Las presidenciales polacas de este domingo no solo decidirán quién será el jefe del Estado durante los próximos cinco años, sino qué camino debe tomar el país: el de la sintonía con Europa que representa el candidato liberal Rafal Trzaskowski, o el del nacionalismo que defiende el conservador Karol Nawrocki. En las urnas se enfrentan dos visiones de país, entre Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia y candidato de la Coalición Cívica (KO), partido líder de la coalición gobernante, y Nawrocki, respaldado por el partido nacional-conservador Ley y Justicia (PiS), que gobernó entre 2015 y 2023 y anteriormente entre 2005 y 2007.
El sistema legal polaco concede al presidente el poder de vetar cualquier ley o presupuesto, por lo que está en juego si el gobierno de Donald Tusk podrá implementar su ambicioso programa de reformas con un jefe de Estado afín, o si tendrá que enfrentarse a obstáculos que podrían paralizarlo hasta las elecciones parlamentarias en 2027 o precipitar comicios adelantados.
El actual gobierno de coalición, una alianza de centro-derecha, llegó al poder en 2023 y se ha visto obligado a “cohabitar” con el presidente Andrzej Duda, alineado con el PiS, en un año y medio plagado de enfrentamientos y tensión
Duda ha utilizado sistemáticamente su poder de veto, pues el gobierno carece de la mayoría parlamentaria necesaria para anularlo, y ha remitido leyes y presupuestos al Tribunal Constitucional, un organismo cuyos miembros fueron nombrados en su mayoría por él mismo, lo que en la práctica funciona como un veto de facto. Esta resistencia ha sido el principal obstáculo para que el Gobierno de Tusk deshaga el legado de su predecesor e implemente reformas institucionales profundas.
La victoria de Trzaskowski eliminaría todos estos obstáculos, permitiría al gobierno avanzar con su proyecto de reforma institucional, y serviría para acallar los desacuerdos, cada vez más profundos, entre los partidos de la coalición. Si, por el contrario, Nawrocki se alza con la victoria, se prolongaría la parálisis institucional, se exacerbarían tendencias centrífugas en la alianza de 12 partidos liderada por Tusk y se abriría una etapa de inestabilidad, nuevos enfrentamientos con Bruselas.
Agencia EFE