Nudo gordiano

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Nuestro país, que se promueve al mundo como un destino turístico muy atractivo principalmente por sus características naturales, aún no ha hallado una solución aceptable a un antiguo problema hidrológico que ocurre en el este de su territorio.

Nos referimos al comportamiento de las aguas de la laguna Negra y de una zona de los Bañados de Rocha.

A pesar de que numerosas obras se iniciaron hace más de 120 años, se puede concluir que la región sigue esperando la ejecución exitosa de un gran plan regulador que combata la anarquía y dé respuestas a su principal desafío: implantar un modelo de desarrollo que sea sustentable, armonizando la producción agrícola-ganadera, la conservación de los bañados, el desarrollo turístico de La Coronilla y su zona de influencia, la correcta gestión del agua dulce, así como la efectiva protección contra las inundaciones cíclicas que padecen por ejemplo las poblaciones de San Luis y Barrancas.

Porque lo que tenemos es un puzle de remiendos que se desea corregir, pero con una lentitud exasperante.

El comportamiento del sistema hidrológico de Rocha está distorsionado. Entre los eventos naturales y las obras de ingeniería, son numerosos los factores que condicionan la conducta de las aguas.

Por tratarse de un territorio definido por amplias extensiones de tierras bajas -inundadas e inundables- que además incluyen el comportamiento cíclico del gran río Cebollatí, no cabe ninguna duda en cuanto a la necesidad de contar con un plan nacional bien estudiado, planificado y coordinado, capaz de llevar a cabo todas las correcciones que sean necesarias y, al mismo tiempo, la ejecución de nuevas obras que se identifiquen como prioritarias.

Estamos hablando del abordaje técnico de los canales hoy existentes (Nº 1, Nº 2, Andreoni, etc.), de represas y diques de contención, que hoy condicionan la dinámica hídrica de ese territorio, capaces de llegar a provocar fuertes impactos negativos en la producción agropecuaria, en las comunicaciones (red vial), en la calidad de vida de algunos centros poblados, en aprovechamiento de la costa oceánica.

Es un hecho que el Plan de Regulación Hídrica de Rocha creado en 2004 por el Decreto Nº 229/004, avanzó a paso de tortuga.

Si bien cambió el enfoque equivocado de aquellos tiempos en cuanto a considerar el criterio del drenaje de los bañados como la mejor solución para abordar los excesos pluviales, su implementación se hizo tan, pero tan lenta e inconexa, que seguimos enfrentados a casi los mismos problemas de fondo. Las recientes obras terminadas -y las en curso- ayudarán a enfrentar los desbordes normales de las aguas de la zona (pero no si ocurren crecientes extraordinarias), canalizándolas hacia la laguna Merín. La laguna Negra requiere la construcción de alguna compuerta reguladora de flujos hídricos. El balneario La Coronilla necesita que el canal Andreoni desagote volúmenes bastante menores de agua a su playa, que no provengan de la laguna Negra por su puzle.

Queda claro que estamos muy lejos de tener el asunto resuelto. Pero también que, más temprano que tarde, hay que contar, de una vez por todas, con un gran plan regulador moderno y efectivo, resultado de una acertada política de Estado que esté por encima de especulaciones políticas.

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