Gran parte de los uruguayos -entre los que me encuentro- está sintiendo un genuino alivio al comprobar que dos fuentes de agobio y estrés están llegando a su término; me refiero a la epidemia del Covid y a la campaña del referéndum. ¡Enhorabuena!
Si tratamos de levantar la mirada por encima del griterío en que se ha convertido la campaña pro o contra los 135 artículos de la LUC, comprobaremos que las dos situaciones -fin de la pandemia y fin de la campaña plebiscitaria- tienen algo en común: la confianza.
Un elemento fundamental en el éxito de la larga lucha contra el Covid -lucha uruguaya que ha sido reconocida y elogiada internacionalmente- fue la confianza. Confianza de la población hacia el gobierno por su manejo al enfrentar el problema sanitario sin descuidar el lado económico y confianza del gobierno hacia la población apostando al uso responsable de la libertad. Y salió bien.
Cuando todo va bien la confianza va de barato. En cambio, cuando hay alarma o incertidumbre a causa de una amenaza desconocida, el terreno se vuelve propicio para la desconfianza. Pero si se logra, aún en la tormenta, crear una relación de confianza esta tiene todo para durar, aún después que haya pasado el peligro.
En la controversia en curso lo que formalmente está en disputa son los 135 artículos de la LUC impugnados. Pero eso es solo lo formal.
La LUC fue una propuesta programática, de muchísimos artículos (si Ud. me dice que demasiados, le concedo). Ese articulado fue anunciado en la campaña electoral por el entonces candidato Luis Lacalle Pou y abierto luego para su discusión y modificación en el Parlamento. Puesto ahora a consideración de la ciudadanía, por iniciativa del partido político que perdió las elecciones pasadas, lo que realmente está en discusión y se va a dilucidar el 27 de este mes no son los 135 artículos de esa Ley de Urgente Consideración (que la mayoría de la población no leyó y varios de los impugnadores tampoco) sino la confianza en el gobierno. Y lo que moverá a la gente al decidir su voto, es decir lo que la gente realmente va a votar, no son los artículos de la LUC sino el grado de confianza que hoy mantenga hacia el gobierno.
En consecuencia, la base del discurso de los actores de la coalición de gobierno y la base de la propaganda institucional debe ser la confianza, esa que fue ganada y consolidada en la difícil y larga lucha contra el Covid. Así debió entenderse desde el principio de la campaña, evitando la dispersión en las menudencias y el desgaste de estar a la defensiva.
La contienda de este referéndum se juega en la cancha de la confianza. Y en ese terreno el gobierno, la coalición de Partidos en el gobierno y sobre todo el Presidente, tienen una clara y bien ganada ventaja. Se la ganaron, todos, en su desempeño de los dos años pasados, desde la primera semana de gobierno (la pandemia y el gobierno tienen la misma edad).
Este referéndum ha sido una distracción inútil y un engorro innecesario (para el gobierno y para el llamado país real). Es constitucional: fue convocado según las normas. El gobierno se vio arrastrado por el Frente Amplio y el Frente Amplio se vio arrastrado por el Pit-Cnt. Pero a partir del mes que viene el país estará libre de Coronavirus (con vacunación) y libre del plebiscito (espero que de esto último también nos consideremos vacunados).