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Canalladas y burradas

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ENRIQUE GUILLERMO
AVOGADRO
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Como ha hecho desde su irrupción en la política nacional, otra vez la PresidenteVice quiere esconder sus zafarranchos institucionales tras la espesa niebla que cubre al país desde la muerte de Diego Maradona.

Su penosa marioneta, el Presidente Pinocho, quiso obsequiarle una remake del show del vestidito negro que permitió a su jefa alzarse con el 54% de los votos en 2011 pero, como se trata de un gobierno de exitosos incapaces, también eso salió muy mal y el velorio se transformó en un bochorno.

Resultó patética la inculpación de Alberto Fernández a los deudos y a la Policía de la Ciudad por los incidentes (suscitados cuando a pedido de Cristina Fernández, se cerró el acceso mientras ella estaba frente al féretro) y se convirtió en rastrera cuando se intentó borrar el comunicado oficial previo, que auto-atribuía a la Nación la responsabilidad por la seguridad, ya que las tomas de pantalla inundaron las redes. Finalmente, los barrabravas, condenados incluidos, ingresaron por la fuerza a la Casa de Gobierno -¡qué simbólico!- y hubo que recurrir al escuadrón de custodia de Granaderos para evitar que tomaran todo el edificio.

Por obra y gracia del tan masivo e imprudente velorio, la "cuarentena" (que seguirá rigiendo hasta marzo para el Congreso y la Justicia) quedó desnudada como lo que realmente es: sólo un recurso político para domar a la ciudadanía y mantenerla encerrada y callada, mientras se arrasaba el país para empobrecerlo como nunca antes, destruyendo empresas y empleos, escuelas y alumnos, en la idea de construir aquí otro santuario pobrista (ya llegamos al 55%) del socialismo del siglo XXI. La voluntad de Cristina Fernández, instrumentada por su mandado, nos costó ya cuatro millones de puestos de trabajo, un año entero sin clases, quinientas mil Pymes fundidas y la huida de grandes empresas.

La prensa, en general, recayó en el amarillismo más abyecto con la muerte de Maradona, tanto como hizo y sigue haciendo aquí y en el mundo con la pandemia del Covid, facilitando a los gobiernos populistas de todos los signos enmascarar sus verdaderas intenciones tras el pánico que generó con su insistente recuento de tragedias. Lamento, a priori, las pérdidas personales que cada lector haya sufrido en carne propia, pero no debemos perder de vista los hechos concretos: se contagió sólo el 0,87% de la población mundial, y murió el 0,02% de ella; en la Argentina, esos números, al día de hoy y que confirman el fracaso de la "cuareterna" como prevención, sólo llegan al 3,04% y 0,08%; ¿justifican el altísimo costo que pagamos?

La recuperación económica y social deberá esperar mucho tiempo, porque sólo puede venir de la mano de las inversiones. Y no llegarán mientras se creen nuevos impuestos confiscatorios y abusivos y aparezcan resoluciones con moratorias inéditas con nombre y apellido (Cristóbal López y Máximo Kirchner), mientras no exista seguridad jurídica, mientras se siga avanzando sobre la propiedad privada (se prohibirá disponer de los campos incendiados), mientras el costo de la casta política siga siendo tan abusivo, mientras continúe el adoctrinamiento malévolo en las aulas y se degrade la educación y, sobre todo, mientras los jueces sean sólo veletas obedientes a los vientos del poder.

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