Añadió, con una osadía a que nadie supo replicar, que andaba buscando jueces y sólo veía acusadores”. Thiers en su Historia de la Revolución Francesa relata esa, la primera intervención del joven abogado Desézes, defensor de Luis XVI.
El Rey era juzgado por una tumultuosa Asamblea que discutía cosas elementales como si podía tener abogado. Varios sostenían que no porque “con esa formalidad se dilataba el juicio”.
Al final se autorizó que tuviera asistencia legal. Sin embargo, eran pocos los dispuestos a correr el riesgo de defenderlo en esa época en que la guillotina reinaba. Un viejo Magistrado, Malesherbes, aceptó asumir la defensa. Le escribió al Rey y se puso a sus órdenes. “Dos veces he sido llamado al consejo del que en un tiempo fue mi Señor, cuando aquellas funciones eran envidiadas en todo el mundo; creo deberle el mismo servicio en una ocasión que otros tienen por peligrosa” le dijo. Sumó al joven y prestigioso Desézes. Este es quien abre el alegato ante la Asamblea de mas de mil personas buscando jueces y viendo solo acusadores.Las palabras y gestos de Malesherbes y Desézes ponen de relieve el peligro de lo que está sucediendo en nuestro país: se traslada la resolución de los conflictos políticos al Poder Judicial.
Hoy las interpelaciones y comisiones investigadoras no terminan en el momento de la decisión de la Cámara.Tienen un paso posterior: las denuncias penales con las que se busca en el Poder Judicial el fin que en el Parlamento no se consiguió.Tras ello surgen regimientos de seguidores en redes sociales que acusan a unos u otros de ser delincuentes. Según el resultado se celebra o se critica a la Justicia.No es que un legislador, gobernante o funcionario si conocen de conductas con apariencia delictiva no deban ponerlas en conocimiento de la Fiscalía. Quede claro, deben hacerlo. No solo porque es lo correcto sino porque lo manda la ley. Pero su función es esa y solo esa. Cumplen en trasladar los hechos a la Fiscalía y esta, si entiende que hay mérito, acusará y el Magistrado decidirá.
Lo que está pasando es distinto. Se anuncian denuncias penales desde el propio Parlamento o gobierno. Se avisa día y hora en que se concurrirá a realizar la misma. Se hacen declaraciones en forma previa y posterior. Si el Fiscal o Juez no falla lo que se quiere se les cuestiona. Si se condena a la persona se le achaca su conducta a todo el Partido o Coalición a la que pertenece con la vieja consigna del “son todos iguales”.El caso del excónsul uruguayo en Rusia es paradigmático. No lo conozco, ni a él ni a su familia. No sé de que partido es ni a quién vota. Aclaro por las dudas. Ante su imputación, que no parece del todo clara, tirios y troyanos salieron a celebrar. “Lo designaron durante el gobierno del FA”, gritaron de un lado. “Tiene un familiar que es del partido del gobierno e iba en una lista”, respondieron del otro. “Es tuyo”, “No, es tuyo”, se acusaron. Olvidan que hay un ser humano, una madre, un padre, la pareja. Cómo chacales se abalanzaron sobre la presa. Quizás se equivocó. Quizás no. Eso se sabrá en el juicio y lo determinará un Juez. Pero como a Luis XVI los acusadores de la redes sociales ya lo condenaron con nombre y apellido. ¿Dónde quedó la presunción constitucional de inocencia?¿Cuándo empezó esto en Uruguay? Creo que allá por 2005 cuando algunos afirmaron que la Justicia debía adecuarse a los nuevos tiempos políticos que se vivían. Fue cuando se comenzaron a festejar procesamientos como si fueran partidos de fútbol. Las mayorías parlamentarias monolíticas no ayudaron. Tampoco la actitud de algunos que cuestionan o mienten adjudicando responsabilidades que no lo son. Lo cierto es que al no poder el Parlamento hacer valer la censura, la reacción es ir a la Justicia para lograr ahí lo que no se logra políticamente. Se traslada al Poder Judicial y a la Fiscalía la resolución de conflictos que no son de ellos.Presenciamos el fracaso de la política. No se llega nunca a las censuras. Desde el 2005 se conocen los resultados de las votaciones aún antes de que comiencen las sesiones parlamentarias. Estas, con el resultado ya conocido, se tornan aburridas, extensas y de poco interés. Se escucha poco al otro y se habla más para las redes y la prensa que para convencer a los legisladores que están en Sala. Cuando llega la hora de los noticieros, las 19, empiezan a pedir interrupciones. Para ver si meten una salida en vivo. Si tienen la suerte de ello los verán decenas de miles de personas. En este mundo mediático importan más esos treinta o cuarenta segundos de fama que una exposición fundada de una hora.
Lo peligroso del tema es cómo eso afecta al Poder Judicial. Enseguida empieza el escrutinio de si el Fiscal o el Juez es adherente o votó a determinado Partido. A alguien debe haber votado porque tiene derecho de hacerlo. Lo que no quiere decir que no pueda ser imparcial,No les traslademos las rencillas y diferencias políticas a la Justicia. Cuidemos ese bien que, por suerte, aún tenemos en Uruguay.