El último atentado suicida, perpetrado por una joven casada y madre de dos criaturas, hace que a las organizaciones terroristas palestinas sólo les quede un tabú por romper: la utilización de niños-bomba en pos de hacer avanzar su propia agenda. Un reciente estudio coordinado por el más reputado psiquiatra infantil de la franja de Gaza muestra cómo casi un 25% de los niños que allí viven aspiran a convertirse en kamikazes cuando alcancen la mayoría de edad. Esto los convierte en carne de cañón para que alguno sea reclutado y lleve a cabo el primer atentado infantil de la Intifada. ¿Si están dispuestos a morir lanzando piedras contra un tanque, por qué no detonando un cinturón explosivo?
El investigador Yoni Fighel asegura que la participación de las mujeres en el terrorismo suicida se ha convertido en un fenómeno emergente a lo largo de la Intifada. Según Fighel, quien ocupó el cargo de gobernador militar de la ciudad de Yenín antes de dedicarse a la academia, los atentados perpetrados por mujeres, antes efectuados por organizaciones radicales de carácter laico, han pasado también "formar parte del modus operandi" de los extremistas islámicos. De acuerdo a las estadísticas compiladas por este experto, los servicios de seguridad israelíes han logrado interceptar a una veintena de mujeres que habían partido en misión suicida antes de que la consumaran.
En opinión de Fighel, "las organizaciones terroristas han analizado las ventajas que les proporciona el utilizar a mujeres para cometer atentados suicidas, especialmente dentro de las ciudades israelíes, dado que despiertan muchas menos sospechas que los hombres". Rim el-Riyashi, de 21 años, quien se inmoló este pasado miércoles en la entrada al polígono industrial de Erez, logró burlar a los soldados que operaban los arcos de seguridad, simulando que tenía una prótesis metálica en la pierna. El hecho de que fuera una mujer hizo que bajaran la guardia y le permitieran entrar en el recinto para practicarle un cacheo manual, momento en que aprovechó para detonar el cinturón explosivo.
Esta "ventaja comparativa" ha hecho que los atentados femeninos hayan resultado "mucho más eficientes" que los masculinos, razona Fighel. Rim tuvo otras seis predecesoras, que lograron cumplir su objetivo, mientras que más de veinte fueron interceptadas a tiempo. Los carteles con la fotografía de la primera kamikaze, Wafa Idris, siguen llenando las paredes del campo de refugiados de Al Amari, próximo a Ramala, donde se convirtió en un mito. También la sexta de la serie y más letal de todas ellas, Hanadi Yaradat, que el pasado 4 de octubre masacró a 19 civiles, entre ellos 4 niños de corta edad, dentro de un popular restaurante de Haifa.
"Tras preguntar a una amplia muestra de niños de diferentes localidades de la franja de Gaza que quieren ser cuando cumplan los 18 años, nos encontramos con que un porcentaje muy significativo aspira a ser ’shahid’, lo que en el contexto local debe interpretarse como suicida", asegura el doctor Eyad el-Sarraj. "El 35% de los varones contestaron que su máxima aspiración consiste en convertirse en mártires, mientras que entre las chicas llegó al 14%, lo que nos da una media del 24,5 %, lo cual es realmente preocupante", apunta este doctor, que cursó sus estudios superiores en la Universidad de Londres y retornó a su tierra a finales de los 80.
Según este psiquiatra, es imperativo que se encuentre una solución al conflicto palestino-israelí, "aunque también a lo que está ocurriendo en Irak, pues si no, vamos a tener largas colas de candidatos para perpetrar acciones suicidas, no sólo aquí, sino en otros países árabes y musulmanes", agrega. El-Sarraj argumenta que el hecho de que los niños palestinos presencien —de forma directa o a través de la televisión— cómo sus mayores mueren, resultan heridos, o son humillados por el Ejército israelí, crea un vacío de protección que es luego llenado por las organizaciones extremistas, a las que les encantaría incorporarse en cuanto reciban la invitación correspondiente.
Aquí es donde entran en juego las respuestas ante los atentados y las políticas que articula el Gobierno israelí, que suelen producir reacciones ambivalentes. Por ejemplo, los asistentes al entierro de la suicida que se inmoló en Erez, se dividían a la hora de valorar la conveniencia del atentado. Unos lo aplaudían como acto de coraje, pero muchos otros lo criticaban por haber provocado el cierre hermético de la franja de Gaza, decretado por Israel, a modo de castigo colectivo. Este mismo efecto polarizador se manifestaba a nivel de la opinión pública palestina respecto del movimiento islamista radical Hamás, que por primera vez enviaba a una mujer al "martirio".
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