El indiecito se llamaba Manuel Artigas, y yo supongo que no fue casualidad que se llamara así.
Los viejos historiadores explican que los indígenas adoptaban el nombre de los españoles o los criollos que más les gustaban y ponen el ejemplo del charrúa que se llamó José Rondeau o de Andresito Guacurarí, que firmaba Andrés Artigas.
También un negro suicida de nombre Crispín decía en Montevideo, que era sobrino del general y que su nombre completo era Crispín Amores Artigas. Diques de bacán que se daba un moreno esclavo y fantasioso.
Otros caciques charrúas en tiempos de la revolución de la independencia, se llamaron menos pomposamente: "El Gordo", "Don Agustín" o "Moreira" (¿Quién habrá sido el premonitorio Moreira que provocó admiración charrúa antes de Eduardo Gutiérrez y su melodramático "Juan Moreira"?
Yo reconozco: los indios tenían esa hermosa costumbre de admiración nominativa. Pero en el caso del Caciquillo, basta hacer un cálculo cronológico para llevarse una sorpresa. El Caciquillo, que por algo llevaba este apelativo juvenil, ya era capaz de dirigir una arriesgada operación de comando en 1804: le sacó por una picada desconocida cientos de caballos al coronel Rocamora, que comandaba 300 hombres, asentados en un fuerte del desierto (y está documentado). Se supone por consiguiente, que el Caciquillo debió nacer unos 17 o 18 años antes de esta hazaña; digamos, en 1787.
Pero a esa fecha ¿Quién que tuviera de apellido "Artigas" y fuera famoso, portaba en esta parte del mundo, como nombre de pila: "Manuel"? ¿Cómo pudieron los infieles de Arerunguá adivinar que había uno o dos "Manuel" Artigas, que iban a ser conocidos siete años después, a partir de 1811?
Pudo ser posible que el muchacho adoptara su nombre a la española siendo adolescente, pero hay papeles escritos donde se prueba que en octubre de 1811 ya era conocido el Caciquillo, bajo el nombre de Manuel Artigas. ¿Qué habían hecho para ese entonces el hermano o el primo de José Gervasio? "Manuel" Artigas no es nombre que haya llegado a la Sierra de boca en boca. Es para suponer que en el Lejano Norte, sólo José Gervasio pudo ponerle "Manuel", al Caciquillo.
El apellido Artigas era famoso al norte del río Negro porque Juan Antonio Artigas, era conocido por sus hazañas, desde una época bien precisa y muy anterior: a partir del 27 de febrero de 1732, cuando salió a campaña por primera vez y se internó en el norte y trajo a la ciudad a los caciques infieles que confiaron en él.
Yo sé. El origen del nombre puesto al Caciquillo, es conjetural, pero la suma de varios indicios puede llegar a componer una plena prueba, según afirman los grandes jurisperitos y según lo instituye el Código Napoleón.
También el Código Penal de 1934, admite esa manera de componer una evidencia; y mucha gente va presa debido a dos a más indicios coincidentes. Cuando estaban de moda los fusilamientos, hubo ajusticiados por mera convicción indiciaria.
Que un indiecito se llamara Manuel Artigas, "antes" de la aparición de ninguno de los "Manuel Artigas" históricos, permite pues, empezar a presumir la paternidad de José Gervasio; es un principio de prueba que se une al principio de prueba por escrito que contiene la famosa carta del Jefe de los Orientales que termina diciendo: "Tu padre, Artigas".
EL LENGUAJE. Hay un segundo indicio vehemente a favor de la paternidad de Artigas. Pero para apreciarlo en todo su valor hay que ser baqueano en papelería artiguista y respetuoso de las palabras.
La relación de José Artigas, con el Caciquillo es de vida o muerte, como se demostró a lo largo de nueve años y tres guerras (contra los españoles imperiales, contra los porteños centralistas y contra los portugueses invasores). En este punto no puede haber dos opiniones. Hay 300 documentos probatorios.
Desde 1991 (cuando el Caciquillo empezó a existir para la historiografía uruguaya) hasta ahora, nadie ha podido negar que la relación de Artigas con el Caciquillo es de vida o muerte, como se demostró, a lo largo de 9 años y 3 guerras. Y es esa lealtad (a esa devoción) inexplicable para historiadores distraídos, la que se une un doble fenómeno verbal apabullante:
UNO: Artigas habla del Caciquillo, como no habla de nadie; y DOS: Artigas le habla al Caciquillo, como no le habla a nadie.
