Democracia y libertad

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TOMÁS TEIJEIRO
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La identidad política de los países (entendida a largo plazo) suele definirse por las estructuras institucionales que los mismos se dan y logran mantener.

Por la forma en que dirimen sus diferencias los distintos actores políticos, y por las preocupaciones que los mismos y la sociedad civil hacen manifiestas.

Dependerá de cada nación y de su impronta cultural el rol que juegue la sociedad civil y como interactúe esta con los actores políticos, y doy por sentado aquí que el lector entiende que una sociedad civil fuerte, es muchísimo mejor que un Estado poderoso. La razón es sencilla, la sociedad civil generalmente no se mete en la vida de las personas, y el Estado suele hacerlo en forma abusiva, ya que una y otro responden a fines distintos, actúan de manera diferente, y quienes les dan vida a ambos tienen intereses diversos. En su momento Tocqueville nos enseñó algo de esto.

La interpretación que defensores de la sociedad civil y Estado hacen de los conceptos de democracia y libertad es bien clara al respecto.

Mientras los que van por la sociedad civil entienden que la democracia es un sistema de gobierno cuyo único fin es ponerle coto al accionar del Estado protegiendo al individuo de éste, y que la democracia no debe garantizar resultados económicos, quienes defienden el accionar estatal a ultranza, van como es lógico en sentido contrario.

Lo mismo sucede con la libertad. Para la sociedad civil es el bien supremo a cuidar, es el derecho que más importa luego de la vida. Para el Estado, la libertad es un bien importante en los sistemas de gobierno no autoritaristas, pero muchas veces pasible de negociación, por lo menos en algunos de sus aspectos, según la impronta de cada gobierno y cuanto le pese lo colectivo.

Hasta aquí no hay nada nuevo, como decía al principio, cada país tiene su identidad política definida por los aspectos referidos, ahora bien; cabe plantearse si en el mundo actual esta dicotomía mantiene aún plena vigencia.

Si pensamos en democracia y libertad como lo hacía Tocqueville, seguro entendemos el juego y creemos que vamos bien. Pero el problema no es pensar en ellas únicamente en esa clave, sino de la manera en que lo hacen quienes hoy influyen. ¿Qué piensan de democracia y libertad Elon Musk, Bill Gates, Jeff Bezos, o los mandamases de Facebook y su conglomerado mediático? Creo que ese es el desafío actual.

La geopolítica cambio hace rato, el paradigma de Westfalia había quedado en desuso mucho antes de los atentados al WTC de 2001, solo que no nos habíamos enterado. En materia de influencia del poder económico y redes sociales en la calidad de nuestras instituciones vamos por el mismo camino de la langosta en la olla. Es por eso que nunca hay que olvidar la importancia de tener instituciones fuertes, porque los peligros siempre están, y van mutando. Y esto es algo en lo que Uruguay siempre ha estado espabilado. Es algo que importa, y por lo que hay que valorar toda contribución al respecto, como las que con gran esfuerzo hacen instituciones como el CED o Ceres, difundiendo, y contagiando a los jóvenes la preocupación por los valores de la democracia y la libertad. Nuestro sistema político, todo él, tiene muy claro la importancia de cuidar de estos, pero dicho cuidado es tarea de todos, no solo de los políticos.

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