Los Orientales. Uno del Río de la Plata, el otro del Pacífico. Juntos, desde hace décadas, forman un dúo que no solo fusiona culturas, sino que encarna una idea profundamente uruguaya: la de abrirse al mundo.
La historia comenzó con un encuentro casual en 1986, cuando Hugo Fattoruso, de gira en Japón, conoció a Tomohiro Yahiro. La complicidad musical fue inmediata. El proyecto tomó forma años después, en 2007, con la grabación de su primer disco en Japón. Desde entonces, han recorrido el mundo.
Dos Orientales representaron al país en el día asignado para Uruguay en la Expo Universal de Osaka. Acompañados por las lonjas de Cuareim 1080, ofrecieron una memorable actuación que resumió lo que cuesta explicar con palabras: quiénes somos, de dónde venimos, y cómo nos vinculamos con el mundo.
El auditorio estaba colmando de japoneses, al igual que todo el predio de la Expo a donde ya ingresaron más de 10 millones de personas, y se espera que 18 millones más lo hagan antes de su cierre en octubre. Por el stand de Uruguay ya pasaron más de un millón y medio.
Al igual que hace 4 años en Dubái, estuve presente y pude recorrer varios pabellones. Es muy valioso ver como los países se presentan al mundo. Si hay algo que encontré en común entre las diversas propuestas fue la intención de congregar tecnología con valores humanos básicos. Poner lo natural por encima de lo artificial, lo humano por encima de lo automático.
Japón exhibe circularidad. China muestra músculo. Otros países de la zona como Corea, Singapur, Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas y Vietnam destacan sus recursos naturales potenciados con tecnología. Estados Unidos pone foco en el espacio. Alemania, en las ciudades del futuro. India, en su cultura milenaria. Arabia Saudita, en su colosal proyecto urbanístico Neom.
Países de menor tamaño se focalizan en un tema central. Bélgica apuesta al desarrollo de vacunas. Irlanda y Australia al valor de la naturaleza. Austria conjuga arte y ciencia. Portugal se centra en el turismo, y Luxemburgo en la calidad de vida.
América Latina tiene tres protagonistas destacados: Perú y Colombia, con una trayectoria sostenida en marca país; y Brasil, con la ventaja de ser hogar de casi tres millones de descendientes japoneses.
En el marco del día de Uruguay en la Expo, hubo seminarios organizados por JETRO, la agencia gubernamental japonesa responsable de promover el comercio exterior y las inversiones. Tanto en Osaka como en Tokio, convocaron a centenares de empresarios japoneses interesados en Uruguay.
Las autoridades nacionales presentaron las fortalezas del país: instituciones sólidas y producción de alta calidad. El mensaje se amplificó con las voces de empresarios locales que destacaron la estabilidad, los incentivos fiscales, y las ganas de seguir invirtiendo en nuestro país, aunque comentaron con preocupación lo caro que es vivir en Uruguay. La autenticidad de esos testimonios captó la atención de muchos asistentes, varios de los cuales evalúan también invertir en países que compiten con Uruguay.
El director de JETRO abrió su intervención en Tokio recordando que, en ese mismo auditorio, también colmado con más de un centenar de empresarios japoneses, el presidente Lacalle Pou había estado tres años antes. Enfatizó que, en aquella ocasión, no solo presentó al país como es habitual, sino que respondió personalmente a las preguntas de los asistentes. Ahora, valoró la presencia de 35 uruguayos integrantes de una multifacética misión público-privada, reunida en el mismo lugar y con el mismo objetivo: fortalecer las relaciones comerciales entre Uruguay y Japón.
Así como cada integrante de la misión uruguaya tuvo encuentros privados enfocados en sus áreas de interés, pude visitar empresas y centros de investigación de primer nivel en Japón.
En Nagoya, estuve con los responsables de ventas de Toyota para América Latina. Fue inspirador recorrer con ellos sus instalaciones, que van desde sus orígenes industriales hasta el actual motor a hidrógeno, pasando por su avanzado proceso de automatización.
En Tokio, fui al banco Nomura para reunimos con las autoridades de su centro de investigación en políticas públicas. A partir de ahí, CERES es su primer punto de contacto en América Latina. Con el apoyo de nuestra embajada en Japón, avanzamos en cooperación académica con la Asociación Japonesa de América Latina y el Caribe, actor clave para darle difusión a Uruguay en amplia su red de contactos empresariales y diplomáticos.
Entre una reunión y la otra, resonaban en mi cabeza las palabras del representante de JETRO en América Latina que días atrás me había dicho: “ustedes tienen un gran país, pero necesitan que se conozca mucho más”. También me acordaba de Fattoruso.
Con el tiempo, experiencias en el exterior me confirman una intuición: el presidente y sus ministros le rinden más al país trabajando afuera que quedándose a cortar cintas o repartir medallas en ceremonias locales. Por entrañables que sean esas fiestas, el mayor aporte que pueden hacer a esos mismos pagos es abrir puertas en el exterior para que llegue inversión privada, trabajo y futuro.
Para avanzar no es necesario esperar invitaciones a visitas de Estado en países claves: un privilegio reservado casi siempre para las grandes potencias. Lo esencial es que las máximas jerarquías del gobierno estén presentes en los espacios adecuados.
Para lograrlo, hay que elegir eventos con inteligencia comercial, no por simpatías ideológicas, y aprovechar cada oportunidad que el mundo ofrece. Cuando se actúa con profesionalismo, los resultados pueden tardar, pero llegan. Mediciones hechas en otros países demuestran que el retorno es enorme.
Los gobernantes uruguayos, como si fueran “dos orientales”, tienen un impacto cuando están en casa y otro cuando están afuera. Y es afuera donde pueden aportarle más al país.