Publicidad

Batlle Pacheco

Compartir esta noticia
SEGUIR
LEONARDO GUZMÁN
Introduzca el texto aquí

La Intendencia de Montevideo extinguió la deuda del Partido Colorado. Sumando varios rubros, se habló de US$ 5:000.000.

El bulto de la cifra apagó lo principal de su causa: la entrega a perpetuidad -donación- de la inmensa finca de Vázquez 1271 -hoy Andrés Martínez Trueba- para que fuera la “Casa del Partido Colorado Batllismo”.

La cedió César Batlle Pacheco. Ese nombre ya no se musita. Pero lo enalteció un honorable ciudadano de una época donde blancos, colorados, cívicos y socialistas se enorgullecían del señorío de sus prohombres.Hijo mayor de José Batlle y Ordóñez y Matilde Pacheco, nació el 30 de agosto de 1885, 9 meses antes de la fundación de El Día. Desde 1914 integró la Junta Económico Administrativa de Montevideo y después el Concejo Departamental. En las columnas de su diario, con sus hermanos Rafael y Lorenzo se opuso tenazmente al golpe de Estado del 31 de marzo de 1933, enfrentando a la censura previa con policía en el taller.

Para salir de la Constitución de la dictadura y acabar con el Senado de 15 y 15, César Batlle entendió que debía dialogarse directamente con el presidente Baldomir. No le mandó emisarios. Fue él mismo. Cuando se le criticó que el hijo de Batlle y Ordóñez hubiera ido a hablar con quien había sido el Jefe de Policía que ordenó prender a Baltasar Brum, respondía: “No habría sido moral mandar a otros a hacer lo que uno entendía que debía hacerse.” Y por cierto, fue garantía de trasparencia.

Las conversaciones fructificaron. A fines de 1941 -el año en que el Batllismo se hizo cargo de la casona donada- César fue protagonista del acuerdo que, disolviendo las Cámaras el 21 de febrero de 1942, lo convirtió en co-redactor de la Constitución de ese año.

Intérprete natural de un Batllismo que entonces era vigoroso, tras impulsar el pleno retorno republicano, no buscó relumbrón ni poder. Cómodo en su alma, fue candidato a edil por Montevideo. Y eso mismo repitió en 1946, empeñado en completar la Rambla desde el Puerto al arroyo Carrasco. Presidió la Asociación Uruguaya de Fútbol en 1931 y entre 1943 y 1952. Enalteció a los campeones de Maracaná sin pavonearse, sin promocionarse para ningún jet-set y sin llevarse nada a su casa.

En 1945, al terminar la Guerra Mundial II, El Día de los Batlle Pacheco hizo flamear en 18 y Yaguarón la bandera nacional con las enseñas aliadas. Estuvieron Inglaterra, Francia y Estados Unidos, pero no la URSS stalinista. Le costó insultos y alquitrán, pero el tiempo le dio la razón.

El enfrentamiento con su primo Luis Batlle Berres lo llevó a ingresar a la política activa. Diputado desde 1951 -año en que con su voto el Uruguay estableció el colegiado, tan luego en una América erizada de dictadores-, Consejero de Gobierno desde 1959 y senador desde 1963, murió el 5 de junio de 1964, el domingo hará 58 años.

Tuve el privilegio de tratarlo. Don César era republicano y liberal, pero abrigaba profundas convicciones filosóficas y políticas. Sentía la Ilustración y el krausismo como un estilo del espíritu. Se lo infundió a Jorge Batlle, que, en las horas duras que sufrió en el llano y en la Presidencia, siempre evocaba y agradecía a tío César.

Si hoy lo evoco no es tanto por lo que fue, como por lo mucho que, en todos los ámbitos, nos hace falta su ejemplo de repúblico que custodió el país, la ciudad y aun el fútbol, por sentimientos y razones sin cálculos ni apetitos.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumLeonardo Guzmán

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad