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Póquer clandestino atrae a cientos

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El ganador de uno de los campeonatos puede alzarse con unos seis mil dólares. Foto: Archivo

JUEGO CLANDESTINO

En Pocitos funcionan dos locales donde se apuesta sin habilitación legal; hay otro en Cordón.

Son las 20 horas del sábado 6 de enero. El calor y el feriado de Reyes son argumentos perfectos para escapar de la capital y disfrutar de la tentadora franja costera uruguaya. Montevideo queda prácticamente vacío. La zona de bares y discotecas en Pocitos está quieta. Pero la noche en los clubes de póquer clandestino recién arranca, y su actividad convoca a cientos de jugadores que desafían la ilegalidad para disfrutar de su pasión por el juego de apuestas.

En pleno Pocitos y Cordón son tres los garitos que funcionan todos los días con varias mesas de póquer. Al recinto solo se puede ingresar con invitación. La solicitud se hace previamente a través de páginas de Facebook abiertas al público, y los locales son fáciles de ubicar. Incluso en la web se detalla el funcionamiento del club, el número de teléfono de contacto y la modalidad de juego de apuestas.

Los clubes de póquer que están en Pocitos se instalaron en viejos centros bailables que dejaron de funcionar por la baja rentabilidad. No están escondidos. Pero se camuflan manteniendo la decoración externa, y la marquesina del viejo baile de cumbia y reggaetón.

El director de Casinos del Estado, Javier Cha, explicó a El País que este tipo de organizaciones son ilegales y por ende clandestinas. "Si hay apuesta de por medio en un local público, no es legal. Todo lo que tiene que ver con juego de apuestas la exclusividad de explotación la tiene el Estado. Si hay clubes de póquer donde se apuesta, eso no es legal", explicó, y recordó que como organismo ya han denunciado a varios centros clandestinos.

El director de Casinos puntualizó que como dependencia no tienen la potestad de fiscalizar o incautar máquinas de juego ilegales. A su vez explicó que si un grupo de amigos se reúne en su casa a jugar al póquer y apostar, sí lo pueden hacer. La ilegalidad comienza cuando la actividad se hace pública y se promociona fuera del círculo privado. Incluso es ilegal si no hay ganancia para quien organiza la actividad.

Esto no es lo que ocurre en los clubes de póquer que se han instalado en varias zonas de Montevideo y funcionan con gran éxito. Por ese motivo son ilegales. El que está en el barrio Cordón tiene actualmente un campeonato donde compiten 65 jugadores.

El de Pocitos está sobre Avenida Rivera. Es el más conocido entre los círculos de aficionados al póquer. Su página de Facebook tiene más de 4.000 suscriptores y la valoración entre sus seguidores es de 4,9 en la escala de 1 a 5.

700 la entrada.

Juan es habitué del local y es uno de los mejores jugadores. Hoy está primero en el campeonato de ese centro. La mayoría de los concurrentes son hombres. Solo hay una mujer que frecuenta el local. La semana pasada le comentó al patovica que custodia la puerta acodado en su moto Harley Davidson roja y negra, que estaba contenta porque se habían acercado otras dos mujeres a jugar.

El local tiene dos pisos. Las mesas de juego están ubicadas en el sótano; donde antiguamente funcionaba la pista de cumbia del baile. Allí están instaladas cinco mesas de paño verde diseñadas especialmente.

La entrada es económica. Con $ 700 ya se puede sentar a la mesa y jugar. Pero los buenos jugadores dicen que se necesita una base de unos $ 1.000 a $ 2.000 para mantenerse firme en el juego.

Los premios varían según la modalidad de la mesa. Pero en los campeonatos el triunfador se puede llevar hasta US$ 6.000. Los tres locales cierran temprano. No se van mucho más de las dos de la mañana, y para los jugadores forman parte del circuito profesional de póquer que sí integran casinos legales como el Radisson Victoria Plaza o el Conrad en Punta del Este.

"Acá nos conocemos todos. Y los que jugamos lo hacemos en todo el circuito. Lo que pasa es que en estos antros es más económico entrar y la experiencia se hace más amena", contó Juan a El País.

Los miércoles en la noche es uno de los días de mayor actividad. Ese día se reúnen un grupo de empresarios. Y los autos de alta gama estacionados en la cuadra sorprenden a los vecinos. Isabel tiene claro que en el local al lado de su casa funciona "un garito". Pero teme hacer la denuncia.

"Antes cuando estaba el baile el ruido era insoporotable. Nunca se ve lío, y espero que así siga", dijo.

"No somos la policía del juego clandestino"

El director de Casinos del Estado, Javier Cha, explicó que la tarea de este organismo no es inspeccionar o controlar el juego ilegal. Sí puede denunciar casos con los que se encuentre, pero no está facultado para realizar operativos de inspección.

"No tenemos facultades de controlar, ni inspeccionar, ni de incautar, ni de prohibir, ni de hacer nada. Nosotros no somos los reguladores del juego. Nosotros el mandato legal que tenemos es únicamente para explotar casinos y salas de esparcimiento. Lo único que puedo hacer si vemos una explotación ilegal de juego es denunciarla, nada más", explicó.

El director de Casinos del Estado dijo que muchas veces reciben críticas y acusaciones de no actuar, pero en realidad no están facultados para eso. "No tenemos ninguna potestad para poder participar o interferir o hacer absolutamente nada. Simplemente denunciar. La gente nos llama a nosotros como si fuéramos la policía del juego clandestino, nosotros solo podemos explotar y organizar el juego. Punto", dijo, y admitió que sí existen vacíos y debilidades legales en la materia.

Cha explicó que quien tiene la tarea de controlar este tipo de actividades ilegales vinculadas con el juego ilegal es la Intendencia. "La principal responsabilidad la tiene la Intendencia. Es la que da la habilitación comercial al local. El rubro de juego solo lo puede dar Casinos del Estado. Si no está autorizado, entonces el local no debería tener la habilitación", dijo.

Maquinitas y cigarrillo en el club arbolito

El Club Arbolito es un icono La Teja. Barrio donde nació, creció y desde donde se proyectó el actual presidente de la República Tabaré Vázquez. El líder frenteamplista está ligado al pequeño club situado frente a la Plaza Lafone desde sus inicios y habitualmente es el recinto donde le toca votar en cada elección.

El club cambió marcadamente desde su fundación en 1958. Perdió el equipo de fútbol y ya no organiza más el tablado en cada carnaval. Sus finanzas están muy comprometidas, por eso sus directivos apelaron a las máquinas tragamonedas para generar movimiento en el viejo club de barrio.

En un costado al fondo del gimnasio se instalaron hace ya unos años cuatro maquinitas tragamonedas, como las que pululan por los barrios de la capital. Si bien el juego es ilegal la legislación y fiscalización son laxas. Allí los parroquianos se instalan en la tarde- noche a jugar algunos pesos y fumar cigarrillos como en los viejos garitos.

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