La Coalición Republicana

Ha quedado despejada una de las incertidumbres que se había gestado en esta nueva etapa política vinculada a la definición de qué actores efectivamente integran el bloque de la Coalición Republicana.

A esta altura parece muy claro que Cabildo Abierto ha resuelto no formar parte de la Coalición, así lo han declarado en más de una oportunidad sus principales referentes, pero además así ha actuado ese sector político en las decisiones legislativas principales desde el inicio del nuevo gobierno y parece que seguirá ocurriendo en las próximas instancias legislativas.

Pero lo importante es que este proceso permite definir con claridad que la Coalición Republicana se compone entonces de los tres partidos que hemos ratificado la necesidad de este acuerdo político.

Sin embargo, estamos convencidos de que no alcanza con expresar la voluntad de ese acuerdo, sino que es imprescindible construir un camino institucional, porque, si bien es cierto que no es bueno adelantarse a los procesos de la voluntad ciudadana, aún peor es correr de atrás con respecto a lo que pide la ciudadanía.

En tal sentido, parece bastante evidente que la ciudadanía que votó al anterior Gobierno de Coalición y la que, además, ve necesario que vuelva a gobernar en el próximo período, está esperando que esta se estructure en forma más sólida y estable.

En efecto, hasta ahora, ya pasado el ciclo electoral, sólo ha habido una coordinación parlamentaria bastante fluida y favorecida por la obvia coincidencia sustantiva en los temas que se han tratado en estos primeros seis meses de gobierno.

Incluso se ha buscado la existencia formal de una coordinación parlamentaria permanente y se ha ido configurando de esa manera.

Pero, a nuestro juicio, es necesario avanzar en dos áreas más.

En primer lugar, la realidad y los tiempos políticos requieren la extensión de la coordinación más allá del Parlamento y construir un espacio de coordinación política y estratégica, de manera tal que los partidos que la integramos, podamos acordar sobre los caminos políticos a seguir y discutir posicionamientos que trascienden la negociación y los acuerdos estrictamente parlamentarios.

Estamos hablando de un ámbito en el que participen dirigentes de los tres partidos, a efectos de intercambiar diagnósticos y caminos políticos, así como definir orientaciones e iniciativas políticas comunes más allá del trámite parlamentario.

Todo esto debe construirse sin perjuicio de las especificidades propias de identidades políticas que existen en cada uno de los tres partidos y que deben ser contempladas, resguardadas y valoradas debidamente.

En segundo lugar, entendemos que se debe dar inicio a la construcción de los acuerdos programáticos de un proyecto de gobierno futuro. No alcanza con compartir ciertos valores democráticos y republicanos que permiten constatar las coincidencias políticas, sino que además se debe construir un conjunto de propuestas de políticas públicas en los principales asuntos pendientes que nuestro país debe resolver y que, ya vistas las principales orientaciones de los contenidos del actual gobierno, no serán resueltas en este período.

En tal sentido, se debería avanzar en la elección de un conjunto de temas prioritarios y reunir a los principales técnicos de los tres partidos para que comiencen a definir las líneas fundamentales de una futura propuesta de gobierno.

Obviamente, este curso de acción no clausura, ni pretende anular las propuestas específicas que cada uno de los partidos o sectores políticos pretendan impulsar en estos años, que ayudarán a marcar los diferentes perfiles de cada integrante.

Ambos procesos deben darse en el marco del más amplio ejercicio de un valor central que forma parte del núcleo duro de la Coalición que es la libertad, y en ningún caso pretender aplicar el viejo mecanismo de la tan manida “disciplina política”.

Finalmente, es necesario referirnos a un tema polémico y espinoso. Se trata de la forma en que se expresará esta Coalición Republicana en las próximas elecciones nacionales.

Existen al respecto, dos posiciones diferentes.

Por un lado, quienes entendemos que es preferible y necesario constituir un lema común para comparecer en forma conjunta maximizando la conversión de votos en cargos y, por otro lado, quienes entienden que es preferible que cada partido mantenga su expresión electoral en la medida que es lo que permite la mayor amplitud electoral posible.

No pongamos la “carreta delante de los bueyes” y, menos aún, no nos enfrasquemos en una polémica paralizante y que no es necesario resolver ahora.

Es más, podría ocurrir que la concentración en este debate postergue y afecte las posibilidades de alcanzar los acuerdos de coordinación política-estratégica y de construcción programática.

Por supuesto que será necesario resolver este asunto tan trascendente con el tiempo suficiente para su instrumentación, sea cual sea el camino elegido.

Pero centrar la agenda de la Coalición Republicana en este aspecto es hipotecar la necesidad, esta sí urgente, de avanzar en la coordinación política y programática.

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