A fines del año pasado, el Instituto Nacional de Estadística (INE) dio a conocer los resultados finales del Censo Nacional 2023 y divulgó algunas conclusiones a partir de esa información básica. El impacto de esas noticias fue considerable (aunque, como suele suceder en nuestro país, la preocupación duró poco). Hasta entonces se habían utilizado como referencia los datos elaborados por el Instituto publicadas en sus Estimaciones y Proyecciones de Población, revisión 2013, que estimaban una población de 3.566.550 habitantes para el 2023. El reciente censo comprobó que al 31 de mayo de 2023 la población residente era de 3.449.451 habitantes. O sea, 72.099 personas menos de las previstas.
Todo indica que nuestro país llegó a su población máxima en 2020 con 3.510.305 personas y que entonces comenzó un declive gradual que persistirá en el futuro previsible.
Las causas del cambio demográfico son básicamente tres: natalidad, mortalidad y migración externa. La tasa media de crecimiento medio anual de la población uruguaya pasó de 1,5 % en los años 1908-1963 a 0,3 % en los años 1996-2011; y 0,2 % en los años 2011-2023. La mortalidad ha disminuido. La emigración es difícil de determinar, pero el INE mencionó como un ejemplo la cantidad de uruguayos residentes en España: 83.381 en el año 2022 y 86.620 en el año 2023.
Este julio, el INE publicó sus nuevas estimaciones y proyecciones de población a partir de los datos obtenidos del Censo y abarcando el período 2012-2070. Con razón, el INE afirmó que el estudio “revela un cambio profundo en la dinámica demográfica del país”. En dos sentidos, cuantitativo, el número de habitantes, y cualitativo, la estructura de esa población.
Las proyecciones indican que nuestro país tendrá una población de 3.413.329 en el año 2045, y de 3,043.670 millones en el 2070. Aproximadamente la misma población que en 1984 (3.002.428 habitantes).
El director técnico del INE, consideró que “la caída en la población se produce por la caída de la fecundidad y a pesar del aumento de la esperanza de vida”. La tasa de fecundidad global fue de 1,27 hijos por mujer en el 2023 y seguirá cayendo para llegar a 1,2 en los años 2025-2026. La edad mediana aumentará de 37 años en el 2024, a 45 años en el 2045, y 53 años en el 2070.
El grupo de edades de 65 años o más pasará de representar el 15,6 % en el 2024, al 22,3 % en el 2045, y el 32,5 % en el 2070. El grupo de edades de 0 - 14 años disminuirá del 17,4 % actual a 14,9 % en el 2045, y 11.5 % en el 2070. La consecuencia será una disminución del grupo de edades de 15 - 64 años, el que se encuentra en la etapa más productiva. Este sector pasará del 66,2 % al 63,5 % en el 2045 y el 56,0 % en el 2070. Menos personas deberán mantener a más mayores de 65 años que cada vez requerirán más cuidados, y una proporción decreciente, pero significativa, de menores de 15 años.
La única forma para enfrentar ese complejo desafío y conseguir los mejores niveles de vida a que, legítimamente, aspiramos será aumentar la productividad por habitante. Algo difícil, si consideramos los malos resultados de la enseñanza en nuestro país, la incapacidad para retener a quienes emigran, la demanda por bajar la edad de jubilación y una mentalidad que solamente piensa en poner nuevos impuestos o aumentar los existentes.