ALEMANIA
Situación de los inmigrantes es el gran escollo para formar coalición.

Angela Merkel emprendió ayer domingo su último intento para formar un gobierno de coalición en Alemania y evitar así desencadenar un periodo de inestabilidad que marcaría el fin de su carrera política.
En el poder desde hace 12 años, Merkel ganó las elecciones legislativas de septiembre. Pero lo hizo con su peor resultado desde 1949, cediendo terreno a la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), que aprovechó el descontento de una parte del electorado tras la llegada de más de un millón de refugiados. Merkel no ha conseguido desde entonces establecer una mayoría en la Cámara de Diputados.
Una incómoda alianza con los Liberales y los Verdes permitiría a Merkel gobernar durante un cuarto mandato. Sin embargo, esta alianza tripartita no tiene precedentes a nivel nacional. Con las negociaciones superando plazos, los líderes se están instando mutuamente a hacer dolorosas concesiones para que unos partidos que están ideológicamente muy alejados se unan en un gobierno estable en la mayor economía de Europa.
El plazo autoimpuesto del pasado jueves para concluir las conversaciones exploratorias venció sin acuerdo, pero los negociadores dijeron que los Verdes vieron con buenos ojos una oferta de ayer domingo para impulsar la generación eólica.
Aunque aún hay obstáculos sobre impuestos y finanzas públicas, el punto más difícil es la inmigración, donde los aliados conservadores de Merkel de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) insisten en limitar los recién llegados a 200.000 al año.
Los Verdes se han opuesto a establecer un tope.
La imposibilidad de llegar a un acuerdo podría conducir a nuevas elecciones, algo que todos los partidos están ansiosos por evitar ya que temen que esto pueda llevar a que la extrema derecha de AfD obtenga mayores apoyos tras entrar en el Parlamento en septiembre.