El de la campaña política brasileña. Como era de esperarse, Bolsonaro se concentró en atropellar a Lula con el tema de la corrupción, (personal y política). Cantado.
Pero lo que no estaba cantado era cuál sería la postura de Lula: ¿Negar? ¿Contradecir? ¿Hacerse la víctima? Algo de eso hubo, pero el énfasis de Lula en su defensa propia, pasó sustancialmente por otro lado: las virtudes de su gobierno y los efectos favorables que el mismo habría tenido para o povo.
No llegó a reencarnar aquella famosa frase de “rouba mas faz”, atribuida a Adhemar de Barros y consagrada como auténtica caricatura de la política brasileña, pero no dejó de ser una señal, poderosa, de cómo Lula quiere encarar su candidatura y su relación con el electorado: ladren todo lo que quieran, pero yo fui mejor gobernante que Bolsonaro.
En lo que bien puede tener razón. Pero el punto al que quiero llegar es el del reverso: ¿qué significa para una sociedad, para una Democracia, el colocar la moral pública por debajo de la eficiencia? El hacer antes que el respetar.
Cierto es que Lula fue absuelto de (¿todos?) los crímenes por los que había sido condenado, pero ello se dio sobre la base de consideraciones procesales. No significa eso que sean truchas, o que lo procesal no alcanza el nivel de la realidad. En definitiva, lo que ocurrió es que la justicia brasileña decidió que la presunción de inocencia de Lula fue destruida de forma ilegítima. O sea, no lo proclamó inocente, sino no culpable. No es poca cosa, y, en definitiva, todos estamos en esa categoría, mientras no se pruebe lo contrario.
Pero el de Lula no fue un caso como el de “todos”: en definitiva, su propuesta es, “elíjanme a mí, porque mi eficiencia supera el manto de sospecha que me cubre”.
Y eso da pa pensar.
La primera y más obvia reflexión es que el caso Lula ejemplificó aquello de que el fin no justifica los medios y si bien hay un abismo entre la justificación de la tortura que hacían los militares en tiempos de guerrilla y la de la “delación premiada” de Moro y sus boys, ambos métodos son inaceptables. Y, además, terminan produciendo resultados contraproducentes, (es muy probable que, si no hubieran sido encerrados, ni Mujica hubiera llegado a presidente, ni Lula ganaría la próxima elección en Brasil).
Pero volviendo al tema más de fondo (y recordando que no soy nadie para juzgar), hay cosas para reflexionar.
Brasil va a elegir presidente (al menos todo apunta para ese lado), a una persona marcada por la sospecha de corrupción (a la que contribuyó, recordémoslo, el inefable Sr. Mujica, cuando afirmó que Lula no podía gobernar sino era con el “mensalao”).
Cabe entonces preguntarse, ¿por qué?
¿Por qué es una sociedad con ciertos baches morales? Y, sí. Denle la vuelta que quieran, pero no se puede escapar que buena parte de la sociedad brasileña, parece encaminada a minimizar o relativizar ciertos valores morales.
El contraataque inmediato de muchos es que la culpa la tiene “el sistema político”: la escasez de líderes políticos (Bolsonaro no es, propiamente, Pericles) y la desaparición de los partidos políticos establecidos. Ambas cosas son ciertas, pero no por ello endilgables a “un sistema”, algo ajeno a mí, a la sociedad, una culpa de “otros”.
Enfocando otro aspecto, en el contexto de que Lula va a ganar: si eso ocurre, al Brasil se le van a abrir algunas interrogantes muy relevantes:
¿Cómo interpretará Lula su victoria: cómo una licencia para actuar sin inhibiciones morales? ¿Se sentirá, además de reivindicado, omnipotente?
¿Y el resto de la sociedad: trabajadores, profesionales, empresarios, estudiantes…, razonarán que, al fin y al cabo, sacar la tuya, si no te pescan, no está mal?
Junto con el futuro gobierno, Brasil se juega la composición moral de su sociedad y de su Democracia.
Algo que todos haremos bien en seguir muy de cerca, con humilde atención.
¿Nosotros, estamos dispuestos a intentar el irla llevando, sin esforzarnos por incidir en el funcionamiento de la Democracia, aceptando que los partidos políticos se vayan desmembrando y el poder quede en manos de cualquiera, con la esperanza de que no lo hagan demasiado mal, no se metan conmigo y no sean demasiado deshonestos?
Italia está tratando de hacer funcionar ese modelo…