Martes de tardecita, Lezica, reunión con vecinos. Los consulto, díganme los temas que más preocupan en el barrio. Respuesta: seguridad, salud mental y adicciones. Pronto.
Lo hago en todos lados, no falla. Empiezo por el segundo. En la rendición de cuentas del 2023 por primera vez en la historia se incluye una partida para abordar la salud mental. Empezó siendo de 20 millones de dólares y terminó próxima a los 24 millones de la misma moneda. Nuestro gobierno tuvo la inteligencia y la sensibilidad de entender un problema que está en la base de otros. La seguridad y la convivencia sin duda, pero más que nada en la vida misma de las familias, que altera el fundamento íntimo de esa “célula” del tejido social. Tenemos una emergencia nacional en materia de salud mental. Hay episodios trágicos muy notorios últimamente, pero otros diarios que no tienen tanta visibilidad, pero de consecuencias devastadoras también. En el presupuesto que se envía los recursos que se incluyen son la cuarta parte. Ahí hay una prioridad no compartida, y si lo es, lamentamos que no lo sea con la misma intensidad que lo vimos en el anterior periodo. Estoy seguro que no es un tema de no verlo, es porque falta liderazgo de gobierno, falta rumbo. El proyecto de presupuesto no tiene “carnadura”, no es ni presupuesto de las políticas sociales, ni el del desarrollo ni el de la producción, es el presupuesto del ajuste fiscal y es regresivo.
Con respecto a la inseguridad, es dramática. Nosotros ganamos en 2019 en buena medida por el reclamo social que había en la materia, y uno de los mayores reclamos que nos han hecho luego de gobernar, es que no colmamos las expectativas. Reiteramos hasta el hartazgo en campaña, y lo decíamos porque es verdad, que todos los índices mejoraron sustantivamente, el que menos fueron los homicidios. Decíamos la verdad objetiva, pero las expectativas en la gente no fueron colmadas como queríamos. Nos gustará más o menos, pero es la realidad. Los tres ministros de Interior de nuestro gobierno asumieron con el mapa de ruta claro: sabían su misión, tenían un plan y respetaban y respaldaban a la Policía Nacional. Podrá discutirse si se podría haber hecho más, pero nadie dudará que se entregaron por completo y que había rumbo. Por eso los resultados.
Ahora, la silla del ministerio está vacía. Nadie sabe dónde está el ministro, nadie conoce el plan, sencillamente porque el plan no existe. Y como si fuera poco, no tiene mejor idea que refundar la “sensación térmica” sosteniendo que la seguridad está mejor, aunque solo él lo vea y sea su sensación. Además, lo inundó la soberbia. Como no lo conocía no sé si esto último es de ahora o también le gustaba fanfarronear antes, pero lo de ahora es medio infantil.
Surgen conductas que empeoran la situación y hechos que no se conocían desde hace décadas. Algunos jefes de policía, y recalco algunos, que se han metido en actitudes políticas que las tienen prohibidas y que nos retrotraen a los comisarios políticos de siglos pasados. Es muy notorio lo del ex jefe de Río Negro en un comité de base, que termina siendo destituido no por el rechazo del ministro sino por la presión política que hizo la Coalición. El ministro Negro lo había respaldado de entrada. Hay algún caso más como el de Soriano que también hizo política, de otro tipo.
Esta semana los hechos no dejan dudas. La calle está tomada por la violencia y las bandas narcos. Los asesinatos son hasta en la puerta de la cárcel y la respuesta oficial fue: “hay que sentarse a analizarlo”. Lo que pasa es que desde que asumieron están sentados “analizando”. Organizando diálogos y simposios, pero cero acción y rumbo. No creo que tenga mucho valor seguir participando de estos encuentros convocados por el ministro si no se pone un plan concreto arriba de la mesa como ya pidió el Partido Nacional. No nos han escuchado.
Decían desde el gobierno hace unos días que la Coalición no iba a tardar en pedir la renuncia de Negro. Lo decían porque son los primeros que saben, y desde adentro del FA lo dicen, que es un ministro muy débil y flojo. No lo es por falta de apoyaturas, que alcanzaría con la del presidente, es frágil porque no se ve que conduzca el combate al delito ni esté realmente al frente del ministerio, y la violencia está desmadrada y sin freno. El ministro Negro no tiene actitud ninguna.
Dicen que sabe mucho del tema, quizás sea así. La academia nutre de conceptos y la teoría importa. Fue fiscal, hizo méritos políticos para estar dónde está. Lástima que no se note. El gobierno se tira un tiro en los pies mirando para el costado en el tema socialmente más dramático y el presidente se aferra a la inacción.
Pedir la renuncia es lo más simple, y es la forma de presupuestarlo. El presidente debe hacerse cargo, de él es la responsabilidad. No se nos puede pedir que callemos lo que él, como nosotros, sabe que no funciona y que para el gobierno y el país es un enorme agujero, también, negro.