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8 años después no es noticia

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Sin darnos cuenta, nos estamos convirtiendo en una sociedad agresiva e intolerante. La actividad política se está tornando en eso. Ya no se escuchan discursos profundos y elaborados donde se razona, se parte de una premisa mayor, se pasa por la menor y se llega a un colofón. No.

Todo es acusación, daño al contrario y grito de trinchera. Las redes sociales amplifican, los medios de comunicación titulan, las acusaciones gozan de la atención fugaz del público hasta que surge otra. El mayor premio no es una interpelación donde se hacen valer responsabilidades, sino el desfile del contrario por la fiscalía o su foto, que ingresa a declarar en un juzgado. Ello desalienta el ingreso a la política.

Tuve la fortuna de, luego de veinte años en la actividad, nunca haber sido interpelado y menos aún, ser acusado ante la Justicia de nada. Pese a haber estado al frente de tres ministerios, en algún momento al mismo tiempo, y diez años en el Senado. Eran otros tiempos, más duros en cuanto a la situación económica, pero que no tenían la virulencia y agresividad de hoy.

Muestra de esto es una noticia que pasó desapercibida esta semana. Luego de ocho años de investigación judicial, por segunda vez, la Justicia archivó la denuncia penal formulada por la administración frenteamplista de Salto contra el exintendente y hoy senador, Germán Coutinho.

Cuando se realizó la denuncia, la noticia ocupó titulares de diarios y comentarios negativos de políticos de todos los partidos, el Frente Amplio, el Partido Nacional y hasta el propio Colorado al que Coutinho pertenece.

La intendencia contrató a un ex juez penal, para llevar adelante la denuncia penal. Los medios nacionales cubrieron en titulares el hecho. Fue portada en noticieros y diarios de todas las orientaciones editoriales como Subrayado, Teledoce, El País, Brecha, El Observador, La Diaria, La República y varios medios . Era lógico que lo fuera. Era información de interés y relevante el hecho de que se denunciara a quien fue intendente y candidato a vicepresidente por su partido.

Conozco a la familia de German. Vi cómo su padre, hoy fallecido, lo acompañaba en los actos, orgulloso. Cómo su madre estaba siempre ahí, mirándolo entre preocupada y contenta. Admiré la mirada serena y comprometida de Ianina, su señora. El afecto de sus hijos, Charly, Pilar, Ianina y Germancito. Imagino lo que deben haber sufrido en estos años cuando veían las noticias en la televisión, radio y redes.

La vida me enseñó que sufren más los que están alrededor del político que el político mismo. Uno está preparado para recibir golpes, pero los que le tienen afecto no. La familia de German, toda, debe haber sufrido más que él. Ellos, como el cireneo en el camino al Gólgota, cargaron con su cruz. Como corresponde pero también como duele.

Esta semana, luego de ocho años de calvario, la Justicia ordenó archivar la denuncia. Es la segunda vez que lo hace. Tomó la decisión con base en un informe del Instituto Técnico Forense, que concluyó que no hubo delito.

La sentencia aclara que “nada se ha aportado a esta sede que permita la utilidad de la continuación de la investigación presumarial, por lo que, transcurridos más de ocho años de los hechos denunciados y dado que de la pericia forense no surgen elementos que vislumbren la comisión de delito alguno, se ordenará el archivo de las presentes”.

Esta noticia no fue portada de los noticieros. Ni de los grandes medios de prensa nacionales. Pasó desapercibida. No los critico a estos.

Los medios de comunicación seleccionan y publican lo que es de interés del lector. Como alguna vez le escuché decir al Dr. Julio María Sanguinetti “que un perro muerda a un hombre no es noticia, que un hombre muerda a un perro sí”. Eso no es culpa de los medios de comunicación, sino de nuestra sociedad. Hay estudios que concluyen que una buena noticia es comentada, en promedio, por cuatro personas. Una mala por 16.

A nuestra sociedad parece interesarle más que le hagan una denuncia penal a quien ocupó un cargo político, que la Justicia la rechace. En especial, si transcurrieron ocho años.

Cuando se recurre a la Justicia criminal, cuando lo que tiene que manejarse en el ámbito político es llevado al judicial, quienes lo hacen olvidan que alrededor del político hay una familia, padres, hijos, esposa, que sufren con él. Lo sé por experiencia personal.

Lo que lleva a la gente de bien a plantearse si dedicarse a la actividad política. Si arriesgarse a trabajar en un área donde al final del día, para obtener una ventaja, alguno termina haciendo lo que hicieron con Germán. Ensuciando su nombre y su honorabilidad. Obligándolo a esperar ocho años ¡ocho! para que la Justicia termine diciendo que teniendo los medios para aportar prueba, la Intendencia denunciante no haya agregado nada.

Ocho años en los que Germancito dejó de ser un niño y pasó a ser un adolescente. En que sus hijas crecieron, se pusieron de novias, y su hijo mayor tuvo que discutir más de una vez sobre política y decir que aquello de lo que acusaban a su padre no era cierto. En qué su madre y su esposa sufrieron en silencio, porque así lo hacen las madres y las esposas. Lo he visto con mis ojos.

Hoy cuando todo pasó, cuando la Justicia archivó, el Instituto Técnico Forense dijo que no hay delito, ya no es noticia ni ocupa titulares. El daño está hecho, el odio ganó. Solo queda la tranquilidad de conciencia de quien sabe que actuó de acuerdo a derecho.

Lo que buscaban, lo lograron.

Gritaron desde una tribuna que había una denuncia penal para conseguir un puñado de votos más. Lograron su objetivo. También obtienen otro: que quienes tienen vocación y capacidad para dedicarse a la actividad política lo piensen dos veces. Se planteen si vale la pena hacer el esfuerzo patriótico de renunciar a otras actividades mejor remuneradas, cuando hay quienes están dispuestos a enlodar su nombre. Sobre todo, se pregunten si, por dedicarse a la política, tienen derecho a hacer sufrir a su madre, a su esposa y a sus hijos.

Feliz Navidad.

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