El lazo con la pata

JUAN MARTIN POSADAS

En nuestro lenguaje coloquial existen dos expresiones para describir el comportamiento de la persona que busca subterfugios para no asumir sus responsabilidades y trasladar a otros las decisiones que le corresponden a él. En el ámbito campero se habla de sacarse el lazo con la pata y en el asfalto decimos: está tratando de pasarle el fardo a otro.

En los Estados Unidos parece que también se da esa tendencia a zafarse de responsabilidades u obligaciones mediante el expediente de descargárselas a otro. Allí la expresión es: pasar el balde (to pass the bucket). El anecdotario de ese país cuenta que el Presidente Truman había puesto sobre su escritorio un cartelito que decía: "the bucket stops here". Traducido al criollo viene a ser algo así como: el fardo se detiene aquí, queda aquí. Es decir, el Presidente Truman asumía -con responsabilidad y una pizca de bonhomía- que él era la última instancia y que no podía ni debía transferir el peso de las decisiones finales a nadie. En el Edificio Libertad deberían colocar un letrerito de esos sobre el escritorio del Dr. Vázquez y otro sobre el escritorio de Gonzalo Fernández.

No queda bien que, a esta altura del conflicto absurdo planteado por la Argentina, se quiera trasladar a las compañías extranjeras que están construyendo las papeleras la responsabilidad de ser ellas quienes aporten una solución que nuestro gobierno se muestra incapaz de alcanzar por sí mismo. En este marasmo de vergüenza nacional en que se van hundiendo los uruguayos, la actitud quejosa de nuestros gobernantes porque las empresas "no se sensibilizan" y no colaboran es una vergüenza más. Las empresas se han comprometido a invertir mil millones en plantas de celulosa que no produzcan daños ecológicos, ni acá ni del otro lado del río; ese es su compromiso y eso es lo que tienen que hacer. Lo otro es tarea y responsabilidad del gobierno uruguayo y no queda bien mostrarse inerme y pasarle ese fardo a las empresas.

El país entero, la totalidad de los partidos políticos y la ciudadanía en general, se plantó como un solo hombre detrás del Presidente Vázquez cuando este proclamó, con firmeza y asistido de toda razón, que el Uruguay no se dejaría patotear. Todos apoyamos cuando dijo y repitió que se debían levantar los piquetes en los puentes sin condiciones y que las papeleras se iban a construir en Fray Bentos, con todas las garantías ambientales que el Uruguay asegura, en primer término, a su gente. El Uruguay entero volverá a respaldar al gobierno cuando éste retome aquella posición que obtuvo el respaldo anterior, sin eludir responsabilidades ni suplicar colaboraciones que no corresponden ni hacen falta.

El Partido Nacional ha reiterado una clara disposición en ese sentido. Lo hace sin que le cueste nada hacerlo; al revés: lo hace espontáneamente y con entusiasmo. Puede contar con ello el gobierno.

También es del caso preguntarse -y el país entero se lo pregunta- ¿dónde está el partido de gobierno que no se lo oye ni se lo ve? ¿Qué dicen los dirigentes del Frente Amplio? ¿No sienten la rabia y la vergüenza que sentimos todos?

Nadie supone ni espera que señalen defectos a la gestión del Ejecutivo o de la Cancillería ni que exterioricen la desazón que, sin dudas, han de sentir; lo que se espera es un apoyo más visible y patente de parte del Frente para que el gobierno sienta que no precisa emitir pedidos de auxilio a Helsinki o Barcelona y que los uruguayos nos valemos solos.

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