Recuperemos nuestra hermosa Ciudad Vieja

emilio cazala

No es desconocido nuestro entusiasmo y afecto por la Ciudad Vieja, que por cierto la conocemos más o menos casa por casa, verdadero y último testimonio de nuestro pasado con sus invalorables y menguados vestigios que van quedando del primitivo Montevideo, del Montevideo de fines del siglo XIX que comienza a cambiar y del formidable y pujante Montevideo de principios del siglo XX y sobre todo de los años 20 y 30. Una ciudad hermosa, lujosa, que con fuerza, empuje e imaginación comienza a mostrar su capacidad de desarrollo y crecimiento pero sobre todo su voluntad de culturizarse y esto es algo que se ve por todos lados, en su modelo edilicio bien europeo y en la calidad de sus comercios y voluntad de servicio, hábitos, costumbres, vestimenta y sobre todo en la educación de sus citadinos. Muy temprano entra en la vida ciudadana el tranvía eléctrico con aquellos asientos de paja (esterillados) bien terminados y hasta mullidos que eran verdaderas poltronas, un verdadero lujo y que aun hoy no se viaja mas cómodo en los autobuses. Ciertamente fueron años aquellos que en Europa no se vivía mejor ni más seguro, donde no faltaba la miseria, el desempleo y aun las guerras. Allá prevalecía una formación cultural elitista que no llegaba a las capas sociales modestas, como se vería bien claramente aquí en Montevideo con los inmigrantes que llegaron a nuestra tierra. Montevideo por el contrario era una ciudad abierta a todos y para todos los emprendimientos y los aluviones de inmigrantes españoles, italianos, polacos, rusos, libaneses, lituanos, griegos, etc. llegaron por millares. Esta gente con fuerte vocación de trabajo, con actitud de humildad, algunos con oficios y muy buenos, nos parece que como en su mayoría no sabían hablar español, carecían de comunicación con los políticos del momento, lo cual los alejaba de un eventual empleo publico, así que tenían que desarrollar los menesteres más duros en la sociedad. Aún recordamos entre otras tareas conducir los pesados camiones de los años 20 con ruedas macizas que iban al puerto, los carros, los estibadores, las pandillas de transportistas, etc. Como frecuentemente decimos, así fueron nuestros padres y abuelos inmigrantes. La gran mayoría de las tripulaciones de los barcos de cabotaje, un trabajo duro y sacrificado, eran yugoslavos, polacos, italianos, lituanos, los que también estaban en el gremio de la construcción. Pero nuestro tema no es hacer estudios sociales de los inmigrantes sino referirnos a la Ciudad Vieja que todavía quedan muchas cosas que hacer para recuperarla. Aun recordamos el cartel donde hoy también llevan su destino los autobuses, que decía Centro y eso afirmaba el concepto que el centro de la ciudad de Montevideo era ese, el que ahora llamamos Aduana o Ciudad Vieja. Y es que aquí vivía la clase alta y dirigente del Uruguay y buena prueba de ello es el lujoso palacio que se hizo construir Taranco, en la calle 25 de Mayo y 1º de Mayo (calle que conmemora fecha patria de 1829) y otras importantes residencias de los Zorrilla, Montero, Aguirre, Antuña, Yeregui, Blanco Acevedo, Rodó, Amézaga, Bustamante, etc. que ya hemos descripto en notas anteriores.

CIUDAD AGREDIDA. Esta hermosa y bella Montevideo, es una metrópolis que deslumbra a los viajeros que nos visitan. Nosotros hemos seguido en un par de ocasiones a los visitantes extranjeros de los cruceros de turismo y hemos observado sus reacciones de sorpresa y satisfacción al pasear por sus calles y observar estas construcciones que por cierto atraían su atención y las disfrutaban. Todos sin excepción quedaban sorprendidos de nuestro fuerte perfil tan europeo.

AUTOBUSES. Lamentablemente esta pequeña parte testimonial del viejo Montevideo es vulnerada de lunes a viernes por la presencia masiva de los enormes y pesados autobuses que en numero de 80 unidades por hora, uno detrás de otro, atosigan nuestros pulmones, y sus ruidosos motores y escapes aturden a paseantes y aun a las oficinas haciendo vibrar las paredes de la edificación, ennegrecen los frentes y posiblemente produzcan fisuras pero sobre todo ahuyenta a los habitantes y hasta las inversiones. Nos referimos a 25 de Mayo y Cerrito especialmente y también a Buenos Aires y la calle que sale más indemne de este castigo es Rincón. Lamentablemente a la altura del 502/508 esquina Treinta y Tres se encuentra el antiguo edificio de la compañía tranviaria inglesa que estuvo muy bien hasta que lo compró el Estado y peor aun después que vino el BPS. Ahora está en total abandono, en grave peligro de desprendimientos de su mampostería y algún día se vendrá abajo un balcón y presumimos que así estará en los próximos 20 años y naturalmente lo perderemos.

