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ENTREVISTA

Maximiliano Falcón: la "espina" de jugar en Nacional, el motivo por el que casi deja el fútbol y el sueño celeste

El zaguero de 25 años resurgió después de una depresión, se consolidó como figura en el fútbol chileno y tiene la mente puesta en la selección uruguaya.

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Maximiliano Falcón celebra un gol con la camiseta de Colo Colo. Foto: @ColoColo.
Maximiliano Falcón celebra su gol con la camiseta de Colo Colo. Foto: @ColoColo.

Télefono en mano. Cámara lista. Y objetivo encontrado. La secuencia la repiten decenas de personas diferentes cada vez que visitan un shopping en Chile. El protagonista que los anima a hacerlo es casi siempre el mismo: Maximiliano Falcón.

Es aquel que hace unos años ganaba 200 pesos por día como albañil, que dependía de que le pagaran el alquiler de un pequeño apartamento y que en un santiamén pasó a tener reconocimiento público y a ser el sostén principal de una familia que vive cómoda en el extranjero.

De quedar libre en la Tercera de Nacional, con un manto de dudas sobre si valía la pena seguir jugando al fútbol, a formar parte de seis preselecciones consecutivas de la selección uruguaya con Óscar Washington Tabárez e ilusionarse con que podía formar parte del Mundial de Qatar 2022. Así de repentino fue el giro en la vida del zaguero uruguayo, que vivió en un sube y baja en el último tiempo. “Siempre dije que puedo estar dos o tres kilos pasado, pero si mentalmente estoy fuerte, te como en dos panes. Si yo estoy fino y soy un Ferrari físicamente, pero estoy pasando por una depresión, no paro ni el bondi”.

"El fútbol es muy ingrato"

Creció. Maduró. Aprendió de los errores y a sus 25 años entendió que tuvo que tropezar primero, tocar fondo después, para luego resurgir. Aun así, uno de sus pendientes sigue siendo debutar en la Primera División de Nacional. “Me quedó la espina de jugar en Nacional porque yo soy hincha. Después de grande te das cuenta de que podés salvar a tu familia con comodidades que vos no tuviste y lo ves de otra manera, pero como hincha de Nacional me hubiese gustado jugar en Primera”. Siempre que estuvo cerca, por una u otra razón volvió a retroceder casilleros. La primera vez se contagió de varicela y se volvió a Paysandú, su ciudad, y la segunda contrajo paperas. Así le fue hasta que tuvo un encontronazo con Martín Ligüera, su entrenador del momento, y terminó desbordado: “No ligué nada, pero todo eso mentalmente me bajoneó y empecé a engordar y a bajar mi nivel. No entrenaba de la misma manera porque sabía que era titular y tarde o temprano me fue comiendo. Me arrepiento de eso”.

Los altibajos le hicieron replantearse el sentido de seguir. Y con la ayuda de Gerardo Arias, su representante, finalmente decidió intentarlo: “El Boca me daba plata cuando yo no tenía para comprar comida y me pagaba el alquiler. Siempre hay malos comentarios de uno u otro, pero yo me quedo con la gente que hoy, me doy cuenta, estuvo en las malas y me bancó la cabeza. El Boca fue el único que me bancó la cabeza. Estuve a punto de dejar el fútbol y le dije: ‘Vamos a jugar a Rentistas, que es la última bala, y si no, no juego más”.

Maximiliano Falcón celebra pidiendo disculpas su gol frente a Nacional, su exequipo. Foto: Leonardo Mainé.

Falcón no solo brilló y fue campeón del Apertura 2020, sino que con buenos rendimientos justificó en poco tiempo su salto al fútbol de Chile, donde tampoco la tuvo fácil. “Al principio la pasamos un poco mal. Mi hijo estuvo internado 50 días porque nació prematuro y mi mujer estuvo de súper bajón. Como era pandemia, mi familia no podía venir y estuvimos solos como ocho meses. Ahora que ya pasó un tiempo nos adaptamos perfecto”.

Pasaron dos años desde su llegada y en ese tiempo ya fue campeón tres veces. Se afianzó, se ganó el corazón de los hinchas y también aprendió a controlar su rebeldía adolescente: pese a tener algún cruce con jugadores rivales, hace ocho partidos que se sostiene con el límite de amarillas.

Su mujer y su hijo ahora también están contentos. Y el futbolista no para de pensar en grande. Si bien no formó parte de la lista de 55 reservados por el entrenador Diego Alonso para el Mundial de Qatar, sueña, más temprano que tarde, con llegar a la selección: “Estoy motivado desde que empecé a estar en el sondeo de la selección. Aún tengo ganas de seguir aprendiendo, de seguir creciendo y un día estar ahí. Estoy con la confianza al 1000%. Si no es en este Mundial, será en las próximas Eliminatorias, pero yo me tengo fe de que voy a terminar jugando en la selección. Y si no se me da, voy a estar tranquilo y orgulloso de que hice todo lo que pude y que si no llegué es porque hay gente que es mejor que yo”.

Lo "ingrato" del fútbol

Las experiencias dentro de los equipos y los planteles siempre son complicadas. Más cuando jugás en un equipo grande, donde el único resultado que sirve es ganar. El fútbol es muy ingrato. Yo tengo que demostrar cada fin de semana que sigo vigente, que el club no se equivocó en contratarme para que después mi carrera siga en ascenso”, aseguró. “Lo más negativo que me pasó acá fue cuando me pelee con un jugador de la Católica. Me echaron, estuve cinco partidos con roja y el técnico me castigó dejándome de suplente 10 partidos. Ahí manifesté que me quería ir a préstamo y él me dijo que no era por un tema de nivel, sino de concentración. Yo lo entendí, pero a mi mujer la volví loca. Tenía la impotencia de que por un error cometido no podía jugar”, agregó.

Lo que extraña de Uruguay

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Falcón y Amaral, compañeros en las juveniles de Nacional y ascendidos juntos por Munúa. Foto: Leonardo Mainé.

Aunque hoy se pueda dar el lujo de tener una camioneta último modelo y de salir a pasear sin preocupaciones, Falcón y su pareja añoran sus viejos pasatiempos. ¿Uno de ellos? Ir a la rambla a tomar mate. “Acá no hay rambla, no hay agua. Tengo que viajar una hora y media para ir a la playa. Tenés que ir a 120 kilómetros por hora en la ruta, si no demorás dos horas. Ahora tengo un hijo, que también tiene una rutina, y al otro día tengo que volver a entrenar. Son cuatro horas en el día que te perdés solo viajando si querés ir a la playa. Y cuando vas y llegás un poco tarde, hace un frío terrible, entonces es una de las cosas que más extrañamos”.

Siempre que puede, vuelve al país y elige la tranquilidad por sobre los lujos: “Cuando vamos a Uruguay de vacaciones, ahora que los abuelos no lo ven mucho a Domingo, mi hijo, generalmente se quedan con él y nosotros nos escapamos al agua a tomar mate y a sentir ese olorcito a la rambla. Eso se sintió muchísimo cuando nos mudamos a Chile”, comentó Falcón, que antes había emigrado de Paysandú a Montevideo siendo un adolescente.

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