Con diferencia de poco más de una semana partieron un Nobel y un Papa. Mario Vargas Llosa y el Papa Francisco sin dudas tenían concepciones filosóficas distintas, uno un liberal confeso y otro un hombre vinculado a la teología de la liberación, uno un defensor del rol del individuo y otro un defensor del rol del colectivo. Pero sin lugar a dudas ambos entendieron el papel de la política en la sociedad, del individuo y su vínculo con la tribu y hasta con la tribuna.
Uno de mis libros favoritos de Don Mario es sin dudas “La llamada de la tribu”, y en estos días sentí la necesidad de releer alguna de sus páginas. Por nostalgia y por homenaje, sí. Pero también por la imperiosa voluntad de entender desde una visión basada en la libertad los comportamientos políticos de nuestro país en los últimos días.
Don Mario leía, y así lo decía en su libro, a Adam Smith, a Ortega y Gasset, a Von Hayek, a Popper, a Raymond Aaron, a Berlin, a Revel, que lo marcaron y lo formaron. Yo no tuve tanta suerte estos días y me tocó leer, sin asombrarme lamentablemente, las peripecias que terminaron en la renuncia de la exministra Cairo.
Más allá de los hechos por todos conocidos me quiero detener en analizar algunos dichos, que por recurrentes y falaces, merecen una reflexión de ese enfoque tribal y tendencioso que se intenta generar.
Hay un concepto que se repite por parte de actores del Frente Amplio y especialmente del MPP, que es el de “él somos nosotros, ella somos nosotros” y una permanente vocación de falsa representatividad monopólica de ida y de vuelta. Porque ni ellos son el Pueblo, ni el Pueblo es como ellos. Esa cuestión tribal, de ser parte de un colectivo construido en el relato a su imagen y semejanza es falso y peligroso. Es falso porque cuando el comunicado de prensa del MPP dice “somos el Pueblo representando al Pueblo” se adjudican con una soberbia imperdonable una representatividad absoluta que nadie les dio. Y es peligrosa por esa cuestión tribal (pero bien pensada en su caso en forma de estrategia comunicacional) de generar una cuestión de “ellos contra nosotros” porque lleva implícito el enfrentamiento, la grieta. A las personas les gusta ser parte de un colectivo, y si en el relato ese colectivo es bueno y los otros son malos, mejor aún porque es de una autocomplacencia perfecta.
Ese relato del Frente Amplio suele estar lleno de victimización y percepción selectiva. El dedo acusador que anda por el mundo señalando a los que según ellos son malos pero siempre preparados con una justificación de bolsillo para la víctima de turno cuando es de los suyos.
Decir “¿a quién no le puede pasar?” sobre las acciones de Cairo no es válido porque cae en la generalización de la patología. No todos se refugian en la tribu buscando ser uno más ante un hecho de estas características, ni todos actúan como ella eligiendo los caminos que eligió. Porque eligió darle el dinero de su sueldo a su sector político antes que las cuestiones que debía regularizar. Y no todos eligen eso, ella sí. Pero especialmente sorprende porque no todos andan señalando problemas ajenos dando clases de moral como lo hacen algunos actores del MPP, pero se ofenden si esa misma actitud se la aplican a ellos. “No se puede escupir pa’arriba” decía mi abuelo, no se debería exigir lo que uno no practica.
Es quedar en offside cuando los deudores en UR recordaron que en 2023 Cairo impulsó un artículo que establecía que no se podía acceder a una refinanciación si no se tenían al día los impuestos de los inmuebles. No fue el sistema político, fue el Pueblo al que dicen representar quien los dejó al desnudo en su demagogia. Así de fácil. Pierde la Política cuando se exige lo que no se da, o cuando se reniega de actitudes que se practicaron 1000 veces.
Dice el Nobel en “La llamada de la tribu” que nada representa el retorno a la “tribu” o a ese espíritu tribal como el “comunismo, con la negación del individuo como ser soberano y responsable, regresando a la condición de parte de una masa sumisa a los dictados del líder, especie de santón religioso, de palabra sagrada, irrefutable como un axioma”. Pareciera que estuviera hablando de esta triste historia.
Ellos se autoperciben como el uruguayo promedio, intentando construir una tribu a su medida, pero como les es funcional. Como si el uruguayo promedio destinara la mayor parte de su salario a engordar las cuentas bancarias de un sector político con vocación de poder pero dejara para atrás sus impuestos más elementales. No, el Pueblo no es eso. Y ellos no son Pueblo. No alcanza con autopercibirse Pueblo, para serlo. El Pueblo los dejó “regalados” (como suele decir su líder) mientras su barra gritaba “siga siga”. Dicen no creer en la clase política y son la clase política más organizada orgánica y financieramente de todo el sistema político uruguayo.
Son clase política, son casta, porque se creen superiores moralmente.
“¡El tuyo es corrupto!”. “¡No, el tuyo es más corrupto!”. “¡No, pero ustedes tienen uno que se mando una macana gigante!”. “¡No no, la macana de ustedes es mucho más grande!”. Por ahí pasa el debate para muchos, que creen que se trata de un concurso del menos malo. Percepción selectiva que aburre. Doble moral que empareja hacia abajo. Encima, con la retroalimentación del mundo virtual y su necesidad compulsiva de juzgar, frecuentemente sin pruebas. ¿Total? ¿Para qué? Si solo se busca reafirmar prejuicios no son necesarios esos tecnicismos llamados debido proceso, prueba, beneficio de la duda o presunción de inocencia. Todas cuestiones burocráticas que enturbian el camino directo hacia el juicio sumario e implacable de la autocomplacencia. Redes que sentencian en una sociedad con la necesidad compulsiva de juzgar (no de opinar, eso ya pasó de moda).
Pero veamos el lado positivo en toda esta triste historia, y es el legado. El legado de Luis Lacalle Pou y su gobierno, que es moral. ¿O alguien cree que los antecedentes impecables e implacables en su proceder no condicionaron a Yamandú Orsi? La vara quedó muy alta (para el MPP incómodamente alta) a la hora de la tolerancia de las inconductas.
La tribu quedó descolocada, la tribuna también.