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Cada 14 de junio se celebra el Día Mundial del Donante de Sangre; ASSE realiza jornada de donación voluntaria en Montevideo e invita a tomar conciencia sobre la importancia de esta práctica.
La primera jornada fue hoy hasta las 15:00 horas y se retomará el martes 16. El próximo lunes se instalarán en el Hospital Militar y atenderán, en principio, en el horario matutino.
FINANCIACIÓN CLARA LUSSICH "Yo te voy a ser honesto. La verdad es que estaría robando para comer”, dice Milton unos 15 minutos antes de las siete de la tarde del miércoles. A diferencia del resto de las personas que están haciendo la fila y simplemente contestaron un seco “no sé”, él pensó un rato su respuesta y la dijo con un poco de vergüenza. La pregunta fue: “¿Qué estarías comiendo hoy de noche si esta olla popular no funcionara?”. Los que guardan el primer lugar de la fila llegaron a las cuatro de la tarde. Tres horas antes de que los cucharones les sirvan el guiso calentito en sus recipientes. Se conocen de hacer cola todas las semanas. No solo de esta que funciona los lunes y miércoles, sino también de otra olla los martes y jueves y un merendero al que van los viernes y sábados. Todos están de acuerdo en dos cosas que se repiten: la generosidad de las personas que cocinan y los problemas por el orden de la fila. “Siempre aparece alguien que llegó sobre la hora y quiere estar primero, pero hambre acá tenemos todos”, dice un hombre que tiene un acolchado cubriéndole los hombros. La olla de vecinos de la calle Ciudadela en Ciudad Vieja funciona hace dos años. Empezó en la pandemia gracias a dos mujeres, una llamada Alicia, quien asegura que cocina para “todos los que se acerquen”. Según ella, cuando comenzó a cocinar venían menos de 50 personas y ahora recibe a unas 200 por noche. Este miércoles la cifra ronda las 100 personas. Alicia prefiere no contar mucho y se la nota acelerada en la preparación. Tiene a unas seis personas ayudándola con la olla y ninguno parece tener más de 40 años. Uno de los voluntarios tiene una lista con nombres y le pregunta a todas las personas que se acercan quiénes son y la cantidad de porciones que se llevan. “Si tenés niños también te dan leche y pan”, explica una de las pocas mujeres que hace la fila. Ese registro -o el faltante de registro- en torno a las ollas populares le provocó un dolor de cabeza al Ministerio de Desarrollo Social (Mides) durante esta semana. Esta olla en particular pertenece a la red del sur de la Coordinadora Popular y Solidaria (CPS), una de las organizaciones de vecinos y vecinas que se formó durante la pandemia con el fin de paliar el efecto más duro que la crisis dejó en los más vulnerables: el hambre. Sin embargo, la sensibilidad sobre un tema tan delicado ha generado cruces entre quienes reclaman por un Estado ausente y otros que aseguran que se “exagera” la situación de los más necesitados para perjudicar al gobierno. Más allá de las percepciones, la gran duda es cuántas son las personas que verdaderamente dependen de las ollas populares para comer. Así como Milton decía que gracias a eso no salió a robar, la historia particular de cada persona y por qué asiste a una es “fundamental” para el Mides. Eso lograría descifrar cuántas personas comen gracias a la olla y cuántas “aprovechan” la presencia de estas, pero tienen otras formas de recibir un plato de comida. Olla Ciudadela. Foto: Estefanía Leal. Consultada al respecto, la directora departamental del ministerio, Carolina Murphy, explica lo siguiente: “Sabemos que no todas las personas que asisten a una olla dependen en un 100% de esta, incluso recorriéndolas y conversando con los usuarios nos han comentado que van para aprovechar esa cena y prefieren utilizar las prestaciones del Mides que tienen para cubrir otras cosas”. En este sentido, Murphy hace referencia a que “cada vez queda el núcleo más duro y estructural” de pobreza en las ollas populares y “dejaron de asistir aquellos que llegaron a la olla a causa de la pandemia por algo más coyuntural y quizá estaban más cerca de salir”. La lectura del Mides es diametralmente opuesta a la de la Coordinadora Popular y Solidaria, que asegura que el gobierno quiere “lanzar una bomba de humo para tapar el problema porque a pesar del crecimiento económico la magnitud del fenómeno sigue siendo importante”, según explica el vocero de la CPS, Esteban Corrales. Hoy hay 268 iniciativas entre ollas populares y merenderos. El apoyo del Mides a estas se hace a través de una ONG llamada Uruguay Adelante. Desde hace más de un año la organización recibe una transferencia económica de la cartera todos los meses destinada a la compra de alimentos y luego tanto las ollas que funcionan de forma particular como aquellas pertenecientes a la CPS retiran determinada cantidad de alimentos para cocinar. La ONG lleva unas cinco partidas aprobadas por el Mides, cada una de unos 65 millones de pesos. En total, el Mides ha aportado unos 8.100.000 dólares a Uruguay Adelante. El contrato del ministerio con la ONG estaba previsto que terminara este 15 de setiembre. Sin embargo, el ministerio solicitó a todas las organizaciones que trabajan con Uruguay Adelante que informaran la cantidad de personas que siguen alimentándose en sus ollas y merenderos para evaluar una extensión en ese plazo. Finalmente se determinó que el acuerdo irá hasta febrero de 2023. Pero ahí se formó el cortocircuito. La Coordinadora Popular y Solidaria no envió los datos internos sobre dónde se encuentran las ollas que siguen funcionando, qué días funciona cada una ni la cantidad de porciones de comida que se sirven allí. El motivo no está claro.
ACTUALIDAD Tras un estrecho diálogo con las autoridades de emergencia danesas, Falck llevó a cabo esta donación con el fin de poder ayudar a los heridos en la zona de guerra y las zonas conflictivas de Ucrania y sus alrededores.
ACTUALIDAD Entrega de los fondos solidarios recaudados por la cadena de supermercados Disco junto a sus clientes. Disco entregó la donación de sus clientes para el Hospital Pereira Rossell.