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Un semillero de nuevos programadores

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Hack Academy apuesta a expandir su modelo de formación de especialistas en desarrollo de software

La pasión por la tecnología unida a la necesidad de la industria de conseguir más programadores encendió en Marcus Lundstedt y Gastón Menéndez las ganas de emprender. Así nació Hack Academy, un instituto de formación en programación y nuevas tecnologías.

Los responsables de la academia explican que un disparador del proyecto fue detectar una «falta de programadores» en el mercado. Frente a ello, surge la demanda de las empresas de tecnología que están «desesperadas» por estos perfiles, difíciles de conseguir también porque «la educación tradicional no da abasto para formar a toda la gente que se necesita», evaluó Lundstedt.

El emprendedor encontró el modelo perfecto para el proyecto durante un viaje a San Francisco (EE.UU.) a fines de 2015. En esa oportunidad visitó Hack Reactor, una «escuela» que desarrolla coding bootcamps, esto es, cursos cortos (de tres meses), intensivos (con clases de ocho horas, de lunes a sábados) y con mucha carga práctica, donde se forma en programación a personas sin conocimiento técnico en el área.

El surgimiento de estas «escuelas» refleja que el problema de la escasez de programadores es global.

«La idea de ellos es aprender haciendo y cuando vi ese modelo me voló la cabeza. Le dije a Gastón de traerlo a Uruguay y así empezó», recordó Lundstedt.

Decididos a implementar la idea, los socios conversaron con Hack Reactor para afinar el proyecto, adaptándolo al mercado local. «Igual, el foco sigue siendo hacer lo mismo que ellos. Lo estamos haciendo por partes», dijo Menéndez.

El primer paso fue lanzar un curso para testear el interés del mercado. En julio de 2016 y tras hacer algo de publicidad, armaron un grupo de 21 alumnos, muchos más que los 10 que preveían originalmente. Alentados por el buen resultado, repitieron la experiencia con dos cursos más, en noviembre de 2016 y en febrero de 2017.

Este último marcó además un hito: la mudanza a su propia casa, un edificio de dos plantas (en 21 de Setiembre y Bulevar España) que cuenta con un salón para 12 alumnos y otro para 18 estudiantes.

expansión

En crecimiento

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Desde el comienzo, el objetivo primario del instituto ha sido el mismo: «Ser la mejor academia de programación y nuevas tecnologías de Uruguay», coincidieron Lundstedt y Menéndez.

Para ello, se basan en clases personalizadas y presenciales, intensivas y con acento en la práctica (que hoy es el 50% de las clases pero se busca llevarlo al 70%). «Esto es como aprender a tocar la guitarra, nadie aprende mirando solo cómo toca el profesor. Tenés que practicar y practicar», comparó Lundstedt.

La propuesta académica se centra en la carrera de desarrollador web full stack, de nueve meses de duración y que se puede cursar de una sola vez o por cada uno de sus cuatro módulos. Además, se brindan talleres en data science, inteligencia artificial y machine learning.

Los socios explicaron que reciben sugerencias para sumar otras disciplinas pero «no queremos ser multicursos, sino excelentes en lo que hacemos. Esa es nuestra premisa y diferencial», recalcó Menéndez.

Eso no significa que la academia no piense en crecer. Hack Academy ya ofrece servicios de capacitación in-company, que empresas de distintos sectores vienen contratando u2014desde bancos y financieras a firmas tecnológicas y de telecomunicacionesu2014 dirigidas a sus equipos.

Otra vía para crecer está ligada a implementar «a mediano plazo» bootcamps en el mercado local. Serían tres instancias al año, de tres meses de duración y clases diarias, para grupos de entre 12 y 20 personas, con la premisa de formar programadores e insertarlos en el mercado laboral. Para ello, Hack Academy comenzará a «trabajar más de cerca» con empresas tecnológicas para obtener su apoyo, de modo que tomen a los egresados del instituto. «Nuestro éxito estará asociado a cuánta gente capacitemos y luego pueda insertarse», dijo Menéndez.

Lundstedt aventuró la posibilidad de llevar este modelo al Interior e incluso fuera del país. Es que se trata de una industria que no conoce límites. «Las puertas están abiertas, hay lugar todavía para un montón de gente», concluyó.

"El nuevo inglés"

Unos 500 egresados ya pasaron porHack Academy hasta el momento. Su rasgo común es el interés por la tecnología, ya sea para emprender, comprender mejor un negocio, o sumar conocimientos en ese campo, al que la academia define como «el nuevo inglés». Los alumnos proceden de diversos sectores de actividad y promedian 26 años. La mayoría son hombres, razón por la que se creó la beca «Más programadoras», que da automáticamente un 20% de descuento a las interesadas en los cursos.

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