Nunca hubo tanto análisis sobre los 100 días de gobierno como ahora. Pasaban inadvertidos. No había necesidad de explicar porque estaba a la vista el rumbo. Apenas asumidos en 2020 se vino la pandemia, y los cacerolazos increíbles de aquella oposición, y pocas semanas después el presidente Lacalle Pou envió el proyecto de LUC al Parlamento, que ya había sido remitido en la transición a los partidos, conteniendo reformas y rumbos en una decena de temas distintos. De la economía, a la seguridad, de las comunicaciones a la defensa, de las relaciones laborales a la seguridad social, de la educación a la vivienda, entre otros. Se podría estar de acuerdo o no, pero ahí estaba el rumbo, cuidando de los embates del covid y reformando y abriendo caminos nuevos. No hizo falta un comunicado del Partido Nacional o de la Coalición listando lo que se hizo, estaba a la vista.
La semana pasada la presidencia se vio obligada a publicar un listado de almacén con cosas, que tituló como medidas. Fueron 46 variopintas. De todas, una destacamos como importante, las adoptadas para las fronteras para mejorar la competitividad en los precios. Esa es buena, una. El resto, va desde anuncios de proyectos sin ningún detalle y ni enviados, a medidas diplomáticas con consulados resueltas en nuestro gobierno y anunciar la instalación de consejos de salarios, que datan… de 1943; hasta la vicepresidencia de la OIT para Castillo, como si ello moviera la aguja a algún uruguayo. La reglamentación de una ley, como logro, insólito. La nada mismo. Nunca mejor aplicado aquello de “no aclares que oscurece”.
Pero como el relato hace a la realidad y los reclamos de inacción empiezan a surgir hasta de adentro del propio oficialismo, a alguien hay que echarle la culpa. Entonces aparece lo previsible, son los blancos que no dejan gobernar. Hasta ensayan una “moña” de jardín de infantes político, dicen “los colorados son más colaboradores”, intentando meter una basa en la coalición, pero los blancos son intratables. El ejemplo es la Caja Profesional, no pueden aprobar su salvataje, dicen, por los blancos. Son tan previsibles, y tan primarios que esperan que alguien olvide que ese tema podía estar resuelto si hubieran votado el proyecto de nuestro gobierno de 2023, que negaron por demagogia política.
Ahora con la experiencia y las circunstancias dos años posteriores pretenden que se vote a las corridas un embate impositivo, a tapas cerradas y al galope. En el medio mandan una rendición de cuentas del 2024 plagada de mentiras y con un peligroso endeudamiento que habla de las debilidades del equipo económico que no puede frenar el impulso gastador del FA que se financia con los bolsillos de la gente. ¡De eso también tienen la culpa los blancos! Y por si quedaran dudas del ánimo trancador de estos hijos de Saravia, el FA quiere crear el ministerio de Justicia y los blancos se oponen. Tenemos la manía de defender la República, la separación de poderes y de no querer que ególatras hagan de la Justicia su berretín personal al servicio de ideologías y grupos de poder. Tan sencillo y democrático como eso, y que traigan especialistas del mundo entero a decirnos lo contrario y darnos clase de ministerios de Justicia, que acá no corre.
Pero como la culpa es nuestra, ahora según informó en una nota “El País” esta semana, en el gobierno del FA están preocupados y atentos a la próxima Convención del Partido Nacional que elegirá el sábado próximo a nuestro Directorio. Dicen desde el piso 11 de la Torre Ejecutiva que prefieren a uno y no a otro, que hay alguno más dialoguista y otro más firme, que esperan que si se les da, puedan empezar a partir de sus presagios y deseos destrabar temas que le interesan al gobierno. Si no fuera que el periodista que lo informa es serio y muy profesional daría para pensar que es broma o mal gusto. Pero me confirman que la información es verídica.
El FA pretende elegir en el Partido Nacional. Pierden el tiempo. Una muestra más de la torpeza política y la falta de rumbo que los distingue estos meses de gobierno. Como dijo LP estaban prontos para ganar, pero no para gobernar.
El Partido Nacional no es una persona, por grande que fuera en su historia. No lo fue Herrera, no lo fue Wilson. Líderes indiscutidos sin duda, como lo es Luis hoy. Pero los blancos somos idea, como luce nuestro escudo. Si por un instante el gobierno de turno cree que encontrará alguien que le permitirá avanzar en aquello que no debería, esta rematadamente desnorteado. Que sepan desde ya, y parece mentira que no se hayan dado cuenta, que cada vez que quieran tomar el atajo de repartir sonrisas y abrazos fáciles y “sanatear” con diálogos vacíos no vamos a entrar en el show. La política del “buenismo”, es infértil. La buena política es debate de ideas, pluralismo y negociación democrática. No se elige al adversario, se lo respeta. Y eso es lo que tienen que hacer. Al Directorio blanco, lo elegimos los blancos.