Desde la década del sesenta ha quedado claro que la enseñanza en el Uruguay cayó en un pronunciado declive, en varios aspectos similar al que mostró el país hasta la primera mitad de los setenta. Como era de esperar, nada logró en este terreno la dictadura militar empeñada en encorsetar a las jóvenes generaciones en una disciplina al uso en los cuarteles. Tampoco Germán Rama y su reforma, en lucha a brazo partido con los sindicatos del ramo, pese a algunos avances destacables, consiguió revertir el proceso. Más tarde las pruebas PISA, al habilitar comparaciones, han mostrado, la magnitud de nuestro retroceso.
Buscando revertir la situación la demasiado prudente reforma del anterior gobierno, si bien aún no ha sido suficientemente medida en sus consecuencias, no parece haber estado a la altura de lo necesario. En ese magro panorama y de acuerdo a lo preceptuado por la ley 18.137, en agosto pasado, se realizó la Asamblea Ordinaria de la Asamblea Técnico Docente (ATD) de Educación Inicial y Primaria, con el cometido de asesorar a las autoridades. La redactaron 17 maestros en representación del gremio y sus conclusiones, en la huella de las anteriores Asambleas, son también las previsibles.
Comentaremos solamente algunos puntos, los más ideológicos, de un extenso informe de 84 páginas que se extiende sobre diversos tópicos, entre ellos los técnicos, que de acuerdo a su propia denominación, según establece la ley General de Educación, son los únicos sobre los que debería pronunciarse la ATD. En primer lugar rechazan global y terminantemente la reforma en curso, respecto a la cual, insisten, no fueron consultados y entienden neoconservadora, inspirada en la necesidad de obra de mano barata “adaptable a las necesidades del mercado laboral y los centros de poder capitalista.” Además reiteran que el enfoque por competencias empobrece la educación, en tanto muestra de la mercantilización global de la economía. Argumentan que “la violencia estructural” generada por el capitalismo incide sobre los centros educativos adaptándolos a las necesidades de la economía mercantil, en una suerte de “colonización empresarial” de la educación. Nada peor, que preparar juventudes para que compitan en el mercado, aunque éste les aguarde. Concluyen, innomativamente que todo se origina en el “carácter social de la producción y la apropiación privada de los beneficios”.
Adicionalmente alegan que las ATD no sólo asesoran sobre cuestiones pedagógicas “sino que también ejerce una función crítica de la realidad social” por lo que se pronuncian sobre la guerra (incluyendo la de Gaza) a la que califican como una consecuencia necesaria del capitalismo, repitiendo la vulgata, no de Marx, sino de su discípulo Lenin, en el “Imperialismo fase superior del Capitalismo” publicado en 1917, y fuerte inspirador de la revolución soviética.
Confieso que cuesta pronunciarse sobre este anacrónico Informe de lenguaje sindical, que más que tal se asemeja a una copia del Manifiesto Comunista de Marx y Engels de 1848, escrito para implantar el socialismo en el mundo. Sólo que este llamamiento, lo reiteran, en el siglo XXI los maestros de escuela uruguayos, un proletariado ilustrado, encargado de formar a los niños uruguayos. ¡Hay de éstos!