Luciano Álvarez
El hijo de una actriz está, ipso facto, descalificado para convertirse en Primer Ministro". Esto dijo Lord Earl Grey -que legó su nombre a una mezcla de té- cuando George Canning fue designado Primer Ministro.
Augustus Granville secretario y luego biógrafo de Canning cuenta que en octubre de 1824 viajaron desde Londres a Ickworth; ocho o nueve horas de carruaje. Ante una insinuación del secretario, Canning contó la historia de su vida. Al llegar a destino le dijo que sería necesario "dejar el resto para otra oportunidad". Tres semanas más tarde se repitió el viaje y Canning retomó su relato en el punto en que lo había dejado. Aquel monólogo de dieciséis horas fue tan apasionante que dejó "una impresión indeleble" en la memoria de Granville.
Este "irlandés nacido en Londres", era hijo de un abogado y fracasado comerciante de vinos que entregó su herencia contra el pago de sus deudas, abandonó a su familia y murió el 11 de abril de 1771, el mismo día en que George cumplía un año. Su madre, Mary Anne Costello se empleó entonces como actriz de teatro, una profesión poco respetable por esos días.
Un tío, Stratford Canning, lo tomó bajo su protección, se graduó en letras y abogacía en Oxford, donde ganó fama de excelente orador. Su tío lo vinculó al partido "Whig", pero lo abandonó para pasarse a los "tories de William Pitt el Joven, hacia quien tuvo una inalterable lealtad. En 1793 ingresó a la cámara de los Comunes. Durante el primer año no abrió la boca, escuchando "los discursos de los grandes maestros de la elocuencia". Desde 1794 y durante más de treinta años conmovería a la Cámara con su voz potente que "llenaba el oído", su dicción admirable y su don para la actuación, sin perder la característica más notable de su oratoria: la profundidad de argumentación. Dotado de una inmensa confianza en su capacidad, Canning fue un polemista y escritor temible que ridiculizaba a sus adversarios ante el festejo de sus seguidores. Su personalidad avasallante generaba grandes amistades, tantas como odios y desconfianzas profundas, aun dentro de sus propias filas.
En 1809, siendo Subsecretario de Estado para Asuntos Extranjeros conspiró para destituir a su colega de gabinete Lord Castlereagh, ministro de Guerra; éste lo retó a duelo. Canning aceptó aunque jamás había disparado una pistola. Castlereagh era considerado como uno de los mejores tiradores de su época aunque, por suerte para el retado, era miope. A las seis de la mañana del 21 de septiembre de 1809 erraron sus respectivos disparos. Castlereagh insistió en la necesidad de un segundo tiro. La bala de Canning le arrancó un botón de la chaqueta y la suya se incrustó en la nalga del rival. Para paliar la vergüenza del lugar herido, se anotó que Canning había sido alcanzado "a través de la parte carnosa del muslo". Ambos fueron destituidos. Canning tuvo algunos destinos diplomáticos y cargos menores, se dedicó a escribir poesía, y fundó, con Sir Walter Scout, la "Quarterly Review".
El destino quiso que su retorno al primer plano se debiera al suicidio del Ministro de Relaciones Exteriores, su viejo enemigo, Lord Castlereagh, un maniaco depresivo que se cortó la yugular el 12 de agosto de 1822.
Canning se opuso al restauracionismo de la Santa Alianza creada en el Congreso de Viena de 1815, a la que detestaba, no tanto por ser reaccionaria como por no ser británica. "En lugar de Alianza leed Inglaterra y tendréis la clave de mi política." El sueño de Canning era un mundo liderado por los usos políticos, económicos y comerciales ingleses.
Promovió activamente la independencia americana -política iniciada por Castlereagh- y tuvo contactos directos con San Martín, Bolívar, Andrés Bello y otros líderes americanos. Quiso convencerlos de instaurar monarquías constitucionales según el modelo británico, aunque aceptó que Gran Bretaña estaba dispuesta a establecer relaciones con los países hispanoamericanos cualquiera fuese su sistema de gobierno.
En agosto de 1823 le propuso al embajador de los Estados Unidos en Londres, Richard Rush, una declaración conjunta, contra cualquier "intervención externa" en América Latina. El Presidente James Monroe declinó la oferta, pero se quedó con el proyecto y el borrador. Así nació la "Doctrina Monroe", una declaración meramente defensiva que luego tomó otros significados.
Apenas fracasado el intento de alianza con su antigua colonia, Canning se reunió con el príncipe de Polignac, embajador francés, y le impuso un acuerdo secreto, conocido como Memorándum Polignac, por el que Francia se mantendría fuera de cualquier intento de apoyar una invasión a la América hispano-portuguesa. Luego inició el proceso de reconocimiento diplomático de los nuevos estados y promovió acuerdos comerciales. "Un ministro que abría los mercados defendiendo al mismo tiempo las libertades satisfacía a la vez a los doctrinarios whigs y a los algodoneros de Lancashire", dice Maurois.
En abril de 1827, el Primer Ministro, Lord Liverpool sufrió una hemorragia cerebral y el cargo de Primer Ministro quedó acéfalo. Canning era inmensamente popular. El rey y buena parte de los tories y whigs reconocían su genialidad, pero lo consideraban un oportunista, un talento desprovisto de moral, que más de una vez se había burlado de ellos: No lo soportaban o tenían motivos personales de inquina; el rey directamente se negaba a dirigirle la palabra. Pero era el mejor y era su hora. Canning organizó un gobierno apoyado en los wighs moderados y los torys más liberales. Sólo gobernó 119 días; una infección pulmonar agravada con una complicación hepática terminó con sus días.
Visto desde este lugar del mundo, solo un mezquino nacionalismo o la ceguera ideológica puede negar a George Canning su protagonismo fundamental en la independencia americana. Por supuesto, creía que "es deber supremo de un miembro del Parlamento británico considerar lo que es bueno para Gran Bretaña". A quien así piensa suele llamársele "patriota". También imaginaba un mundo iluminado por las virtudes británicas.