Fenómeno verbal UNO: La carta que Artigas le manda a José Ambrosio Carranza del 2/11/811, desde las Puntas del arroyo Perdido, donde le dice:
—"Auxiliará usted a la mayor brevedad a MI Caciquillo, dándole orden de partir para los indios bravos, a fin de que estos nos auxilien con sus brazos en una causa que también es la suya; para ello, aconsejará usted de mi parte al Caciquillo. Emplée cuantos medios razonables estén a su alcance." (1)
En esta frase el posesivo "mi" cobra una sugestión, única. Es común decir en una carta: Mi querido Manuel, por ejemplo; pero no es común decir: "mi Manuel" con referencia a otro hombre, cuando se escribe a un tercero.
Fenómeno verbal DOS: Gasté (invertí) muchos años en recorridas atentas, leyendo y fichando el Archivo Artigas, (son más de 30 grandes tomos) y nunca pude leer algo que se acercara al tono y a la manera de hablar que emplea Artigas en su carta al Caciquillo, la que, a mayor abundamiento, termina diciendo: "Tu padre, Artigas".
Busqué y comparé ejemplos de personas estrechamente vinculadas al prócer y hallé dos: Fernando Otorgués (primo y compinche de toda la vida) y Andresito Guacurarí, (un tape "adoptado hijo de Artigas que firmó siempre Andrés Artigas", según escribe Alberto Methol Ferré).
A OTORGUES, Artigas lo tutea y lo trata como a un hermano menor.
—"Por Dios, Otorgués, abramos los ojos. He leído tu comunicación del 21 del corriente y me he impuesto de los últimos pliegos que me ha remitido Vigodet y me he estremecido a la vista de tamaña intriga...
Es insufrible y vergonzosísimo para nosotros que ellos piensen alucinarnos... con pillerías doradas... No, Otorgués, estamos peleando contra Buenos Aires, pero no es porque seamos adictos a la causa de Montevideo; hay muchísima diferencia entre lo uno y lo otro. Montevideo... trata de ver si puede conseguir que nos rompamos la cabeza uno a otro y por eso trata de... hacerles creer (a los porteños) que estamos complotados con él (con Vigodet).
Otorgués, mi amigo, convencete, Montevideo lo que quiere es que los americanos nos destruyamos unos a otros...
Mirá (sic) que los momentos son muy preciosos...
No, mi Otorgués. Esto llega a lo negro.
Por ningún modo ni pretexto alguno quiero que los buques de Montevideo anden por ahí. Echálos afuera.
Hostilizálos en toda forma que te sea posible...
Todo lo espero de la amistad que me profesás y con la que soy tu mayor amigo (25/8/814)" (2)
La colocación de tildes en esta copia (que se conserva en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro, autenticada por el propio Artigas) es un tanto errática; el copista escribe "combenceté", pero escribe "mirá" (con tilde), aunque en otros verbos el tilde no aparece, como no aparece en palabras como "ningún", "también", "común" o "desunión"; tampoco hay tilde en "la amistad que me "profesas", que yo leo sonando "la amistad que me "profesás" (en ese caso y otros similares, acentúo a la criolla por pura presunción).
A Andrés Guacurarí (o Andrés Artigas) indio y caudillo de Misiones, Artigas le escribe después del Combate de San Borja con un tono paternal:
—"Siendo Ud. alto objeto de mi estimación, con alto dolor mío, dígole que Ud. no ha observado celosamente las repetidas y terminantes órdenes que le dirigí a Santo Tomé. Debió atacar y tomar San Borja, sin lástima y sin pérdidas de tiempo".
"No protesto porque Ud. sea particularmente responsable de los irremediables contrastes sufridos; antes bien hago un llamado a su corazón y espero que sabrá recuperar con valentía, cuando yo lo disponga y avise, la espada que perdió frente al pueblo de San Borja, su amada cuna y la de sus padres. José Artigas" (3)
Comento: Ni en medio de este reproche paternal (duro y cariñoso a la vez) pierde Artigas la compostura del estilo ni acorta las distancias del trato. Le sigue diciendo de usted a su hijo adoptivo (indio). Mientras que a sus hijos de sangre, los tutea.
Artigas tutea al Caciquillo, pero no tutea a Miguel Barreiro, su sobrino, que lo acompaña desde el inicio de la revolución, en 1811, cuando Barreiro tenía de veintidós años y Artigas, cuarenta y siete.
