Cerca de 1,2 millones de personas protestaron ayer martes en Francia contra la reforma jubilatoria impulsada por el presidente Emmanuel Macron, según el ministerio del Interior, en tanto que el sindicato CGT cifró la participación en 2,8 millones.
Aunque con cifras diferentes, tanto el gobierno como los sindicatos reconocieron un rechazo creciente al proyecto de reforma, que retrasa la edad de la jubilación de 62 a 64 años. La otra medida polémica de la reforma es el adelanto a 2027 de la exigencia de cotizar 43 años de trabajo -y no 42 como ahora- para cobrar una pensión completa.
De todas formas, Macron está decidido a aprobar la reforma en el Parlamento.
La incógnita en esta nueva jornada de protestas era si los sindicatos lograrían movilizar más gente que el 19 de enero, cuando 1,1 millones de personas salieron a las calles, según las autoridades y el doble para los sindicatos.
“El mundo del trabajo lo dice alto y claro, en la mayor protesta en 25 años, no quiere un aumento de la edad mínima de jubilación”, afirmó Laurent Berger, líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), primer sindicato del país. Hay “más gente” en la calle, agregó Berger.
La primera ministra Élisabeth Borne advirtió a los sindicatos que el aumento a 64 años para la edad jubilatoria “ya no era negociable”.
La oposición de izquierda pidió una “moción de censura popular” en las calles. “Estamos viviendo un día histórico. Macron está seguro de perder”, dijo su líder opositor Jean-Luc Mélenchon, que reclamó un “referéndum” sobre el proyecto.
Con el rechazo ya anunciado del frente de izquierdas Nupes y de la extrema derecha, el gobierno espera lograr el apoyo clave en el Parlamento del partido de derecha Los Republicanos (LR), favorable a una reforma pero dividido sobre si sostener la actual.
El rechazo popular, actualmente alrededor del 70% según los sondeos, aumenta la presión. Además, según una encuesta de Odoxa, dos de cada tres franceses valoran negativamente al presidente y a su primera ministra.
Desde su llegada al poder en 2017, Macron defendió su voluntad de “sacudir” el sistema con sus reformas de corte liberal, que en ocasiones le valieron una imagen de “presidente de los ricos”, como durante la protesta social de los chalecos amarillos.
La reforma jubilatoria es clave para él. La edad de jubilación en Francia es una de las más bajas de Europa (ver infografía) y acercarla a la de sus vecinos busca garantizar el equilibrio futuro en la caja de las pensiones, según Macron.
El gobierno escogió un polémico procedimiento parlamentario que le permite aplicar la reforma si las dos cámaras del Parlamento no se pronuncian para finales de marzo.
Los plazos se anuncian ajustados. La Asamblea Nacional (cámara baja) empezó esta semana a examinar en comisión las 7.000 enmiendas presentadas al texto, antes de que pase al pleno el lunes y, a continuación, al Senado.
En el Parlamento, el ministro de Trabajo, el ex socialista Olivier Dussopt, defendió la reforma ante las preguntas de la izquierda radical y la ultraderecha.
“Pedimos a los franceses un esfuerzo para que se pueda mantener el actual sistema por repartición”, aseveró Dussopt, quien lo justificó esgrimiendo el envejecimiento de la población: se ha pasado de los tres cotizantes por un jubilado de la década de 1970, al 1,7 de cotizantes de hoy en día.
La adhesión a la huelga por sector de actividad
A la espera de los datos definitivos, un 19,4% de los funcionarios de la Administración Central adhirieron al paro, según el Gobierno. Los trabajadores públicos de las administraciones locales se adhirieron en un 7,9%, y los de los hospitales en un 8,5%. No obstante, sí que hubo servicios especialmente impactados como el petrolero, el ferroviario, el aéreo y el educativo, según cifras de los sindicatos. Cerca de un tercio de los empleados de los trenes gestionados por la estatal SNCF secundaron la huelga, lo que provocó que solo circulasen dos trenes regionales de 10 y entre el 25 y 30% de los de alta velocidad. En la enseñanza secundaria, se calcula un 55% de huelguistas, de acuerdo con los sindicatos. Según el Ministerio de Educación, hubo 25,92% de profesores que respaldaron el paro, contando todos los niveles educativos. El sector de las refinerías y los depósitos de combustibles de TotalEnergies se movilizaron en masa. Cuatro refinerías contaron con al menos 75% de su personal en huelga.
En base a EFE y AFP
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