¿A qué apuntamos? Ejemplifiquemos: de qué nos sirve un gran peón especializado, versado en su tarea si carece de actitud para el trabajo, si llega tarde al mismo, si no pone empeño en su tarea? Tal vez sería mejor, alguien no tan idóneo pero que precisamente tiene todas las bondades que le faltaban al obrero más apto.
Las habilidades blandas nos hablan de una combinación de habilidades sociales, de comunicación, de forma de ser (buena disposición para el trabajo), de empatía con los compañeros y jefes, que determinan que dicho obrero se vincula de manera efectiva en la obra (o donde competa).
Hoy en día las empresas velan por esta cualidad.
Se está apuntando mucho a resolución de problemas en forma colaborativa, forjando un verdadero equipo de trabajo que se complemente, que dialogue, que trabaje en forma coordinada.
Esto no menosprecia las habilidades técnicas que son esenciales, pero es de necesidad que se complementen.
Cómo gestionar un conflicto, donde el equilibrio y la ponderación jueguen un rol primario, entendiendo que hay dos partes en pugna y que, si existe buena fe, debe resolverse.
Saber administrar correctamente el tiempo, comienza a ser esencial ante tanta competencia. Viene de la mano, también, de una buena productividad obrera, donde la eficiencia en la tarea cobra relevancia.
El manejo del estrés tiene su cabida dentro de las habilidades blandas. La salud mental comienza a importar y ya hay médicos especialistas en salud laboral que se interesan por el tema.
Saber comunicarse, fue dicho, tanto por escrito como verbalmente, es una pieza importante dentro de este nuevo rompecabezas que hay que ir armando, precisamente con nueva cabeza.
Tener cultura de la empresa, sentido de pertenencia a la misma, hacerse partícipe de los logros y desventuras que puedan suceder. Es un tema de responsabilidad, de sentir amor por lo que se hace. Cuentan anécdotas, veteranos promotores, que tiempo atrás, un obrero que había trabajado en un edificio y la obra estaba culminada, le señalaba con orgullo a su descendencia que él había tenido participación.
Productividad personal.- Lo dijimos líneas arriba. Tiene que ver con la eficiencia en su tarea. Ser o no productivo es una decisión personal, es un tema de actitud ante la tarea. Si se es versado y se tiene actitud, redituará para todos los involucrados.
Gestión del cambio. Darse cuenta que la tarea no siempre es monótona y que a veces se debe percibir que es necesario cambiar, pese a que pueden sucederse equivocaciones.
Todas estas condiciones son inherentes a personal de un país desarrollado. Aquí y en América Latina tenemos incorporados muchos vicios, contrarios precisamente a la diligencia e idoneidad en el trabajo. Por eso hacemos hincapié en la actitud para trabajar, previo a toda otra consideración. Logrado este primer aspecto, allanamos el camino para que la productividad comience a ser tenida en cuenta.
APPCU está muy comprometida con el paso del tiempo y no estoy expresando ninguna condición virtuosa.
Sin desdeñar un ápice la experiencia y la “aprehensión” del conocimiento jalonado en el decurso del tiempo, hay que realizar una mixtura con la revolución de los cambios y su adaptabilidad, por ejemplo, a una obra en construcción.
En definitiva, “la cabecita” nos gobierna y del equilibrio de la misma dependerá el éxito o el fracaso de la tarea. Estos tiempos modernos no nos dejan alternativa.
Aníbal Durán