Médicos Sin Fronteras alerta sobre la situación de los migrantes extracontinentales: "Quedaron atrapados"

El coordinador de comunicación del equipo en Ciudad de México, Sergio Pérez Gavilán, difunde las historias de migrantes que perdieron la posibilidad de pedir asilo a Estados Unidos.

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Campamento informal de migrantes en Ciudad de México
Campamento informal de migrantes en Ciudad de México.
Foto: Sergio Pérez/MSF, cedida a El País.

“No tuve más opción que escapar hacia Estados Unidos”, dice Mbala. Su otra opción era Francia, pero no sabe nadar y tenía miedo de morir ahogado en el mar Mediterráneo. Mbala no es su verdadero nombre, es el seudónimo que Sergio Pérez Gavilán le dio para difundir su historia y la de muchos otros que son asistidos por equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF).

Mbala abandonó el Congo tras el resultado de las elecciones de 2016 cuando su familia fue perseguida políticamente por oponerse al candidato ganador. Viajó a República Democrática del Congo, luego otra vez al Congo, a Angola, al Congo nuevamente, a Etiopía, a Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Guatemala, Honduras y finalmente en 2023 llegó a México. En el momento en el que fue atendido por MSF esperaba respuesta a un pedido de asilo que hizo al CBP One, una herramienta instaurada por el gobierno de Joe Biden y que la administración de Donald Trump cerró tras su asunción.

Desde Ciudad de México, Pérez Gavilán, el coordinador de comunicación de MSF en México, cuenta a El País que ahora los migrantes como Mbala "han detenido sus movimientos".

El CBP One tenía "muchas limitaciones", actualizaciones y caídas frecuentes. "Eran meses de espera para ver si tal vez te contestaban un correo o había alguna información extra, que muy seguido no había", relata Pérez Gavilán, pero sostiene que al menos hasta su cierre fue la "herramienta que tenían las personas que vienen de contextos de vulnerabilidad extrema para hacer su solicitud de asilo".

Ahora, "muchas personas se quedaron atrapadas", según Pérez Gavilán. "Ahora realmente no saben qué hacer. Ha generado mucha confusión, pero también mucho temor sobre lo que va a ser su futuro próximo. Escuchamos muchas personas que nos relatan que desean regresar a su país de origen, que es muy entendible porque los traumas de la migración son muy grandes. Y hay otras personas que dicen ‘no, yo me quedo y vamos a esperar a que algo cambie y vamos a seguir adelante’."

"Una realidad es que las solicitudes de asilo aquí en México se han incrementado, y esto no solamente de personas de origen intercontinental, y es un dato demográfico que consideramos importante, sin embargo no son la mayoría", detalla Pérez Gavilán y sostiene que para la mayoría "es muy incierto a dónde irán".

El viaje de familias enteras y madres solteras

Mbala habló con Médicos Sin Fronteras desde La Soledad, un campamento informal de migrantes en el centro de la Ciudad de México en el que se instaló junto a su esposa y su hijo.

Desde el año pasado, los equipos de MSF notaron un aumento de la presencia de niños en los campamentos o albergues a los que se acercan a ayudar. "El demográfico de niños crece de manera generalizada. Creo que ese fue un cambio. Estamos acostumbrados a ver al hombre soltero tratando de conseguir una mejor vida para mandar dinero a sus familias a su país de origen. Ahora también vemos mujeres embarazadas, niñas y niños de cinco o tres años", expresa Pérez Gavilán. "Estamos viendo cambios fundamentales diría yo, cosas que tal no nos imaginamos que iban a suceder de manera tan súbita, pero también tenemos conocimiento de que así es la naturaleza de los movimientos migratorios, los movimientos de movilidad humana", añade.

En el mismo campamento, un equipo entrevistó a Luisa, una madre soltera a cargo de cuatro hijos con los que viajó desde Angola, pasando por Brasil, la región del Darién en Panamá, Honduras y Guatemala, hasta llegar a México.

El equipo de MSF le preguntó cómo logró hacer todo este recorrido sola con sus hijos y ella respondió: "No lo sé, cada uno tiene su suerte. Cada uno tiene su suerte y nosotros tuvimos la suerte de salir adelante sin problemas. Este es el sufrimiento de caminar, caminar, del agua, y puedes llegar a un lugar y no tener más comida, pero hay que tener fuerza en la vida".

Luisa toma la mano de uno de sus hijos durante la visita de los equipos de Médicos Sin Fronteras a un campamento de migrantes en Ciudad de México
Luisa toma la mano de uno de sus hijos durante la visita de los equipos de Médicos Sin Fronteras a un campamento de migrantes en Ciudad de México.
Foto: Sergio Pérez/MSF, cedida a El País.

En una esquina del mismo campamento, Djanina no es tan optimista. "Es lo peor que he hecho en mi vida", dice a los voluntarios y sus palabras son traducidas por su esposo Paul. Ella es de Angola y él de República Democrática del Congo. "Nos conocimos después de que huí de la guerra, pero los congoleños son muy mal vistos en Angola, así que su familia nunca aprobó que nos casáramos".

