Lecciones útiles

Se cumplieron dos años de la invasión de Ucrania por la Federación Rusa (aunque, en realidad, esa agresión ya había comenzado casi una década antes, con la ocupación de Crimea). El costo de la guerra es enorme. Ucrania admitió que sus fuerzas armadas habían tenido, en el curso de estos dos años, más de treinta mil muertos y esto es solamente una parte de la factura total del conflicto, hasta ahora.

La agresión rusa no ha conseguido los objetivos políticos perseguidos por Putin que, básicamente, consisten en la eliminación del Estado y la nación independiente de Ucrania. En cambio, lo que logró es forjar en el campo de batalla el espíritu de la sociedad ucraniana y lo ha hecho aún más fuerte.

La agresión rusa ha llevado a Europa a una situación que puede recordar los acontecimientos de la nefasta década de 1930. Solamente que, esta vez, no hubo un Múnich. En cambio, se produjo lo que el Canciller federal alemán, el socialista Olaf Scholz, describió como una “Zeitenwende”, un cambio de épocas para su país y Europa.

Pero ¿hasta qué punto podemos hablar de un cambio esencial?

Porque también se puede sostener que lo que hizo la agresión fue despejar las ilusiones que habían florecido desde la caída del Muro de Berlín, de que era posible integrar a Rusia en un espacio europeo, y que ello permitiría a los países de Europa occidental emprender una fuerte poda de su gasto militar. El famoso “dividendo de la paz”. Los hechos demostraron que esas ideas eran poco realistas, incluso ingenuas. La guerra solamente sacó nuevamente a la superficie las fuerzas más profundas que dirigen la vida de los Estados. Las tendencias de largo plazo que no habían desaparecido, sino solamente habían sido sepultadas bajo un manto de buenas intenciones.

Una de las ilusiones que se han disipado es el papel de las Naciones Unidas. La ineficacia de la organización mundial ha demostrado la sabiduría de la máxima del mítico diplomático árabe, de que, si se produce un conflicto entre dos Estados pequeños, entonces intervienen las Naciones Unidas y ponen fin al conflicto. Cuando se cristaliza un conflicto entre un Estado pequeño y una gran potencia, intervienen las Naciones Unidas y ponen fin al Estado pequeño. Y, cuando sucede un conflicto entre dos grandes potencias, entonces desaparecen las Naciones Unidas. Pero, no es que el sistema de la ONU haya funcionado mal; funcionó perfectamente. El error es esperar demasiado de ese sistema.

Otra consecuencia ha sido el fortalecimiento de los organismos regionales como la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte - OTAN. La agresión rusa determinó a Finlandia y a Suecia a abandonar su neutralidad y solicitar su incorporación a la OTAN. Otra consecuencia es que los países de Europa occidental están aumentado rápidamente su presupuesto militar. Pero no todas son buenas noticias. La demora del Congreso de los Estados Unidos en aprobar la ayuda militar a Ucrania debilita a este país. Las próximas elecciones presidenciales son una fuente de incertidumbre.

Una de las bajas en esta guerra es el final de la utopía de que el desarrollo del comercio internacional y el auge de la globalización habrían de crear una nueva era de coexistencia pacífica entre los Estados. La marea de la globalización ha encontrado sus límites en el estrecho interés nacional y la política del poder.

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