Milei en la danza de los vampiros

De comprobarse todo lo que están revelando los audios que han puesto al gobierno en estado catatónico, no se trataría de un caso más de corrupción en un país en el que la corrupción es la regla. Aún si se tratara de la continuidad lineal de un mecanismo de sobornos que lleva muchas décadas y atraviesa gobiernos de distintos signos, que ocurra en el gobierno de Javier Milei tiene un agravante: la magnitud de la estafa política a la sociedad y al electorado que lo votó por su promesa de terminar con todos los vicios de la dirigencia política (la “casta”), empezando por la corrupción.

Sería un delito también agravado por el vínculo: la principal implicada es Karina Milei, la hermana simbiótica del presidente. Esa masa de votantes podía perdonarle todos los errores que Milei y su todopoderosa hermana pudieran cometer por la inexperiencia y por la ingenuidad que suele caracterizar a los outsiders.

En definitiva, esos rasgos corroboran su naturaleza ajena a la decadente y corrupta clase política a la que prometieron destruir para extirpar esos males endémicos.

El núcleo duro de las bases mileístas se identifica con el extremismo conservador y con la furia y los desequilibrios emocionales que recurrentemente convierten al presidente en un volcán de insultos y descalificaciones cargadas de obscenidad.

Lo que falta ver es si también le resulta indiferente que su entorno más íntimo sea una camarilla de corruptos de igual o peor calaña que la del kirchnerismo más cerril. Porque de corroborarse lo que están supurando un puñado de teléfonos celulares, no se trataría de coimas aisladas, sino de un mecanismo diseñado para delinquir robando fondos públicos a través de empresas proveedoras del Estado. Y hay un agravante aún peor: la abyección de robar en un sector de altísima sensibilidad por tratarse de las personas con discapacidad, a las que la moto-sierra de Milei le había talado sin piedad la asistencia en medicamentos y tratamientos terapéuticos.

Sería un equivalente al crimen del cura César Grassi, quien sometía a sus bajos instintos sexuales a niños huérfanos que se supone debía proteger.

Por cierto, la pedofilia es un crimen aberrante en cualquier caso, pero el de Grassi causó una sensación de náusea más honda y repugnante porque ese sacerdote dirigía un orfanato y ganó fama recorriendo canales de televisión, pidiendo ayudas económicas para los chicos que albergaba.

No es común en las democracias que un presidente y su gobierno sean definidos con la palabra “cruel”. Ese adjetivo se usa para describir a quien se deleita haciendo sufrir a otras personas, o disfruta el padecimiento de otros. Su raíz en el latín “crudelis” refiere a la impiedad y a lo que hoy se considera sadismo.

Las expresiones de Javier Milei al referirse a las víctimas de sus recortes en sectores de alta vulnerabilidad, pusieron la palabra “cruel” en el debate político.

Si había un defecto que el gobierno no podía tener es, precisamente, la corrupción. Y si había un sector en el que más repulsión causaría el robo de fondos públicos es, precisamente, en el referido a la salud y a la discapacidad.

Desfinanciar la salud pública y maltratar salarialmente a los médicos, embestir contra hospitales tan valorados como el Garraham, sumado a los recortes de subsidios a personas con discapacidad, agravan el impacto de este caso.

Sin embargo, aún probándose que la mesa chica del presidente que acusa a los periodistas de “ensobrados” recogía sobres con miles de dólares que estaban destinados a atender a discapacitados, es probable que la polarización llegue hasta los comicios de setiembre y octubre, favoreciendo las a listas oficialistas.

Podría haber una fuerza inercial en la decisión mayoritaria de quitarle al kirchnerismo su bastión bonaerense y minimizarlo en el resto del país. Y para votar contra el kirchnerismo, la opción visible hoy es el oficialismo.

Al fin de cuentas, no se equivocó Tato Bores al decir que “los argentinos exigimos más antecedentes a una empleada doméstica que a un diputado”. Obviamente, la idea incluye a presidentes.

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