La violencia y amenazas de muerte los obligaron a huir y eligieron Brasil como primer destino, pero el hostigamiento de las bandas criminales de las favelas los obligaron a buscar un nuevo hogar. Esta familia aún no encontró paz, en el camino desde Brasil a México fueron secuestrados en dos ocasiones y Djanina fue víctima de violencia sexual. En 2024, el equipo de Médicos Sin Fronteras de Ciudad de México atendió más de 145 casos de violencia sexual, casi el doble de los atendidos un año antes.

La labor de MSF

En palabras de Pérez Gavilán, MSF ofrece a la población "atención médica primaria, salud mental, promoción de la salud, trabajo social y mediación intercultural, ya que por supuesto es un factor súper importante tener personas que hablen su idioma, que conozcan la nota cultural de donde vienen". Explica que acercarse a este tipo de población "requiere mucho trabajo de manera muy constante". Trabajan desde clínicas móviles y a veces requiere de reiteradas visitas semanales a los campamentos o albergues para que las personas tomen confianza y se acerquen a los voluntarios a pedir ayuda. Según interpreta Pérez Gavilán, son personas que cargan con un trauma, ya sea por las dificultades que atravesaron durante su viaje o por las condiciones violentas en que abandonaron su país.

"Por supuesto que nuestro apoyo tiene limites", acota. Cuando evalúan que la situación clínica es seria, los voluntarios optan por dar a los pacientes las referencias a los hospitales públicos en los que pueden atenderse de forma gratuita o el contacto de las instituciones que los podrían ayudar para regular su situación migratoria. Según Pérez Gavilán, muchos no saben a dónde acudir porque no hablan español.

Pérez Gavilán también describe como otra dificultad el no poder hacer un seguimiento a los pacientes y sus dolencias, ya que ofrecen un servicio de atención inmediata y con muchos pierden el contacto. "Las personas necesitan mucho apoyo y mucho seguimiento. Son intervenciones complicadas y estamos muy preocupados por lo que les ocurre y cómo ellos podrán continuar con sus vidas de manera sana", expresa.

"Apelar a la empatía"

Desde MSF han sido testigos de la discriminación, la xenofobia y "el hartazgo" dirigido "a las personas que están totalmente precarizadas".

"Lo que nosotros tenemos muy claro desde Médicos Sin Fronteras es que sigue habiendo personas en situaciones de vulnerabilidades muy extremas", sostiene Pérez Gavilán y pide: "Necesitamos que se haga una aproximación humanitaria a la situación de la migración. No importa si hay cien personas o mil varadas en la frontera, siguen necesitando apoyo".

Al pensar en una salida ideal a esta problemática, Pérez Gavilán imagina la creación de "rutas migratorias que sean seguras para las personas", pero mientras tanto insiste en que se debe "apelar a la empatía". "Migrar no es un crimen, es un derecho humano", sostiene.

En Ciudad de México, los equipos de Médicos Sin Fronteras atendieron en 2024 a 83 "pacientes extracontinentales de al menos 17 distintas nacionalidades que van desde Angola y Congo, hasta Mali, Marruecos, Afganistán y China".

Se prepararon para "deportaciones masivas"

Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de realizar deportaciones masivas como foco central de sus políticas migratorias. Ante esta advertencia, desde MSF reforzaron los equipos de la región para "atender estas situaciones de personas regresadas o deportadas".

"Pero es un poco más complicado", expresa Pérez Gavilán. "Por ejemplo, en Guatemala tenemos acceso a un centro en el cual están llegando personas, sin embargo si uno se da un clavado también podemos ver que los retornos no han sido tan masivos como se preveía a la entrada de Trump. Había mucho temor, mucho pánico. La realidad es que han sido dentro de lo que cabe regulares, esperábamos un escenario mucho más caótico y hasta el momento no lo ha sido", informa Pérez Gavilán y su interpretación no está alejada de la realidad. De acuerdo a datos del Departamento de Seguridad Nacional durante el primer mes de gobierno de Trump se realizaron 37.660 deportaciones, una cifra menor al promedio mensual de 57.000 en la recta final del mandato anterior.

Sumado a esto, el pasado miércoles, la jueza Indira Talwani, de Massachussetts, frenó el intento del gobierno de Trump de poner fin al programa migratorio conocido como "parole humanitario" que actualmente protege a cerca de 530.000 venezolanos, cubanos, nicaragüenses y haitianos de su deportación.

Voluntarios de Médicos Sin Fronteras durante una campaña de limpieza en un campamento de migrantes en Plaza de la Soledad en Ciudad de México
Voluntarios de Médicos Sin Fronteras durante una campaña de limpieza en un campamento de migrantes en Plaza de la Soledad en Ciudad de México.
Foto: Sergio Pérez/MSF, cedida a El País.

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