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La necesidad de que haya malos

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Si encuentran que algo puede tener una explicación aburrida y simple y otra interesante, muy probablemente la aburrida sea la correcta”, esto me enseñó Diana Weinhold, profesora de un curso de análisis de políticas que tuve la oportunidad de realizar en una universidad británica.

En el debate público sistemáticamente hacemos lo contrario: asumimos explicaciones complejas, conspirativas e interesantes en las que las cosas suceden porque alguien con oscuras intenciones así lo quiso. No estoy hablando solo de teorías conspirativas en las que una pequeña élite quiere instaurar un “Nuevo Orden Mundial” para controlar a toda la humanidad. Me refiero también a comentarios sobre noticias diarias en las que muchas veces nos domina un reflejo muy humano algo paranoico. Creo que tendemos a sobrestimar la maldad y las conspiraciones y subestimar la estupidez o la incapacidad.

Hace unos días saltó a la luz la existencia de un grupo delictivo vinculado al abigeato en el departamento de Rocha con cerca de una docena de involucrados, el único conocido para el 99% de los uruguayos era el empresario y gremialista del taxi Óscar Dourado. Decenas de personas, incluidas autoridades de gobierno, publicaron mensajes en redes cuestionando por qué la prensa enfatizaba la presencia de Dourado y omitía los otros nombres. Se dejaba entrever que fuera una estrategia mediática para poner a salvo a otros implicados por sus vinculaciones con grupos empresariales o partidos de la oposición.

La explicación, yo creo, era mucho más simple y aburrida: Dourado vende. Es muy conocido, polémico; es empresario de un rubro muy regulado y ha estado vinculado a distintos partidos; es evidente que su nombre aumenta el interés de las notas, los clicks, etc. El resto de los nombres no decían absolutamente nada al lector común, esa fue la razón del énfasis periodístico en Dourado.

Otra cosa que sistemáticamente subestimamos, al tratar de explicar cosas, es la estupidez o simple incapacidad. He discutido más de una vez con persona que piensan que el aumento, o la persistencia, de la fragmentación social es parte de algún tipo de plan maquiavélico de control social del Frente Amplio, y en la versión más sofisticada parte de un plan aún mayor del foro de San Pablo. La existencia de amplios sectores sociales de bajo nivel educativo les aseguraría un simple control de los mismos a través del asistencialismo. Este, como casi todos los argumentos tan retorcidos, es ridículo. Las brechas sociales persisten porque son muy complejas de subsanar, por limitaciones ideológicas, por falta de recursos o por simple incapacidad. Nuevamente se sobredimensionan las intenciones oscuras de los otros y, en este caso, se subestima tremendamente la simple incapacidad de solucionar algo.

Quizás esta columna peque de ingenuidad. Es posible que muchas veces haya explicaciones verdaderas más complejas e intereses que no están a la vista.

Lo que sí estoy convencido es que son muchas más las veces que descartamos explicaciones simples, aburridas y verdaderas. Y sobre todo las veces que subestimamos el rol de la simple incapacidad. Quizás, en el fondo, el suponer maldad en los demás nos da cierto regocijo por nuestra supuesta superioridad moral.

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