LOS BALDIOS. Hay muchos terrenos baldíos que pensamos se podrían embellecer sin mucha inversión, cambiando el escenario, incorporando a esos inhóspitos espacios, simples jardines con césped y elegantonas fuentes de material, y nos referimos a dos o tres solares que están en Zabala y Rincón que afean todo el área que fue realzado por el Discount Bank que recicló la antigua Cía. Inglesa de Aguas Corrientes y otras mejoras en la propia Plaza Zabala. De paso habría que recuperar el hermoso frente y fachada que ocupaba en las calle Zabala casi Cerrito el primitivo Banco Inglés y que cada día se deteriora más y más. Otro terreno de ordinario aspecto, aunque esté escondido con vetustas y desagradables paredes, es el de Rincón y Zabala, lindante con el Museo Histórico. aquí estuvo hace muchas décadas el Banco de Seguros del Estado. En este solar si no se va a construir, pues habría mucho para innovar y embellecer. El solar frente al Banco de la República, Solís y Cerrito donde estaba el hermoso edificio de Houlder Brothers y en la esquina el Banco Real del Canadá, es un baldío que afea incluso al Banco República. Lo mismo, el solar que ocupa la esquina de Rincón y Zabala vereda oeste. Todos sabemos que la piqueta ha demolido sin piedad verdaderas joyas arquitectónicas para levantar los conocidos cajones, caso del Bazar Colón en Sarandí y Juan Carlos Gómez. Era un hermoso edificio demolido, acerca del cual días pasados el arquitecto Gómez Platero en un programa de TV se lamentó profundamente su desaparición y no comentó bien el sustituto.

CARCAVAlLO. Días pasados, se conectó telefónicamente con nosotros el Sr. Carcavallo de 91 años, quien estimulado por nuestras notas, agregó datos de nuestra Ciudad Vieja, a la que conoce muy bien, valiosos. Así recordó a José Serrato cuando era Presidente de la República que vivía en una hermosa casona de la calle 25 de Mayo entre Ciudadela y Juncal y se iba a pie hasta el Palacio Estévez. Si mal no recordamos esa era una casa con una impresionante gran entrada con escaleras de mármol, donde años más tarde funciono una enorme academia o escuela que enseñaban inglés y mas aun nos parece que fue la primera sede de la Alianza Cultural Uruguay -Estados Unidos, ahora un parking o construido para parking .

LOS MARINEROS. Como ocurría en todos los puertos del mundo, en una zona "non santa" contigua a los muelles estaban ubicados los tradicionales bares para marineros donde abundaban las copas y "señoritas" algunas pasadas de años y de peso. En Montevideo varios cabarets bien conocidos cordoneaban el puerto en calles que en horas nocturnas y de madrugada eran de los marineros. Estaban sobre sobre la calle Rincón, Ituzaingó y 25 de Mayo, el Maxim, el Rialto, Tabaris, Scala, en Juan Carlos Gómez y 25 de Agosto el Capitol, en Bartolomé Mitre al norte y otros. Eran marinos por vocación, en barcos mercantes norteamericanos, ingleses, franceses, italianos, alemanes, noruegos y suecos, que quedaban en puerto 8, 10 y 12 días. ¡Que babel era aquella parte de la ciudad!. Hoy aquellas banderas solo flamean en barcos de guerra porque las de los mercantes fueron sustituidas por Panamá, Liberia, Bahamas, Vanuatu y los marineros son coreanos, filipinos, indonesios, chinos, indios, paquistaníes, etc. Hoy no existe nada de eso, desapareció todo y los marineros ya ni siquiera tienen tiempo de bajar a conocer la ciudad pues la estadía de sus barcos como máximo son 6 horas, excepto los de los pesqueros.

MERCADO DEL PUERTO. Algo que forma parte del puerto y de la Ciudad Vieja es sin duda los sábados al mediodía en el famoso bar Roldós a comer los exquisitos sandwiches y el irresistible medio y medio (vino efervescente ) donde una multitud de clase media y alta rodeaba el mostrador y allí estaba el mismísimo Don Juan Roldós atendiendo, con su aspecto de gran señor que sin duda lo era. Las damas con sus llamativos tapados de piel y los encumbrados con sobretodos de pelo de camello marrón que era la moda. Horas degustando los sandwiches y el vino corría generosamente y realmente era un milagro que llegara a nuestras manos el platillo con aquellos exquisitos bocados y más aun lo era pagar la cuenta en medio de aquella multitud, pues cuando uno lograba acercarse al mármol allí estaba nuestro mozo amigo que en medio de 20 o 30 cuentitas estaba la nuestra y sin equivocaciones. Los mejillones eran mejillones, los de sardinas eran sardinas, los berberechos chorreaban de cada sandwich, las traviatas, ¡que sandwiches! En su trastienda que era un piecita un poco improvisada y bohemia con salida independiente al mercado, con unas seis u ocho mesas y 20 sillas, los sábados se reunían sin proponérselo, políticos de nota, otras veces los empresarios y damos fe que allí se concertaron muchos negocios entre despachantes, agentes marítimos, cargadores, rematadores y comerciantes. Como lo recuerda uno de nuestros lectores, aquel Mercado del Puerto no es el de hoy sino que era el feudo de Jacobo Singer, de Viapiana y Fernández, de Luis Montana con su prestigioso puesto de verduras que surtía a bordo de los barcos y los chorizos al vino de Pepe Bellomusto.

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