EFE/AFP
Robert Card, sospechoso de haber matado el miércoles por la noche a 18 personas en la localidad estadounidense de Lewiston, en el estado de Maine, es un militar en la reserva de 40 años de edad que estuvo dos semanas ingresado en un psiquiátrico. El hombre seguía prófugo anoche.
El portavoz del Ejército, Bryce Dubee, confirmó ayer jueves a la cadena Fox News que Card fue reservista más de dos décadas, desde diciembre de 2002, y recibió “múltiples premios” por su servicio, pero según CBS News nunca estuvo en combate. Según su foja de servicio, se especializó en suministrar al ejército “el combustible que necesita para mantenerse en estado de preparación en todo momento”.
Su última residencia conocida está en Bowdoin, también en el estado de Maine, y a poca distancia tanto de Lewiston como de Lisbon, el lugar en el que se encontró su vehículo después del ataque, que tuvo lugar en un restaurante y en un bowling y que dejó también 13 heridos.
Card nació el 4 de abril de 1983. Según la ficha facilitada por el Centro de Análisis y de Información de Maine, es instructor en el manejo de armas de fuego.
Ese mismo boletín añade que el pasado verano estuvo ingresado dos semanas en una institución mental y dado de alta posteriormente.
NBC News añade que Card señaló “oír voces” y amenazó con disparar contra la Base de la Guardia Nacional en Saco, Maine.
Un portavoz de la Universidad de Maine indicó a ese canal que el sospechoso estudió allí Tecnología de Ingeniería de 2001 a 2004 pero no se graduó.
Según la cronología del ataque colgado en Facebook por la Policía estatal de Maine, empezó a las 18:56 hora local. Para las 21:56 hora local las fuerzas del orden ya habían distribuido su nombre.
Card tiene a más de 350 agentes implicados en su búsqueda, tanto de Maine como de otras agencias federales, y en Canadá, país con el que el estado comparte frontera, también están vigilantes. Su hermano, según la cadena CNN, ha pedido que se entregue. La matanza que provocó Card es una de las más mortíferos desde 2017, cuando un hombre armado abrió fuego en un festival de música en Las Vegas, matando a unas 60 personas.
La información sobre el historial de servicio de Card no menciona que fuera instructor de armas de fuego, aunque es posible que tuviera una formación civil más que militar.
Según ABC News, Card pasó dos semanas en un centro de salud mental a principios de este año después de supuestamente amenazar con atacar a balazos una base de la Guardia Nacional.
La ficha policial que cita NBC News agrega que Card presentó “recientemente problemas de salud mental que incluyen escuchar voces y amenazas de disparar contra la base de la Guardia Nacional” en Saco, Maine.
En la conferencia de prensa de ayer, los funcionarios policiales se negaron a dar más detalles sobre estos informes, aduciendo que aún no conocían el motivo de los asesinatos. Liam Kent, residente de Maine, dijo a NBC que creció cerca de Card y su familia, a quienes describió como “fanáticos de las armas”. “Están muy asociados con las milicias de derecha” y se sabe que la gente del lugar se “mantiene alejada” de ellos, señaló Kent.
Pedido de Biden
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, urgió ayer a los republicanos en el Congreso a trabajar por lograr un acuerdo con los demócratas para prohibir las armas de asalto o de alta capacidad y acabar con la inmunidad de sus fabricantes.
En un comunicado, Biden volvió a hacer este reclamo político horas después de la masacre. Aunque aseguró que se han hecho “progresos” con la aprobación de una ley consensuada por republicanos y demócratas para mejorar la seguridad ante las armas, “simplemente no es suficiente”, dijo.
“En este momento de duelo por otra tragedia, insto a los legisladores republicanos del Congreso a que cumplan con su deber de proteger al pueblo estadounidense”, señaló Biden.
Consideró también que son “demasiados” los estadounidenses que tienen algún miembro de su familia herido o asesinado por arma de fuego. “No es normal, y no podemos aceptarlo”, sentenció.
Varios republicanos de alto rango en el Congreso condenaron el ataque, pero no pusieron el foco sobre la posesión de armas.
El nuevo presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, lamentó los sucesos, pero no hizo un llamado a presentar legislación que regule la venta de armas.
“Este es un momento oscuro en EE.UU. La oración es apropiada en un momento como éste, para que el mal pueda terminar y la violencia sin sentido pueda cesar. Y esa es la declaración de esta mañana en nombre de toda la Cámara. Todos quieren que esto termine”, dijo el legislador.
Rifles de asalto, fácil de tener
Los llamados rifles de asalto o de alta capacidad son armas letales demasiado fáciles de adquirir en buena parte de Estados Unidos, sobre todo en estados como Maine, un territorio con una legislación muy laxa al respecto.
Las imágenes de Robert Card entrando armado en uno de los locales donde disparó a sus víctimas muestran el rifle AR-15 que portaba, un instrumento con equipamiento extra que le permite disparar muchas más balas sin necesidad de recargar.
Mientras que los estadounidenses deben tener 21 años para comprar alcohol legalmente o entrar en un bar, en la mayoría de los estados del país pueden comprar un rifle de asalto a partir de los 18 años.
Una ciudad con libertad para armarse
Enclaustrados en sus casas, con cierto miedo y muy poca información, miles de ciudadanos del estado de Maine esperaban anoche que acabara la huida de Robert Card, quien desde la noche del miércoles, a base de disparos de rifle de asalto, escribió el nombre de Lewiston en la crónica negra de Estados Unidos.
Salvo por los periodistas que han llegado en las últimas horas y por algunas personas de aspecto desaliñado que caminan errantes, las calles de Lewiston estaban ayer vacías. Todo estaba cerrado. Resistía una tienda, Dave’s Place, junto a una gasolinera en la que se agolpan los vecinos, con la excusa de comprar cosas imprescindibles como cervezas.
“Es como un pueblo fantasma. Tengo mucho miedo y es muy triste lo que ha pasado”, cuenta a EFE Debbie Cornish, una mujer de 55 años que ha ido a la tienda acompañada de su nieto.
Maine no tiene ni comprobaciones de seguridad universales para quien quiere comprar un arma ni obliga a contar con licencia para tenerla; tampoco hay normas de “red flag” (bandera roja), que impiden que personas que hayan pasado por crisis mentales, como es el caso de Card, posean un arma de fuego.