Horrores ambientales

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En agosto ocurrió un grave derrame de soda cáustica en la planta UPM II, ubicada en las cercanías de Paso de los Toros. Afectó directamente al arroyo Sauce, el cual condujo rápidamente sus elevados volúmenes de contaminación a la laguna y al río Negro. Se estima que fueron cerca de un millón de litros de este producto tóxico, utilizado en la planta para el blanqueado de la celulosa.

No se trató de un accidente, sino de una decisión imprudente de verter el producto en una pileta de almacenamiento inadecuada. ¿Cómo se explica? Llama mucho la atención que esta moderna pastera finlandesa, recientemente inaugurada, pueda cometer esta clase de groseras equivocaciones, sabiendo además que está bajo la lupa ambiental desde mucho antes de entrar en funcionamiento. ¿Qué atención le presta a su Plan de Gestión Ambiental?

Como si esto fuera poco, se le suma la inexplicable falta de otros controles internos: se enteraron de la ocurrencia de la impresionante fuga de soda a partir del aviso realizado por un vecino lindero. Resulta obvio imaginar el severo impacto ambiental que el hecho ocasionó en el arroyo y, en menor medida, en el río. Y sin necesidad de leer los informes técnicos, sabemos que la brusca elevación del pH del agua ocasionada por la irrupción de tanta soda cáustica inevitablemente provoca la muerte de la mayoría de la vida acuática.

Por fortuna casi enseguida ocurrieron copiosas lluvias que ayudaron a reducir algo los impactos.

El Ministerio de Ambiente, además de la aplicación de las sanciones económicas previstas por la ley, le impuso a la empresa acciones adicionales de controles de seguimiento para evaluar los niveles de mejora ambiental de la zona a partir del suceso, con el fin de determinar la evolución que ocurra en las condiciones de calidad y en la capacidad de recuperación de los ecosistemas afectados. Cada quince días deberán establecer la calidad del agua del arroyo, la laguna y la zona del río Negro inmediata a la laguna. También con esa periodicidad deberán identificar y contar la biomasa, diversidad de invertebrados; y cada dos meses, la de peces.

Cuesta entender que una empresa moderna, dispuesta a invertir sumas muy elevadas de dinero en sus emprendimientos industriales, descuide aspectos de contralor y de funcionamiento básicos como el que nos ocupa. Desde su construcción hasta el presente ha recibido numerosas multas y apercibimientos por incumplimiento de disposiciones vigentes, y no solo en su locación en el departamento de Durazno. Recordemos la sanción recibida tiempo atrás por UPM II por contaminar las aguas de una cañada y del arroyo Santana en Paysandú, vertiendo agroquímicos utilizados en uno de sus viveros.

Si queremos que nuestro país transite a paso firme por el camino del desarrollo sustentable (único capaz de garantizar la calidad de vida) debemos robustecer dos pilares esenciales: 1) conseguir la llegada de muchas inversiones que respeten estrictamente las disposiciones vigentes; 2) que los mecanismos de control y sanción del Estado y de los Gobiernos Departamentales actúen con profesionalismo, celeridad y eficacia, salvaguardando el estado de derecho y el patrimonio nacional.

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