños y niñas a realizar acciones tales como desfilar frente a banderas, prometerle fidelidad al pabellón o entonar frases como “no reclamo más honor que morir por mi bandera” sin tener noción del alcance simbólico de esas acciones y palabras. Lo escribieron en la exposición de motivos. A confesión de parte, relevo de pruebas. Les molesta el concepto de Patria.

Quieren destruir todo apego a los símbolos. Romper con lo que los símbolos simbolizan. Seguramente porque esa memoria sea su peor enemigo. Otras ideas, más exitosas. Otros valores, más nuestros. Otros modos, más naturales. Quieren el País, pero no la Patria. No valoran su pasado ni sus logros. No dan valor a las conquistas de derechos y de libertades. Comparan sus mínimos avances-dudosos avances- con las conquistas de todos los tiempos, desde la propia concepción republicana que inspiró nuestra vida desde el propio nacimiento.

El periodista no se equivocó. Muy bien sabía lo que hacía. No fue distracción. Fue intención. La libertad les duele y la quieren fuera. Fuera de todo. Hasta del Escudo. Quieren callar el relincho de la Patria y a la Patria.

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