Volodimir Zelenski vuelve este viernes a la Casa Blanca. Lo hace ocho meses después de aquel tenso encuentro con Donald Trump que dejó entrever las grietas en su relación, lo acusó de estar por desatar la "Tercera Guerra Mundial" y de no ser agradecido con Estados Unidos. Desde entonces, el vínculo entre ambos ha sido una sucesión de giros que reflejan los cambios de postura de Washington frente a la guerra iniciada por Rusia en febrero de 2022.
El presidente ucraniano aterriza en Estados Unidos por tercera vez en 2025, decidido a insistir en la necesidad de un plan de paz, pero sobre todo, con un fin material: conseguir los misiles de largo alcance Tomahawks, mientras su anfitrión atraviesa una etapa de reconsideraciones políticas. El republicano ya adelantó que la idea "no le gusta" a su par ruso.
Trump, que comenzó el año y su segundo mandato responsabilizando a Zelenski del conflicto, ha ido virando en las últimas semanas hacia una posición cada vez más crítica con Vladimir Putin por la falta de avances en las negociaciones. La histórica cumbre entre ambos presidentes celebrada en Alaska el pasado agosto no devolvió resultados concretos, algo que frustró Trump, que en su momento aseguró que podía terminar con esta guerra "en 24 horas".
El último giro se produjo en setiembre, en los márgenes de la Asamblea General de la ONU, cuando el mandatario estadounidense sorprendió al alentar a Kiev a seguir combatiendo hasta recuperar los territorios ocupados. Esa declaración marcó un nuevo punto de inflexión y coincidió con su más reciente cara a cara con Zelenski.
En lo que va del año, ambos líderes se han comunicado de distintas formas —llamadas, encuentros breves y dos reuniones oficiales en la Casa Blanca—, pero siempre con un mismo telón de fondo: la búsqueda, todavía inconclusa, de una salida negociada a la guerra.
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