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España no se rinde

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Una nación como España mantiene su impronta de grandeza por la acumulación de las obras que cada generación va legando al conjunto. Los acontecimientos de la Transición que culminaron con la Constitución de 1978 marcaron el cenit de los últimos tiempos. Una gran obra por el bien y el futuro de todos los españoles. La mirada larga, la generosidad, el sacrificio, la capacidad de perdonar, la de dar al otro, la de entender al distinto, fueron virtudes de todos los actores políticos y sociales que propiciaron la conformación de un Estado de Derecho pleno, y la bonanza política, social, y económica que caracterizó hasta hace poco a la democracia española.

Una democracia moderna, ejemplo admirado en su génesis, y en su desarrollo, mantenimiento, y defensa, por varios lustros desafiantes y no carentes de peligros terroristas o secesionistas. Esa gran obra democrática es la que hoy viene a ser puesta en riesgo de la forma más vil por intereses particulares que no hacen a la sociedad toda. Ya no se trata de lo que dijeron las urnas dando el triunfo a Feijoo, las manifestaciones en las calles, ni la cantidad de columnas como esta que se oponen al pacto de investidura entre PSOE y Junts, a sus causas y contenidos.

La cosa va de que el modelo de convivencia de la sociedad española esta siendo exigido al límite por unos pocos que para lograr sus objetivos no dudan en cargarse las instituciones, el Estado de Derecho, y la separación de poderes.

Pasar de la Constitución y su principio de legalidad para conformar las mayorías necesarias para lograr una investidura, desconocer, interpelar, y pretender intimidar al Poder Judicial, condonar millonarias deudas autonómicas en flagrante violación del principio de igualdad de todos los españoles y de la de debida solidaridad entre las diferentes comunidades, amnistiar a delincuentes y prófugos que fueron sometidos al debido proceso con todas las garantías, tolerar la ilegal pretensión de autodeterminación de una comunidad autónoma, todo esto es ilegítimo y violatorio de la norma fundamental.

España es la nación que eligió María para aparecerse por primera vez en la historia en forma milagrosa a Santiago en el Pilar, es la de Pelayo en Covandonga, la de Navas de Tolosa, la de Cervantes, la de Lope de Vega, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, la de Isabel y Fernando, la de la primera globalización y la de la Reconquista, la que fundó miles de ciudades y universidades, la que instauró los derechos humanos en América, es la de Millán de Astray, y es la de Unamuno. Es la del Emérito y la gran obra democrática.

España es demasiado para la pequeña talla de quienes hoy desconocen y atropellan la Constitución y el Estado de Derecho, pretendiendo cargarse la dignidad de una nación, de una que goza con orgullo el tener uno de los bagajes más ricos de la historia: saber convivir, sobrevivir, progresar, y avanzar. Imponen la dialéctica de los hechos por sobre la del derecho y el diálogo. Sabemos que eso no es bueno. Vencerán, pero no convencerán. Como dijo Don Miguel: convencer significa persuadir, y para esto necesitan algo que les falta: razón y derecho.

Algún día esta historia, también será objeto de memoria.

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