Hay temas que se iniciaron como reivindicación y han derivado en “curros” de proyección ilimitada. Uno es el de los derechos humanos. Su expresión original más importante fueron los diez mandamientos que recibió Moisés en el Sinaí. Más cerca les renovaron las revoluciones liberales de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, y la Declaración de la ONU de 1948. En las democracias -caso de nuestro país- una primera parte de las cartas constitucionales renuevan su vigencia en el ámbito nacional. Y, entre nosotros la más despiadada agresión a estos valores la desarrollaron en el siglo pasado la agitación comunista y el terrorismo tupamaro, que derivaron al país al caos y a un gobierno de facto.
Hay ahora organismos y organizaciones sobre derechos humanos por todos lados. Empezando por el Estado. Entre otras reparticiones hay una Secretaría de Derechos Humanos, para la cual fue designada por el actual gobierno Colette Spinetti, una mujer trans de extensa trayectoria en el activismo por los derechos del colectivo LGBT. Entre otras actividades comenzó por designar a su ex-pareja, una mujer que se percibe como varón, como adjunto en dicha repartición. Realizó costosos viajes al exterior con comitivas nutridas injustificables. Y, fue la impulsora de un evento -pago (por el pueblo)- que se celebró en la Torre Ejecutiva estatal, que contó con una actuación de danza, estilo cabaret, de un par de travestis, vestidos para la ocasión. Lo que ha tenido amplia difusión. El escándalo ha derivado a la dimisión de la jerarca citada.
Otro hecho llamativo reciente han sido las manifestaciones de odio protagonizadas contra instituciones de la comunidad judía en nuestro país. Relacionados con hechos bélicos que ocurren a 12.000 km de distancia del Uruguay. El último de ellos tuvo lugar cuando partidarios de la causa palestina se manifestaron esta semana en el puerto de Montevideo para protestar contra el envío de ganado en pie a Israel. “No alimenten al genocidio” y “Alto al genocidio en Palestina”, rezaban las pancartas con las que los grupos implementaron un semibloqueo ilegal en la zona portuaria, permitiendo el paso de algunos camiones, pero vigilando a los que transportaban ganado para Israel. La movilización también pretendía llamar la atención sobre el comercio entre Uruguay e Israel, que, según afirman, legitima el genocidio que, en su opinión, Israel está perpetrando en Gaza.
Los grupos distribuyeron material informativo destacando que las exportaciones de carne de Uruguay a Israel han aumentado significativamente desde enero de 2024. En este contexto, los manifestantes también presionaron al gobierno uruguayo del presidente Yamandú Orsi para que rompiera todas las relaciones diplomáticas con Tel Aviv: “Romper relaciones con Israel”, insistieron. “Ayer, Sudáfrica; hoy, Palestina. Boicot y sanciones contra Israel”, argumentaron durante tres horas, mientras especulaban que los posibles exportadores habían sido avisados acerca de las protestas, ya que no circularon camiones con carga para Israel, por lo que finalmente se dispersaron.
Es inconcebible -por otra parte- la participación de una coordinadora sindical en asonadas como ésta, y el gobierno debe tomar nota de lo sucedido, parte de una alteración del orden público que parece ha de continuar.