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Cambio del clima

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Un reciente informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) concluye que, en Europa, las temperaturas aumentan a una tasa el doble del promedio global. Las consecuencias ya las vemos en los noticieros.

Durante el último verano boreal, Europa sufrió olas de calor, incendios forestales, inundaciones y otros eventos que impactaron sobre los ecosistemas, las sociedades y las economías de la región. Continuando una tendencia que ya se hacía notar hace varias décadas, la capa de hielo de los glaciares alpinos -que funcionan como los guardias del cambio climático- perdió 30 metros de espesor entre 1997 y 2021. Las regiones más remotas de Groenlandia presentaron instancias de deshielo y lluvias.

La OMM concluye que Europa es más vulnerable al cambio y la variabilidad del clima y que los riesgos y el impacto de éstos serán cada vez más evidentes en la vida diaria de sus sociedades. Y se acentuarán en los años venideros. El informe menciona varias consecuencias. Las olas de calor -especialmente en Europa occidental y meridional- sumadas a la creciente concentración de la población en ciudades y envejecida, exacerbarán la vulnerabilidad al calor. La mayor frecuencia e intensidad de las mareas y tormentas marítimas excepcionales afectará la infraestructura del transporte, concebida y construida hace mucho tiempo, según parámetros históricos que han variado rápidamente en los últimos años.

Pero, una cosa es ser más vulnerable al cambio climático y otra, muy diferente, sufrir con mayor intensidad sus consecuencias. Los países europeos tienen la base cultural, industrial y tecnológica para adecuarse a las nuevas circunstancias y mitigar su impacto. La región que más sufre las consecuencias del cambio climático es África.

La Unión Europea se encuentra en la vanguardia de las medidas para, por lo menos, contener el cambio climático. El año pasado, la Unión Europea adoptó el objetivo de emisiones cero para el 2050 y estableció, como un objetivo intermedio, conseguir una reducción del 55% de las emisiones para el 2030.

¿Cuál será el creciente impacto que están teniendo esas consecuencias del cambio climático sobre la opinión pública y la agenda política en las sociedades europeas?

La respuesta a esas preguntas la tendremos las semanas próximas cuando termine en Egipto, la 27ª Conferencia de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Los temas claves en la agenda son la adaptación a las consecuencias del cambio climático; la financiación de las políticas para reducir las emisiones y promover la adaptación al cambio; la transición de la energía fundada en la quema de combustibles fósiles a fuentes renovables; la reducción de las emisiones de gases de efecto de invernadero; y (un tema que deberíamos seguir muy de cerca) la producción de alimentos y las emisiones de gases de invernadero.

La clave del problema continúa siendo reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Éstos responden por más del 75% del total de las emisiones de gases de invernadero globales y cerca del 90% de las emisiones de dióxido de carbono. Ello pone énfasis en el desarrollo científico y tecnológico en la producción sistemas sustentables competitivos.

Pero, no todas las regiones de nuestro planeta cuentan con los recursos humanos y materiales para incorporar ese desarrollo.

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