Diego Cúneo/La Nación/GDA
Hay vehículos que encarnan como pocas otras cosas el espíritu de una época, reflejando conceptualmente los cambios sociales y culturales que se están produciendo en un momento determinado; uno de ellos fue el Citroën Mehari.
Presentado en mayo de 1968 en un campo de golf francés, el Mehari era un manifiesto de los aires que se respiraban por entonces: tras los durísimos años de reconstrucción de la posguerra, la gente –y en especial los jóvenes– buscaba distención y alegría. A eso se sumaba que el movimiento hippie (con sus conceptos de libertad y amor libre, entre otras) se estaba expandiendo globalmente, y, especialmente en Francia, las ideas del Mayo Francés (con eslóganes como llevar la “imaginación al poder”) comenzaban a impactar en la sociedad europea.
Citroën supo interpretar todo eso y lo convirtió en un modelo práctico, económico, de fácil mantenimiento, alegre (siempre ofreció colores llamativos, como rojo, celeste, naranja o amarillo) y que podía usarse en cualquier terreno. Así nació el Mehari.
Diseñado por Roland de La Poype, estaba planteado sobre la plataforma del Dyane 6 (de hecho, fue presentado como Dyane 6 Mehari), mientras que el motor, suspensiones y demás componentes mecánicos pertenecían al 2CV. La carrocería (con una silueta que lucía como pequeña pickup) estaba confeccionada en acrílico butadieno estireno (plástico) y en 11 piezas que estaban atornilladas al chasis, por lo que era fácilmente reparable y se podía limpiar con un poco agua tanto por dentro como por fuera; además, no se picaba ni deterioraba a la intemperie.
Su nombre provenía del nombre dado a los dromedarios en el desierto del Sahara y que son reconocidos por su capacidad todo terreno y su resistencia a los climas más adversos.
Si bien parecía un móvil veraniego, ofrecía una capota en lona y plástico que lo sellaba por completo y que permitía usarlo en cualquier estación. Además, tenía una concepción modular, por la que se podía transformar parte del piso en un respaldo y así agregar dos asientos en la parte trasera para acomodar hasta 4 pasajeros.
Éxito y expansión.
El suceso del modelo fue tal que llevó a que la casa matriz de la marca de los dos chevrones distribuyera la producción en siete países (entre ellos, la Argentina), en los cuales se mantuvo la misma plataforma e idea, pero con algunas particularidades locales. De hecho, en los casi 20 años de vigencia (en Europa el cese de producción fue en 1987 tras haber despachado casi 150.000 unidades), hubo varias versiones especiales y hasta una con tracción 4x4.
En el caso del Mehari nacional, se fabricó entre 1971 y 1980 y estaba plantado sobre el chasis del Citroën 2CV del que además tomaba todo lo demás: motor naftero de 2 cilindros horizontales y opuestos de 602 cc, que generaba 33 CV a 6700 rpm, con caja manual de 4 marchas y tracción delantera. Las carrocerías –aquí eran de plástico reforzado en fibra de vidrio (PRFV) y no de ABS– venían importadas de Uruguay.
Tenía un peso en vacío de entre 475 y 590 kg y ofrecía una capacidad de carga máxima de 900 kg, por lo que podía llevar hasta 4 pasajeros cómodamente o entre 310 y 525 kg de carga; además, los asientos traseros se podían rebatir completamente para convertirlo en una pickup chica.
Esas características eran las que le permitían ofrecer una versatilidad impresionante, que permitía usarlo tanto en ciudad, como para viajes (alcanzaba una velocidad máxima de 100 km/h, nada despreciable para la época), el trabajo (era ideal para labores de reparto ciudadano o en uso rural) y, especialmente, para adentrarse fuera de pista (aún hoy se los puede ver surfeando médanos en la playa o sorteando terrenos embarrados, pues a su buen despeje le sumaba suspensiones de largo recorrido y escaso peso).
Pero más allá de eso, lo que sorprendía eran los consumos: a 60 km/h demandaba 5,2 L/100 km, mientras que en ruta a 100 km/h constantes trepaba apenas a 6,4 L/100 km. Si tenemos en cuenta que tenía un tanque de combustible de 30 L, habla a las claras de lo económico que resultaba.
Casi tres décadas después de haber cesado su producción, el Mehari regresó en formato 100% eléctrico
Luego del cese de fabricación por Citroën, en 1984 Industrias Emilio Sal Lari (IES) retomó el formato bajo el nombre de Sahara, y lo siguió sacando a la venta hasta 1986.
Por todo esto es que el Citroën Mehari marcó una época, pues no solo fue un modelo revolucionario, sino que no hubo otro que ofreciera tanto con tan poco. No por nada, hace unos años la marca francesa presentó la versión eléctrica en formato citycar, que rápidamente agotó la disponibilidad.