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Uruguayos son más receptivos a recibir inmigrantes en comparación con otros países de la región

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Ciudadanos senegaleses caminando por las calles del Chuy. Foto: Ricardo Figueredo
Ciudadanos senegaleses caminando por las calles del Chuy, nota sobre llegada de inmigrantes a causa de la emergencia sanitaria y economica en latinoamerica a causa de la pandemia de coronavirus Covid19, departamento de Rocha, 20210303 corresponsal Rocha, foto Ricardo Figueredo - Archivo El Pais
Ricardo Figueredo/Archivo El Pais

DATOS

Así consta en el Latinobarómetro, uno de los estudios de opinión pública más grandes de la región y cuyos últimos resultados fueron dados a conocer este mes.

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Una lancha que transportaba a unos treinta inmigrantes se dio vuelta a las dos horas y media de haber zarpado. Tres personas murieron, otras seis están desaparecidas y los sobrevivientes fueron amenazados por los traficantes responsables de la embarcación. No ocurrió en el Mediterráneo ni el lejano mar Egeo. Fue hace diez días en las costas de Colombia y varios de los viajeros eran cubanos que habían salido hace unas semanas desde Uruguay en busca del “sueño Americano”.

La gente huye como sea y, pese a las restricciones fronterizas que varios países mantienen en la pandemia, Naciones Unidas viene reportando cifras récord de desplazados y migrantes. En un escenario de crisis económica como el actual, este incremento de la movilidad humana trajo un aumento de la xenofobia de la cual las agencias de ONU también vienen advirtiendo. Y si bien Uruguay no escapa a esa lógica, es el país de la región en que la opinión pública tiene una mirada más positiva sobre la llegada de extranjeros.

Tres de cada cuatro uruguayos ve “positivo” o “muy positivo” el hecho de recibir inmigrantes. Es un porcentaje que aumenta unos pocos puntos cuando se trata de extranjeros de países por fuera de América Latina, y que baja otros puntos cuando los inmigrantes en cuestión son haitianos o venezolanos. Así consta en el Latinobarómetro, uno de los estudios de opinión pública más grandes de la región y cuyos últimos resultados fueron dados a conocer este mes.

Esta mirada “positiva” del recién llegado ubica a Uruguay por encima del nivel de aceptación en cuanto al resto de la región (en que las opiniones favorables y desfavorables se reparten en parte iguales), y muy por encima de lo que acontece en países como Guatemala, Colombia o Perú, en que solo un tercio de la población ve con buenos ojos la recepción de extranjeros.

En ese sentido, la legislación uruguaya y la postura que el gobierno adoptó en la pandemia (permitiendo el ingreso al país por razones humanitarias) ha sido elogiada por los organismos internacionales. Esa posición oficial tiene su correlato con la opinión pública: del mismo Latinobarómetro surge que el 83% de la población está de acuerdo con que “los inmigrantes deberían tener el mismo acceso a la salud, educación y vivienda que los ciudadanos de Uruguay”, y el 72% sostiene que “nuestro país debería ayudar a los inmigrantes que sufren persecución política en sus países”.

Tanja Pacifico, jefa de misión de la Organización Mundial de las Migraciones (OIM) en Uruguay, explicó que en el país “se dan mucho menos casos de xenofobia y racismo que en otras naciones. Eso es por un tema histórico: el uruguayo se reconoce como parte de la migración. Pero también porque a Uruguay llegaron últimamente muy pocos inmigrantes en comparación con países como Colombia, Ecuador o Perú”. En ese sentido, se preguntó: “¿Cómo reaccionaría la ciudadanía si llegaran 500.000 personas en un año?”.

La representante de OIM, además, aclaró que “no es lo mismo la opinión pública que cómo se siente un inmigrante en su integración”. Por ejemplo, los últimos resultados de la matriz de seguimiento de desplazamiento (DTM) que surgen de los departamentos fronterizos de Rocha y Rivera revelan “que, a pesar de todo, se percibe discriminación y que las dificultades de acceso al trabajo de calidad y a la vivienda se han intensificado en la pandemia”.

Así lo hizo saber Pacifico el martes en el Senado: “Los inmigrantes no fueron ajenos a los problemas que vivieron los uruguayos, con el agravante que en algunos casos fue mayor, y que, sobre todo, se notó un impacto negativo en las mujeres jefas de hogar que perdían sus trabajos”.

Uno de los referentes de Rivera entrevistado para el estudio de OIM lo resumió así: “Hay muchos que quieren poner su emprendimiento y no pueden y hay muchos profesionales de todo tipo que son un valor agregado para el país, se les tranca la revalidación de títulos por requisitos burocráticos o de dinero y están levantando cajones”.

En todas las entrevistas realizadas en OIM se mencionó que la inserción laboral de las personas migrantes cubanas y venezolanas se produce “en gran medida en el sector informal y con altos niveles de sobrecalificación”. Sin embargo, sucede también que debido a sus perfiles académicos acceden a tareas en el área de la salud y cuidados. Entre los trabajos que realizan las personas migrantes -más allá de su nivel educativo- se mencionan: cuidacoches, vendedores ambulantes en la ciudad de Chuy, actividades en el sector de servicios, gastronomía, elaboración y venta de comidas (muchas veces tradicionales), salud, carga y descarga, limpieza y construcción.

Según el Latinobarómetro, para más de la mitad de los uruguayos (52%) “los inmigrantes vienen a competir por nuestros puestos de trabajo”, y para cuatro de cada diez “los inmigrantes son una carga para el Estado”. Esas opiniones, entiende Pacifico, encienden una advertencia, más aun si se tiene en cuenta que “el pronóstico es que luego de la apertura total de fronteras haya un aumento de la inmigración hacia Uruguay, siempre en valores bajos y manejables para el país”.

La cuarta parte pensó en irse a vivir a otro país

Durante el primer semestre de este año Uruguay recibió más personas de las que se fueron. Si 2021 finaliza con ese “saldo migratorio positivo”, como se le llama a la relación entre ingresos y egresos de un territorio, el país completaría 13 años consecutivos en que llegan más de los que se van. Pero como había explicado la demógrafa Adela Pelegrino, los países pequeños, como Uruguay, suelen ser (casi por naturaleza) expulsores de población. Y quienes se van, suelen irse a países de rentas más altas.

La encuesta Latinobarómetro revela que uno de cada cuatro uruguayos pensó en irse a vivir a otro país. Es una cifra que se mantiene constante a lo largo del tiempo y que no ha sufrido demasiadas variaciones entre las épocas de mayor bonanza y las de crisis económica.

En 2018, cuando había sido la anterior ronda de encuestas del Latinobarómetro, Australia, Argentina, España y Estados Unidos (en ese orden) eran los destinos preferidos de los uruguayos para emigrar. En la última edición del estudio, sin embargo, no se indagó sobre los lugares de destino. Pero el Instituto Nacional de Estadísticas de España ya reflejó un incremento de los uruguayos que han optado por irse a vivir allí.

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