La persona en el centro

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agustín iturralde
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Hace unos días di con un muy buen artículo difundido por algunos colegas en twitter de Luigi Zingales, que llamaba a terminar con la dicotomía obsoleta de mercado versus Estado.

La verdadera división es entre las normas estatales procompetencia y aquellas que son anticompetitivas sin tener ningún fin más elevado. Como ejemplo paradigmático de una buena norma que promueve y facilita la competencia, el autor hablaba de “la portabilidad de números de telefonía celular que han introducido la mayoría de los países desarrollados”.

Establecer reglas que limiten el poder de las empresas de retener a los usuarios, reduciendo los costos que estos enfrentan si quieren dejar esa compañía es sin ningún tipo de dudas una política que pone a las personas, y no a las empresas (cualquiera sean estas), en el centro.

La portabilidad numérica que entrará en vigencia en Uruguay no es solo una muy buena política, es también un tipo de política que hace mucha falta en Uruguay. En otros países ya se discuten y aplican otras portabilidades como la financiera. Esto es que una persona pueda cambiarse de banco manteniendo su número de cuenta pero también su historial de pagos y reputación financiera. Esto, evidentemente, le da más poder a las personas y menos a los bancos. El costo de cambiarse de institución es mucho más bajo. ¿Alguien está en contra?

En Uruguay tenemos muchos mercados con una muy baja intensidad de la competencia, mercados controlados por pocas empresas ya sean públicas o privadas. El corolario de esto es precios mayores que enfrentan los uruguayos. Hay espacio para cambios normativos que promuevan un mejor funcionamiento de los mercados y una mayor intensidad de la competencia. Claro, para esto hay que poner en el centro a las personas, a los consumidores y no a las empresas, cualquiera sean estas. Eso cuesta y es antipático para quien le toca salir a la intemperie.

Volviendo al caso específico de la portabilidad numérica de la telefonía celular que comenzará a regir la próxima semana, hay varias cosas que llaman la atención. Lo mal y poco que se defiende el status quo, pero principalmente la desconfianza en la capacidad de la empresa pública. ¿Cómo puede ser que los mismos que dicen que se trata de una empresa lider en todo sentido crean que los clientes van a salir corriendo a la primera oportunidad? ¿Por qué la gente que entró voluntariamente a Antel en algún momento estaría esperando agazapada para salirse? ¿Tánto empeoró la oferta de esta empresa con respecto a los consumidores privados? Claro qe no es así, y si lo fuera: ¿la respuesta es tener obligada a la gente adentro? Lo más ridículo son las personas que descrubrieron la palabra dumping y argumentan que Claro y Movistar bajarán precios artificialmente por un tiempo para arruinar Antel y quedarse con todo. Una locura que una práctica así pueda aplicarse exitosamente contra una empresa estatal con amplio dominio del mercado.

La realidad es más aburrida: nada espectacular va a pasar. Claro que algunos se cambiarán de compañia pero el equilibrio general del mercado será estable. Lo que si habrá es consumidores más libres y empoderados. En unos años nos parecerá ridículo que las empresas telefónicas hayan sido tanto tiempo las dueñas de nuestros números; no tengan dudas.

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