Artigas tampoco tutea a Frutos Rivera, que es su oficial preferido; a Rivera, en el momento más comprometido, le confía la suerte todos: parar a Dorrego que se supone que trae una fuerza invencible (Batalla de Guayabos, 10/1/815). Rivera tiene en ese momento, menos de 30 y Artigas, más de 50. Pero mantiene, invariablemente, el trato formal: "Usted".
PRUEBA POR SINTAXIS. En el caso del Caciquillo, cuando Artigas le escribe la carta que termina "Tu padre, Artigas", el tuteo y la conjugación rioplatense son inequívocos. Dentro de un lenguaje absolutamente coloquial, Artigas le escribe al Caciquillo:
—"Yo estoy seguro de estar siempre con vos, así como vos debés siempre contar conmigo".
Decir "vos debes" (sin tilde, como está escrito en la copia que quedó en el Archivo de Buenos Aires) hubiera sido tan afectado como ridículo, debido al pronombre usado: si le dice "vos", tiene que decir, necesariamente: vos debés.
A ningún otro indio, ni persona alguna, Artigas lo trata "de vos" (lo cual presupone una confianza extrema).
Los indios eran ceremoniosos, se ve claramente cada vez que se documenta su actuación pública. Por lo mismo que no escribían, sus gestos como en el formulismo romano, eran rituales y estaban cargados de significación.
Artigas tuvo una amistad estrecha con muchas tribus indígenas, pero no conozco ningún otro papel donde Artigas les haya escrito a los indios, en términos de entrecasa; al revés, aparece siempre como muy respetuoso y atento a las formas de la cortesía.
ESPEJO. Antonio Díaz (nacido después de la muerte de Artigas, pero hijo del general del mismo nombre que fuera contemporáneo y colaborador del Jefe de los Orientales) escribe con datos obtenidos de su padre, por tradición oral.
Díaz pinta de modo muy convincente un rasgo en la personalidad de Artigas, que importa considerar, al tratar las pruebas que estamos manejando.
Escribe:
—"Todos los actos de la vida de Artigas, aún en sus más insignificantes manifestaciones, estaban sujetos a un estudio y sistema adecuados a las costumbres de que se rodeaba. En vez de imprimir hábitos, tomaba los ajenos. Véase un ejemplo: Estando con sus milicias en el sitio de Montevideo, se encontraba en su alojamiento en el paraje conocido hoy por "Las tres cruces".
En ese momento estaba comiendo con algunos jefes de sus divisiones, y otras personas que acababan de llegar de Buenos Aires. En todo había guardado una actitud relativamente decente, hasta que se le anuncia la llegada de un paisano que desea hablarle.
—"Hágalo dentrar" - dijo. Y apenas es introducido el campesino, Artigas se vuelve en su asiento de espaldas a la mesa, cruza las piernas y abandonando toda actitud de compostura, toma la carne con la mano izquierda y con el cuchillo en la otra, empieza á comer cortando la carne ya tomada con los dientes, y entabla su conversación con el paisano, produciéndose la charla en un lenguaje que no había usado momentos antes.
De este modo se ganaba la voluntad de aquellas gentes viéndose preferentemente tratados sobre las personas de distinción y valer que acompañaban muchas veces al caudillo." (4)
Para quien está acostumbrado a manejar el fondo documental referido a Artigas, llama la atención el barbarismo extremadamente familiar que emplea para dirigirse al Caciquillo: "vos debés". Si se tratara de una investigación de la paternidad, yo diría: la evidencia está en "vos".
Y se puede agregar una deducción más, atendiendo a la regla del trato espejo que practicaba Artigas, según Antonio Díaz. Si Artigas le dice de "vos" al Caciquillo, lo normal sería que el Caciquillo le dijera de "vos" a Artigas.
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(1) Maggi, Carlos, "Artigas y su hijo el Caciquillo", Ed. Fin de siglo, Montevideo, 1991, pág. 23; y Archivo Artigas, Tomo VI, pág. 22.
(2) Maggi, Carlos, O. Cit, pág. 167. Archivo Artigas, Tomo XVIII, pág. 377
(3) Cabral, Salvador, Editorial Castañeda. Buenos Aires, julio 1980, págs. 118 y 119
(4) Diaz (hijo), Antonio, "El General D. José Artigas. Rectificaciones y juicio crítico sobre la vida pública de dicho personaje, a propósito de las conferencias pronunciadas por el Doctor J. P. Ramírez, en el Ateneo de Montevideo y dedicado al distinguido publicista Doctor D. Juan C. Gómez", POR UN VIEJO ORIENTAL (Díaz, Antonio 1831-1911), Buenos Aires, Imprenta de Pablo E. Coni, 1880, págs. 13 y 14